A uno al que le molestó lo de conejo

Carta al Papa de uno al que le molestó lo de conejo

Le conozco. Todo lo que dice es cierto. Una buenísima persona, católico convicto y confeso, de vida piadosa notable… Y le molestó lo del Papa.
Me he encontrado con su carta y la he reproducido. Sólo he eliminado su nombre porque no sé si quiere que aparezca. Si lo quisiera no tiene más que comunicar al Blog quién es.
Se ha molestado como bastantes otros. Y lo expresa. Se ve que no le han convencido los equilibrios de algunos explicando, una vez más, el verdadero sentido de sus palabras. Que se que ve que mucha gente normal no termina de captar. Yo no me doy por ofendido y no sólo por ser conejo de escasa efectividad, sólo tenemos cinco hijos, sino porque aunque algunos no lo crean soy de poco ofenderme. Me llaman lindezas en el Blog y ni las borro. Evidentemente me siento incluido con algunas palabras, no gratas, que Francisco dedica a los católicos pero personalmente no me doy por aludido. Ni recurro a aquello tan manido de no ofende quien quiere… Simplemente me extraño. Y puedo entender a aquellos con menos paciencia que reaccionan de otro modo.
Pero no iba a hablar de mí sino de una carta conejil que acabo de leer. Y que os reproduzco. Os advierto ya de entrada que es muy moderada. Pero sorprendida. Y también dolida.
Carta al Papa
Querido Papa Francisco: hace poco llamaste por teléfono a un miembro del Opus Dei diciendo campechanamente que le llamaba Francisco. Basándose en esa misma familiaridad con que quieres que te tratemos, me atrevo a escribirte con total sinceridad. Soy padre de familia numerosa, tengo 14 hijos y mi esposa es feliz con ellos; Algunos la denominaron ya anteriormente una “coneja” y lo decían de forma despectiva, cosa que a ella y a mi nos importaba un pimiento, aunque nos hacía responder de forma bastante brillante que acallaba a nuestros interlocutores, incluso algunos podrían decir que respondíamos con mala educación, ya que los burgueses son muy sensibles. Puede ser que fueran palabras inspiradas por el Espíritu Santo, vete tú a saber. Soy Cursillista de Cristiandad y una vez otro hermano cursillista en un precioso pueblo  de Cataluña que se llama La Bajol nos dijo en tono de broma “¿Es que a vosotros no os gusta la tele?” Yo le respondí también de forma humorística: “Nos gusta, pero lo que no sabemos es si a ti te gusta tu mujer”. Se quedó un poco parado y silencioso y se fue a dormir. Cosas del directo. Ahora leo que en el avión de Manila a Roma has dicho que “para ser buen católico no hay que tener hijos como si fueran conejos”. Lo suscribo totalmente aunque opino que  a veces hablas demasiado. Ese es mi punto de vista libre de expresar, tanto como el tuyo cuando no hablas excátedra. Mis 14 hijos no son conejos, querido Papa: son personas. En primer lugar todos son católicos y aman al Papa, no a Francisco sino al Papa; uno es sacerdote, muchos son cursillistas, varios hablan inglés, muchos catalán, otros tienen diversas carreras, todos tienen muy buen humor, son grandes patriotas, hasta tengo un síndrome de Down (esos que dicen que son peligrosos para la madre y que es un cielo de tío) y hasta una funcionaria de la Generalitat, fíjate. Ni un solo conejo entre ellos. Mi mujer es guapísima y cuando tuvo el nº 14 estaba tan atractiva que en el hospital nos preguntaron si era el primero. ¡Francisco: te has pasado! Tu expresión “como conejos” suena muy mal y en mi casa nos ha hecho reír bastante, ya que mis hijos están muy acostumbrarlos a escucharla aunque del Papa no se lo esperaban. Se esperaban, y mi mujer, la gran sacrificada de todos estos años, también. Unas palabras de aliento, cuatro o cinco, le hubieran venido bien a la Iglesia y al mundo. Luego dirás que no querías decir eso. Pero lo has dicho. Cierro con un consejo de un padre de familia de 14 hijos que se dedica a la Oratoria: piensa antes de abrir la boca. El Kempìs dice que “aunque muchas veces te arrepentirás de haber hablado nunca te arrepentirás de haber callado”.