Confesiones impactantes gracias a la adoración perpetua



Exactamente un año y ocho meses los que el Santísimo lleva expuesto en la capilla de la adoración perpetua en nuestra parroquia de la Beata María Ana Mogas sin más paréntesis que el obligado del viernes santo.
Después de este tiempo quisiera hacer llegar algunas consideraciones. La primera, sobre el “éxito” de la iniciativa, y pongo éxito así, entre comillas, porque la valoración la hace el Señor. Pero si por tal entendemos presencia de fieles y buena acogida de la iniciativa, entonces podemos estar más que satisfechos.
Salvo alguna hora rara de la madrugada, o rarísima del mediodía, siempre más de una persona con el Señor, dándose momentos en que la capilla se queda pequeña, y eso que en ella pueden estar cómodamente quince personas. Abundando en esto, mucha gente joven, muchos hombres, niños… Basta estar un rato a la puerta de la capilla para poder comprobar el incesante trasiego de personas que van y vienen.
Los turnos están cubiertos en un 90 % con adoradores fijos. Para las horas vacantes se coloca cada domingo el listado de “huecos” de la semana y se cubren sin problemas incluso en los momentos aparentemente más duros. Agosto, por ejemplo, que hacía que cada semana fuera necesario cubrir de manera excepcional hasta sesenta horas en ocasiones, no dio ningún problema para que siempre hubiese alguien con el Santísimo.
La capilla está dando un gran fruto en conversiones al SeñorLo comprobamos en la parroquia y me lo dicen compañeros de parroquias del entorno que afirman que desde la capilla de la adoración perpetua les llegan confesiones impactantes. Mucho fruto también en deseos de orar más. Adoradores que comenzaron con el compromiso de una hora semanal pensando que sería una hora larguísima, vienen más días y cada vez más tiempo.  Los adoradores crecen también en generosidad de forma que ante cualquier eventualidad siempre hay voluntarios para salir al paso.
Otro fruto que nos regala es el de colaboradores parroquiales para las distintas actividades. Resalto, y si lo piensan es lo lógico, la especial presencia en la capilla de la adoración de voluntarios de Cáritas. No podía ser de otra forma.
Notamos la influencia de la capilla cada vez en un círculo más amplio.Comenzamos con voluntarios de la parroquia y del entorno próximo, poco a poco se ha ido abriendo a todo el arciprestazgo y hoy es bastante corriente encontrar gente de los lugares más “raros” de Madrid, e incluso de pueblos que se encuentran a más de treinta kilómetros de nosotros. Cosas de Dios.
Fui el primer escéptico, aunque siempre soñador con la posibilidad. Dije desde el primer día que me parecía un enorme atrevimiento pedir al Señor ese don. Pero quiso regalarlo. Bendito sea.
Una vez más invito a los más cercanos a conocer la capilla. Es una gracia de Dios. Y si alguien desea comprometer alguna hora, Dios se lo pagará con abundancia.