Se va el P. General de la Compañía de Jesús y que no vuelva..




Adolfo Nicolás Pachón, Prepósito General de la Compañía de Jesús, ha anunciado que se va, convocando la Congregación General que elegirá su sucesor en 2016. Año en el que el P. Nicolás cumplirá 80 años. 

Persona de escasísimo carisma no hizo nada por remediar la gravísima crisis que atraviesan los jesuitas desde el Concilio Vaticano II. En días anteriores al mismo llegaron a superar los 36.000 miembros. Desde entonces cada año pudieron decir con verdad hoy somos menos que ayer pero más que mañana. Al día de hoy apenas superaran los 17.000 si no han perdido ya ese listón. Se han dejado en el camino más de la mitad de sus efectivos. Y la disminución continúa con trágicas perspectivas pues de los que quedan, 8.000 tienen más de 70 años y de ellos aproximadamente la mitad está incapacitada o casi para todo ministerio.  Las bajas por defunción van a ser numerosísimas en los próxinos años y las vocaciones muy escasas. Y en la Europa occidental prácticamente habrán desaparecido.

El P. Nicolás deja un Compañía secularizada, anciana, en rebeldía parte de ella con el dogma y la moral de la Iglesia y ante un negrísimo mañana. Su marcha será sin duda un alivio pero caben pocas esperanzas de que un cuerpo enfermo elija un P. General que intente revivir al moribundo. Que haría volver a los electores a la vida común, la pobreza, la oración, la sotana, la obediencia... Y están felices con la situación actual de comodidades y de hacer cada uno lo que le dé la gana. Sin tener que dar cuenta a nadie de a donde van ni de lo que hacen. Sobre todo si no piden dinero. Hay casas que no son más que un hotel donde van a comer y a dormir. Cuando van. 

Soy muy pesimista respecto a que la próxima Congregación General, ya anunciada, vaya a arreglar algo. Pero lo que es indudable es que nos librará de un inútil fracasado. Podría ocurrir, sería difícil pero en esta degradación progresiva en la que vivimos todo es posible, que el nuevo General sea todavía peor que Nicolás. Pero la desaparición del palentino es ya en sí una buena noticia. Con el sucesor cabe la esperanza, aunque sea remotísima, de que se salve la Compañía. Con Nicolás era imposible.

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