San Antonio: estamos en espera de cambios arrolladores

San Antonio a Anne, una apóstol laica, Irlanda (mensajes aprobados por el obispo de la diócesis irlandesa a la que pertenece Anne)
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9 de Julio, 2004

San Antonio: Mis queridos amigos del mundo: en el cielo, donde eventualmente habrán de habitar, todo es bueno, todo es tranquilidad, y las gracias, que se originan en la fuente divina, fluyen libremente de un alma a otra. 

Ciertamente gozamos de paz. Dicho esto, también diré que nos mantenemos alertas porque, al igual que ustedes, estamos en espera de los arrolladores cambios que alterarán la forma en que vive el mundo. Nos alegramos por ustedes queridas almas, ya que el mundo que les ha tocado experimentar es muy infeliz. Ustedes no alcanzan a comprender cuán difícil resulta todo esto, porque no lo pueden comparar con la visión celestial que tenemos nosotros. Quizás algunas almas mayores recuerden que la oscuridad y la confusión en su mundo nunca había llegado a tales niveles, al grado que la generación actual tiene un gran vacío porque desconoce lo que es la bondad. Muchos jóvenes del mundo contemporáneo nunca han experimentado ni la bondad ni la paz, porque cerca de ellos no hay almas siguiendo a Cristo. 

¿Se pueden imaginar lo que esto nos hace sentir? Si no fuera a haber cambios nos sentiríamos inútiles; pero los cambios están por llegar y eso nos provoca vigor y optimismo. A todos se nos ha encomendado colaborar junto

todos se nos ha encomendado colaborar junto con ustedes para lograr los cambios en el ámbito terreno, por así decirlo, y con ello me refiero a las almas. Es posible que se sientan fuera de control porque no eligieron este tiempo y porque quizás decidan no participar en los eventos que traerán los Tiempos Nuevos, eso es cierto, pero les pido que vean las cosas desde mi perspectiva. Yo soy uno de los que amaron profundamente a Jesús y que intentó servirlo de la mejor manera posible. Cuando veo las oportunidades que ustedes tienen de servir al Reino, en verdad me siento celoso en el buen sentido. Si fueras un gran artista y estuvieras admirando la obra de otro gran artista, quizás pensarías “yo lo haría de otra forma.” Y aunque tu forma de ver las cosas sea diferente, también admiras y respetas la obra de tu colega. Así pasa con nosotros: vemos con profundo respeto y admiración la forma en que todos ustedes están sorteando estos tiempos, y estamos siempre dispuestos a darles algún consejo y alentarlos. 

¿Ahora comprenden? Somos como soldados que se han tenido que enfrentar exactamente a los mismos enemigos y a las mismas estrategias. Cuando sientan que algo los está obstaculizando, soliciten nuestra ayuda, y comprendan que nosotros vemos desde arriba, por decirlo de alguna manera; podemos observar con mayor claridad lo que está delante de ustedes y los podemos ayudar a apartarse de posibles peligros y trampas. 

Yo soy Antonio; los amo mucho y los considero  mis amigos más cercanos. Sólo quiero ayudarlos y no me canso de agradecer a Jesús que me haya permitido comunicarme con todos ustedes los que habitan en la tierra. Yo soy su amigo. Hablen conmigo y permítanme ayudarlos. En el cielo tienen muchos amigos y ahora es cuando deben solicitar nuestra ayuda porque para estos tiempos se nos ha concedido mayor poder de intercesión. 

Todos juntos trabajaremos para ayudarles en este tiempo de transición que traerá como resultado una tierra notablemente más hermosa. Su única prioridad debe centrarse en el servicio que presten diariamente; el cielo se encargará de todo lo demás. Jamás le hagan lugar al desá- nimo porque, en verdad, no hay necesidad de ello.