De ateos a sacerdotes

AGUSTÍN MARÍA SCHOUWALOFF nació en 1804 en San Petersburgo, Rusia.
Escribió el libro de su camino espiritual, titulado Mi conversión y mi vocación
sacerdotal. Fue educado en la Iglesia ortodoxa griega. Su madre rezaba mucho por su
conversión, pues él era prácticamente ateo. Uno de los libros que más le ayudaron fue el
libro de las Confesiones de san Agustín. Al morir su esposa, él se hizo sacerdote
católico2
.
ILLEMO CAMELLI, convertido italiano, había sido socialista y ateo
revolucionario, aunque había hecho de niño la primera comunión. Una conversación
con el capuchino Padre Comini, le abrió su espíritu a Dios y a la Iglesia. Un día, como
por intuición, descubrió a Dios y sintió algo nuevo en su corazón. Dice así: Vi,
comprendí y amé. Dios es la fuerza inescrutable, oculta en todas las cosas. Él crea y
sostiene la vida. Cuando en la tarde de ese mismo día, guiado por la providencia, leí
las palabras del Apóstol: “En Él vivimos, nos movemos y existimos”, quedé como sin
aliento, paralizado por la embriaguez de espíritu y golpeando mi frente con la mano,
caí de rodillas, repitiendo entre lágrimas: “Oh Dios, Oh Dios, Oh Dios”. Tenía a Dios.
Tenía la vida. Había pasado meses y meses en una apatía de pantano y, de repente, mi
cerebro alcanzó una frescura y agilidad inusitadas. Mil problemas de la vida se me
ofrecían y para todos veía una solución nueva, inesperada
A los 29 años, el día de Navidad de 1905, se ordenó de sacerdote.

CHARLES DE FOUCAULD (1858-1916) fue educado de niño en la fe católica, pero
después de su primera comunión, perdió la fe por causa de los malos amigos. Y dice: Yo
era un impío, un egoísta. De fe en el alma no me quedaba ni huella.
Se dedicó a la carrera militar, pero fue expulsado por su mal comportamiento a
los 22 años. A partir de ahí, llevó una vida de diversión y de placer que no le daba paz a
su alma. Una mañana de octubre de 1886, estando en París, fue a la iglesia de san
Agustín y le pidió al Padre Huvelin que le ayudara a encontrar la paz. El Padre Huvelin
le dijo que se arrodillara y se confesara. Después de una larga conversación, aceptó
confesarse y así comenzó para él una nueva vida, buscando a Dios con desesperación.
Quiso entrar de trapense en la abadía de Nuestra Señora des Neiges y después en
la trapa de Akbes en Siria. Pero se dirigió a Palestina, donde estuvo un tiempo viviendo
en Nazaret y Jerusalén, siendo empleado de las religiosas clarisas. Después volvió a
Francia para prepararse al sacerdocio, que recibió el 9 de junio de 1901, a los 42 años.


Decía: En cuanto creí que existía Dios, comprendí que no podía hacer otra cosa
que vivir para Él. Ordenado sacerdote, se fue a vivir entre las tropas francesas del
Sahara, primero en Beni-Abbes. Allí rescató esclavos y atendió a los enfermos,
ayudando todo lo posible a los naturales, además de ser capellán de los soldados. Lo
llamaban el hermano universal, porque era sacerdote y hermano para todos.
Después se fue a vivir entre los tuáregs de Tamanrasset, tratando de acercarlos a
Dios, respetando sus costumbres. 

A ellos también les ayudaba con sus conocimientos
médicos, curando enfermos. Y el tiempo libre lo dedicaba a estar a solas en oración ante
Jesús Eucaristía. Decía: ¡Qué delicia tan grande, Señor, poder pasar quince horas sin
nada más que hacer que mirarte y decirte: Te amo! Allí lo asesinaron el 1 de diciembre
de 1916. Cuando lo encontraron muerto, la custodia, con la hostia consagrada, estaba
tirada en la arena a su lado.
Actualmente, hay discípulos y seguidores de Charles de Foucauld en varios
países del mundo y, concretamente, en el oasis de Beni-Abbes. Son los hermanitos y
hermanitas de Foucauld