Conmigo podríais hacer cosas extraordinarias

Habla Dios Padre a Javier Viesca, México, oct 2014




Hijitos Míos, no minimicéis ni despreciéis el valor de la oración. Si ésta no fuera tan importante, Mi Hijo no os la hubiera enseñado. Él mismo, estando entre vosotros, en aquél tiempo, oraba continuamente, rezaba, se apartaba de los demás para estar en unión íntima Conmigo. En las Escrituras podéis leer que pasaba, a veces, noches enteras, en Presencia Conmigo, Su Padre.

Mis pequeños, cómo quisiera Yo, vuestro Padre y vuestro Dios, que pudierais hacer algo similar, como lo hacía Mi Hijo. Si comprendierais, como os dije, el valor de la oración, no la dejaríais de hacer. Vuestra vida debe ser oración continua Conmigo.

Yo os di el don de la vida y bajasteis a la Tierra a hacer el bien, a seguir una misión que Yo os concedí.

Os portáis en forma soberbia cuando vosotros no acudís a Mí, a pedirMe ayuda, consejo y cuidado para con vuestra vida y, sobre todo, para poder llevar a cabo, con Sabiduría, con perfección, la misión que a cada alma le encomiendo al bajar a la Tierra.

Suena fuerte lo que os digo, que actuáis con soberbia y, también, podríais decir que es distracción o que simplemente no os importa estar Conmigo y pedirMe lo necesario para poder cumplir vuestra misión. Todo eso, realmente se puede dar.

Pero hay soberbia de vuestra parte, porque el hombre actúa así; se siente que puede hacer todo y que no necesita ningún tipo de ayuda Mía, sentís que os merecéis todo y que Yo tengo la obligación de estar cuidando de vosotros, sin que vosotros retribuyáis algo, en agradecimiento por Mis cuidados hacia vosotros.

Desperdiciáis Mi Presencia, Mis Consejos, Mi Sabiduría y Mi Amor, porque con todo esto y más, podríais hacer cosas extraordinarias, pero muchos de vosotros, alejados de Mí estáis. Otros, dais lo mínimo posible y muy pocos, muy pocos, se atreven y, lo quiero decir así, se atreven a buscarMe y hacer algo más por Mi Reino y, sobre todo, para agradarMe, pero esos, son los menos.

El alma que Me busca, que Me ama, está pendiente de Mí, como Yo estoy pendiente de vosotros y, son tan pocas las almas en las cuales Yo Me puedo recostar en su corazón y descansar, al menos unos momentos. Pocas son las almas en las cuales Yo puedo gozar de su paz, que es la Paz que Yo les concedo, porque Me buscan, porque Me aman, porque quieren vivir para Mí.

¡Cuánto podría Yo hacer por vosotros! Recordad que acrisolo a las almas para ponerlas a prueba, a ver si son almas en las cuales Yo pueda confiar y Me pueda Yo sentir a gusto al vivir en ellas.

Haced un esfuerzo mayor, Mis pequeños, para que Yo Me pueda deleitar en vosotros, en vuestro corazón, como lo hacía con vuestros Primeros Padres, antes del Pecado Original.

Estas almas que Me buscan y que Me consienten, son las almas que Me dan contento, son almas santas, son almas en las que puedo confiar, que no tienen ningún revés, son de una sola pieza y, a través de ellas, son en las que Yo puedo hacer grandes cosas.

Son almas a través de las cuales Me manifiesto, como vosotros lo podéis constatar en la vida de muchos hermanos vuestros, que son los ejemplos entre vosotros, que son los santos de la Iglesia, son almas y han sido almas que Me dan mucho contento y Yo quisiera que todos vosotros fuerais así. Ciertamente sufren, porque no son almas muy aceptadas entre los hombres, porque las ven raras, diferentes, que parece que no viven en el Mundo, que distraídas están de las cosas del Mundo y, es verdad, Mis pequeños, ellas están Conmigo, Me ven a Mí y el Mundo pasa a un segundo plano, pero, ciertamente atienden al Mundo orando, ayudando, intercediendo.

Sed pues de éstas almas que Me traen mucho amor a Mi Corazón y en las cuales Yo puedo descansar, Yo puedo olvidar por un momento tanto desamor, tanta maldad, tanta grosería y blasfemia contra Mi Santísimo Nombre, porque éstas almas, éstas almas que amo tanto, se han llenado de Mi Amor. Sed como ellas y dejadMe también morar plenamente en vosotros.
Gracias, Mis pequeños.