7 consejos para la confesión

La confesión es el Sacramento de la Reconciliación. Antes de realizar una confesión, primero hay que tener conciencia de lo que vamos a decir, hay que hacer un esfuerzo en recordar todos esos pecados cometidos tanto voluntarios como involuntariamente en nuestra vida (examen de conciencia).
Hay que hacer como una recapitulación de nuestras vidas, a la luz de la Palabra de Dios, a la luz de los mandamientos del Amor de Dios, y no solo las que ocurrieron después de la última confesión, sino también, aquellos que no logramos decir por causa de omisión u olvido. Recuerda que los pecados mortales se han de confesar en el nº exacto y si no se recuerda un nº aproximado
buenos consejos de San Francisco de Sales:
1.- Confiésate devota y humildemente cada ocho días: Aunque la conciencia no te acuse de ningún pecado mortal; de esta manera, en la confesión, no sólo recibirás la absolución de los pecados veniales que confieses, sino también una gran fuerza para evitarlos en adelante...
2.- Ten siempre un verdadero disgusto por los pecados confesados: Por muy pequeños que sean, haz un firme propósito de enmendarte en adelante. Muchos confiesan los pecados veniales por costumbre y como por cumplimiento, sin pensar para nada en su enmienda, por lo que andan, durante toda su vida, bajo el peso de los mismos, y, de esta manera, pierden muchos bienes y muchas ventajas espirituales...
3.- No hagas acusaciones superfluas, que muchos hacen por rutina: Evita decir: «No he amado a Dios como debía»; «no he rezado con la debida devoción»; «no he amado al prójimo cual conviene»; «no he recibido los sacramentos con la reverencia que se requiere», y otras cosas parecidas... diciendo esto, no le das un detalle a tu confesor del estado de tu conciencia... Examináte en las cosas específicas de la que hayas de acusarte, y, cuando las hayas descubierto, acúsate de ellas, con sencillez e ingenuidad: «he visto un pobre necesitado, y no lo he socorrido como podía»
4.- No te limites a decir los pecados veniales en cuanto al hecho; antes bien, acúsate del motivo que te ha inducido a cometerlos.
5.- No te contentes con decir que has mentido sin dañar a nadie: di si lo has hecho por vanagloria, para excusarte o alabarte, en broma o por terquedad.
6.- Di si te has dejado llevar del placer en la conversación, y así de otras cosas. Di si has caído muchas veces en esta falta, pues la duración acrecienta el pecado, porque es mucha la diferencia entre una vanidad pasajera, que aquella que ha recreado en nuestro corazón, durante algún tiempo


7.- Conviene decir el hecho, el motivo y la duración de los pecados, pues los que quieren purificar bien sus almas, para llegar más fácilmente a la santa devoción, han de ser muy diligentes en dar a conocer al médico espiritual el mal, por pequeño que sea, del cual desean ser curados.