Testimonio: La pierna izquierda del infierno

Mary K Baxter fue llevada varias veces al Infierno por Jesús y escribió el libro Una revelación divina del InfiernoResultado de imagen para mary k baxter

Capítulo 2:  La pierna izquierda del infierno
Un olor horrible llenaba el aire. Jesús me dijo: “En la pierna izquierda del infierno hay muchas fosas. Este túnel lleva a muchas partes del infierno, pero pasaremos un tiempo primeramente en la pierna izquierda.”
Las cosas que estás por ver siempre estarán contigo”. El mundo tiene que saber de la realidad del infierno. Muchos pecadores, aún mucha gente mia no creen que el el infierno es real. Yo te he escogido para que le reveles estás verdades a ellos. Todas las cosas que te voy a enseñar acerca del infierno y todas las otras cosas que te enseñaré son verdaderas.”
Jesús se me presento en forma de una luz brillante, más brillante que el sol. La forma de un hombre estaba en el centro de la luz. Algunas veces vi a Jesús como hombre, pero en otras ocasiones en la forma de un Espíritu.
El habló otra vez, “Hija, cuando yo hablo, el Padre ha hablado. El Padre y Yo somos uno. Acuérdate de amar sobre todas las cosas y a perdonarse los unos a los otros. Ven ahora, sígueme.” Mientras caminabamos, espíritus malignos huían de la presencia del Señor Oh Dios, oh Dios yo exclamé, “que viene ahora?” Como ya lo he declarado, yo tenía todos mis sentidos en el infierno. Todos los que están en el infierno poseen todos sus sentidos. Los míos estaban trabajando con toda fuerza. Había temor en cada lado, y peligros inexpresables estaban por doquier. Cada paso que daba era más horrible que el ya dado. Habían puertas arriba del túnel del tamaño de pequeñas ventanas, que se abrían y cerraban ligeramente. El aire estaba lleno de gritos cuando muchas criaturas malignas volaban cerca de nosotros, y fuera de las puertas del infierno. Pronto estábamos al final del túnel. Yo estaba temblando de miedo debido al peligro y temor que había a nuestro alrededor.
Yo estaba tan agradecida por la protección de Jesús. Yo le doy gracias a Dios por su gran poder para protegernos — aún en las fosas del infierno. Pero aún con ese escudo de protección, yo continuaba pensando, no mi voluntad, Padre, sino la tuya sea hecha. Yo mire mi cuerpo y por primera vez me di cuenta que estaba en forma de espíritu, y mi forma era como yo era. Yo pensaba sobre lo que vendría después.
Jesús y yo nos salimos del túnel a un camino con pedazos anchos de tierra en cada lado. Habían fosas de fuegos en todos los lugares hasta donde podía llegar la vista. Las fosas eran de cuatro pies de ancho y tres pies de hondo y tenían la forma de un tazón. Jesús dijo, “Hay muchas fosas como estas en la pierna izquierda del infierno. Ven, yo te enseñaré algunas de ellas.”
Yo me paré al lado de Jesús en el camino y miré dentro de una de las fosas. Había azufre enterrado en sus lados y brillaban como carbones calientes de fuego. En el centro de la fosa estaba un alma perdida que había muerto y llegado al infierno. Desde el fondo de la fosa comenzaba el fuego que subía y arropaba el alma perdida con llamas ardientes. En un momento el fuego se apagaba y se volvía a encender y después con un sonido fuerte pasaba otra vez sobre el alma atormentada en la fosa.
Yo miré y vi esta alma perdida en la fosa, enjaulada dentro de una forma de esqueleto. “Mi Señor,” exclamé por lo que vi, “ la puedes dejar salir?” que terrible era esa escena! Yo pensé, ésta podría ser yo y le dije, “Señor, que triste es ver y saber que un alma viviente esta en ese lugar.”
Yo escuché un grito del centro de la primera fosa. Vi un alma en la forma de un esqueleto, gritando, “Jesús, ten misericordia.” “ Señor!” yo dije, era la voz de una mujer. Yo la miré y quería sacarla del fuego. El verla me rompió el corazón.
La forma de esqueleto de una mujer con un velo de color gris adentro estaba hablando con Jesús. Yo la escuchaba en estado de choque. De sus huesos colgaban pedazos de carne podridos y según se quemaba se caía al fondo de la fosa. Donde antes estuvieron colocados sus ojos, solo habían huecos vacíos y no tenía cabellos.
El fuego comenzó en sus pies con pequeñas llamas creciendo hasta subir por todo su cuerpo. La mujer parecía estar quemándose constantemente aún cuando las llamas eran solo brasas. Desde lo mas adentro de ella salían gritos y ayes de desesperación: “Señor, Señor, Yo quiero salir de este lugar!”
