El ladrón y las monjitas

En Francia, en la ciudad de Dragignan, hay un convento de dominicas dedicadas a la enseñanza, y justo al lado hay un cuartel de la Gendarmería. 

Un día, en el año 2008, ya tarde, los gendarmes llevaron preso a un gitano después de haberle pillado con las “manos en la masa” robando un comercio. Era su delito numero 27, con 22 años de vida. Cuando estaba en una habitación de un segundo piso, pidió que le dejaran fumar, y al soltarle una esposa para que pudiera hacerlo, el gitano rápidamente se escapó por la ventana, saltó al vacío y se fue hacia el convento, trepando por la valla con una mano esposada. 

Un gendarme le dio el alto varias veces, y a pesar de la oscuridad reinante, le disparó. El gitano corrió para esconderse en el jardín del convento, subiendo a un árbol al pié de una estatua de San José. 

La madre M Marie de Saint Clement, al oír el consiguiente alboroto, salió a ver qué pasaba, y después de asegurarse que las niñas internas que estaban en el convento no corrían peligro, volvió a donde había escuchado el ruido, en el jardín.

 Allí pudo presenciar como el gitano cayó del árbol, herido de muerte, al pié de San José. Los gendarmes rápidamente hicieron venir una unidad sanitaria para salvarlo, pero nada pudieron por él. Solo le dio tiempo al cura del convento darle la absolución “sub conditione” Al quitarle la camisa para poder hacerle la “resurrección” con electroshock, la madre M de S. Clement vio como en su  espalda tenía tatuado un Sagrado Corazón, y una frase: Solo Dios me Juzgará. A todo esto, todo el convento púsose a rezar por el pobre diablo.

Al conocer lo acontecido, la familia del gitano se dirigió al cuartel de la gendarmería para vengarse de la muerte de su hijo, pero gracias a la mediación de las monjitas se apaciguaron los ánimos y no fue a mayores. 

Al cabo de un tiempo la madre del gitano regreso al convento para darle las gracias a las monjitas por sus oraciones, y a pedirles que rezaran todavía más por él, pues se le había aparecido para decirle a su madre que así procediera. Volvió varias veces para pedir más misas y oraciones, que su hijo le mandaba pedir. Ahora las monjitas rezan a este nuevo San Dimas, el buen ladrón, y cosa que el piden del Cielo, cosa que obtienen.