Ella continuaba tratando de alcanzar a Jesús. Yo miré a Jesús y había mucha tristeza en su rostro.
Jesús me dijo, “Mi hija, tu estás aquí conmigo déjale saber al mundo que el pecado resulta en la muerte, que el infierno es real.”Miré a la mujer otra vez, y gusanos salían de los huesos de su esqueleto. El fuego no le hacia daño. Jesús dijo, “Ella conoce y siente esos gusanos por dentro.”
Yo grité “Ten misericordia!” cuando el fuego alcanzó su altura y se encendía otra vez. La forma del alma de esta mujer fue estremecida con fuertes gritos y un profundo sollozo. Ella estaba perdida. No había salida.
Jesús porqué está ella aqui?” le pregunté en voz baja, pues tenía mucho miedo. Jesús dijo, “Ven.”
El camino en el cual estábamos era como un circuito, girando dentro y afuera de estas fosas de fuego hasta donde podía alcanzar nuestra vista. Los gritos de los muertos vivos, llenos de quejas y lamentos llegaban a mis oídos desde todas las direcciones. Nunca había silencio en el infierno. El olor a muerte y carne podrida flotaba intensamente en el aire.
Llegamos a la próxima fosa. Dentro de esta fosa que era del mismo tamaño de la anterior, había una forma de esqueleto. Se escuchaba la voz de un hombre que gritaba desde una cueva, diciendo, “Señor, ten misericordia de mi.” No podía saber si el alma era un hombre o una mujer hasta el momento en que hablaban.
Grandes lamentos y sollozos salían de este hombre. “Jesús, lo siento mucho. Perdóname, sácame de este lugar. He estado en este lugar de tormento por años. Te lo ruego, sácame de aqui!” Grandes sollozos estremecian el marco esqueletal mientras rogaba, “ Por favor, Jesús, sácame de aqui!”
Yo miré a Jesús y pude ver que El también estaba llorando. El miró hacia arriba y dijo, “Mi Padre, Mi Padre, ten misericordia!” “Señor Jesús,” el hombre gritó desde la fosa en fuego, “ No he sufrido lo suficiente por mis pecados? Han pasado cuarenta años desde mi muerte.”
Jesús dijo, “ escrito está, el justo por la fe vivirá!” Todos los burladores e incrédulos tendrán su parte en el lago de fuego. Tu rehusaste creer la verdad. Muchas veces mis gentes te fueron enviados para enseñarte el camino, pero tu no los querías escuchar. Tu te reiste de ellos y rehusaste el evangelio. Aunque yo morí por ti en una cruz, tu te burlaste de mi y no te arrepentistes de tus pecados.
Mi Padre te dió muchas oportunidades para ser salvo. Si solamente hubieras escuchado.” Jesús lloró.
Yo lo se, Señor, lo se,” grito el hombre. “Pero yo me arrepiento ahora.”
Ya es muy tarde,” dijo Jesús. “El juicio ya está determinado.”
El hombre continuó, “Señor, algunas de mis gentes vienen para este lugar, porque ellos tampoco se quieren arrepentir. Por favor, Señor, déjame ir a decirles que tienen que arrepentirse de sus pecados mientras están todavia en la tierra. Yo no quiero que ellos vengan aqui.”
Jesús dijo, “Ellos tienen predicadores, maestros, ancianos— todos ministrando el evangelio. Ellos se lo dirán. Ellos también tienen la ventaja de los modernos sistemas de comunicación y muchas otras maneras para aprender de mi. Yo les he enviado obreros para que puedan creer y sean salvos. Si ellos no creyeren cuando escuchen el evangelio, tampoco serán persuadidos aunque alguien resucite de los muertos.”
Con esto, el hombre se llenó de mucha ira, y comenzó a maldecir. Palabras malignas y blasfemas salieron de el. Yo miré con horror mientras las llamas subieron y su carne muerta y podrida comenzó a quemarse y a caerse. Yo ví su alma dentro de un cascarón de hombre. Esta parecía un velo gris sucio, y llenaba la parte interna del esqueleto.
Me volví hacia Jesús y grite, “ que horrible!”
Jesús dijo, “el infierno es real; el juicio es real. Mi hija, los amo tanto. Esto es solamente el comienzo de las cosas espantosas que tengo que enseñarte. Hay mucho más todavía por venir. Dile al mundo en mi nombre que el infierno es real; que los hombres y las mujeres tienen que arrepentirse de sus pecados. Ven y sigueme. Tenemos que seguir adelante.
En La proxima fosa vi a una mujer de cuerpo pequeño que parecía tener como unos 80 años. No puedo decir como sabía su edad, pero lo sabía. Su piel era removida de sus huesos por las contínuas llamas y solamente permanecían los huesos con un alma de un velo gris sucio adentro. Yo la observaba mientras el fuego la quemaba. De pronto solamente quedaban los huesos y los gusanos deslizándose por dentro los que el fuego no los podía quemar.
Señor, que terrible,” yo grité, “yo no sé si puedo continuar, pues esto es increiblemente horrible.” Hasta donde podía llegar mi vista, se veían las almas quemándose en cuevas de fuego.
Mi hija, ésta es la razón por la cual estás aqui,” respondió Jesús. “Tu debes de conocer y contar La verdad acerca del infierno. Ei cielo es real! El infierno es real! Ven, tenemos que seguir hacia adelante.”
Miré hacia atrás a la mujer. Sus gritos eran tan tristes. Mientras yo la miraba, ella juntó sus manos delgadas, como si estuviera orando. Yo no podía más que llorar. Yo estaba en forma de espíritu, y estaba llorando. Yo sabía que la gente en el infierno también sentían todas estas cosas.
Jesús conocia mis pensamientos. “Si, mi hija,” El dijo, “ellos sienten.” “Cuando la gente viene aquí, tienen los mismos sentimientos y pensamientos como cuando estaban en la tierra. Ellos se acuerdan de sus familias y amigos y todas las veces que tuvieron oportunidades de arrepentirse, pero rehusaron hacerlo. La memoria siempre está con ellos. Si solamente hubieran creído el evangelio y se hubieran arrepentido antes que fuera demasiado tarde.”
Yo miré a la anciana otra vez, y esta vez note que solamente tenía una pierna, y parecía que habían agujeros que habían sido taladrados en los huesos de sus caderas. “ Jesús qué es esto, le pregunté. El dijo, “Hija, mientras ella estaba en la tierra, tenía cáncer y estaba en gran dolor. Le hicieron cirugía para salvar su vida. Ella fue una anciana llena de amargura postrada en una cama por muchos años. Muchas de mi gente fueron a orarle y a decirle que yo podía sanarle. Ella dijo, “Dios me hizo esto,” y no quiso arrepentirse y creer en el evangelio. Ella, aún me conoció a mi, pero al tiempo llegó a odiarme.
Ella dijo que no necesitaba a Dios y no quería que yo la sanara. Sin embargo, aunque le rogué, todavía queriendo ayudarla, sanarla y bendecirla, ella me volvió la espalda y me maldijo. Ella dijo que no me quería. Mi Espíritu le rogó a ella. Aún después de haber volteado su espalda contra mi, yo todavía trataba de atraerla por mi Espíritu, pero ella no quiso escuchar. Al fin murió y llegó aqui.”
La mujer le grito a Jesús, “Señor Jesús, por favor perdóname ahora. Yo siento no haberme arrepentido cuando estaba en la tierra.” Ella le gritaba con grandes sollozos a Jesús. “ solamente me hubiera arrepentido antes que fuera muy tarde! Señor, ayúdame a salir de aqui. Yo te serviré. Yo seré buena. No he sufrido lo suficiente? ,Por qué esperé hasta que fuera muy tarde? Oh, por qué esperé hasta que tu Espíritu dejó de tratar conmigo?”
Jesús le dijo a ella, “tu tuviste oportunidad tras oportunidad para arrepentirte y servirme.” La tristeza se veía escrita sobre el rostro de Jesús mientras nos alejábamos. Mientras yo miraba la anciana lloraba, y pregunté, “Señor, qué es lo próximo? ”
Yo sentía temor a mi alrededor. Por doquier había tristeza, gritos de dolor y una atmósfera de muerte. Jesús y yo caminamos en dolor y pena hacia la próxima cueva. Solamente por su fuerza yo podía continuar. A una larga distancia todavía podía escuchar los gritos de arrepentimiento y ruegos por el perdón de la anciana.Si solamente hubiera algo que yo pudiera hacer para ayudarla! Yo pensé. Pecadores, por favor no esperen hasta que el Espíritu de Dios deje tratar con ustedes.
En la próxima fosa estaba una mujer arrodillada, como si buscara algo. Su forma de esqueleto también estaba lleno de agujeros. Sus huesos se le salían y su vestido rasgado estaba en fuego. Su cabeza era calva, y donde antes estuvieron su naríz y sus ojos, solo habían agujeros. Un pequeño fuego ardía alrededor de sus pies donde estaba de rodillas, y metía las uñas en las paredes de La cueva de azufre. El fuego se pegaba a sus manos y la carne muerta caía de ella mientras escarbaba.
Estaba conmovida con sollozos tremendos. “Oh, Señor, Oh Señor,” ella gritaba, “Quiero salir de aqui.” Cuando mirábamos, ella finalmente alcanzó la parte de arriba de la fosa con sus pies. Yo pensé que ella iba a poder salir, cuando de repente un demonio grande con alas inmensas que parecían estar rotas por arriba y que colgaban de sus lados, corrió hacia ella. Su color era marrón con negro y tenía cabellos en todo lo que era su cuerpo. Sus ojos estaban colocados en la parte trasera de su cabeza y era como del tamaño de un oso. El demonio corrió hacia la mujer y la empujó fuertemente de espaldas hacia la cueva en el fuego. Yo la miré con horror mientras caía y sentí mucha pena por ella. Yo quería tomarla en mis brazos y recibirla para pedirle a Dios que la sanara y la sacara de aquel lugar.
Jesús leyó mis pensamientos y dijo, “Mi Hija, el juicio ha sido determinado. Dios ha hablado. Aún cuando era una niña, la llamé y llamé para que se arrepintiera y me sirviera. Cuando ella tenía dieciseis años, yo vine a ella y le dije, yo te amo. Dame tu vida, ven y sígueme, porque te he llamado con un propósito especial. La llamé durante toda su vida, pero ella no me escuchó, solo dijo, “Un día te serviré. Yo no tengo tiempo para ti ahora, no tengo tiempo, tengo que gozar la vida. No tengo tiempo, para servirte, Jesús. Lo hare mañana.” El mañana nunca llegó, pues esperó demasiado.
La mujer le grito a Jesús, “Mi alma está verdaderamente en tormento. No hay salida. Yo se que quería el mundo en vez de ti, Señor. Yo quería riquezas, fama, y fortuna, y lo conseguí. Yo podía comprar todo lo que deseaba; yo era mi propio jefe. Yo era la más hermosa y la mujer mejor vestida de mi tiempo. Y tenía riquezas, fama y fortuna, pero encontré que no me las pude llevar al morir. Oh, Señor, el infierno es horrible. No tengo descanso ni de dí ni de noche. Estoy siempre en dolor y tormento. Ayúdame Señor,” gritó ella.
La mujer miró hacia Jesús con muchos deseos y dijo, “Mi dulce Señor, si solamente te hubiera escuchado! Me arrepiento por siempre. Yo planeaba servirte algún día cuando estuviera lista. Yo pensé que tu siempre me estarías esperando, pero que equivocada que estaba!
Debido a mi belleza, yo era una de las mujeres más buscada de mi tiempo. Yo sabía que Dios me llamaba a arrepentirme. Toda mi vida me atraía con cuerdas de amor y pense que yo podía utilizar a Dios como utilizaba a todos los demás, que El siempre estaría esperándome. Oh si, yo utilicé a Dios! El trataba tanto para conseguir que yo le sirviera, y todo el tiempo yo pensé que no lo necesitaba. Oh qué equivocada estaba! satanás comenzó a utilizarme, y comencé a servir a satanás más y más. Al final lo amaba más que a Dios. Yo amaba el pecar y no quería volverme hacia Dios.”
Satanás utilizó mi belleza y mi dinero, y todos mis pensamientos estaban puestos en todo el poder que él me daría. Aún así, Dios continuaba llamándome, pero yo pense, tengo el mañana u otro día.
Y un día mientras viajaba en un auto, mi chofer chocó contra una casa, y morí. “Señor por favor dejame salir”! Mientras hablaba sus manos delgadas y brazos se extendieron hacia Jesús mientras las llamas continuaban quemándola.
Jesús dijo, “El juicio ha sido determinado.” Las lágrimas corrían por sus mejillas según nos movíamos a la otra fosa. Yo lloraba por dentro debido a los horrores del infierno. “Señor Jesús,” yo grité, “El tormento es muy real. Cuando un alma viene a este lugar, no hay esperanza, vida, o amor. El infierno es demasiado real.” No hay salida, yo pensé. Ella tiene que quemarse para siempre en estas llamas.
El tiempo se está acabando,” dijo Jesús. “Nosotros regresaremos mañana.”
Amigo, si estás viviendo en pecado, por favor arrepiéntete, arrepiéntete y retorna a El ahora mismo. Vive una vida buena y afírmate en la verdad. Despierta antes que sea muy tarde y vivirás para siempre con el Señor en el cielo.
Jesús habló otra vez, “El infierno tiene un cuerpo (como una forma humana) acostado de espalda en el centro de la tierra. El infierno está moldeado como un cuerpo humano muy grande y con muchos cuartos de tormento.”
Acuérdate de decirle a la gente de la tierra que el infierno es real. Millones de almas perdidas están aquí, y cada día llegan más. El Día del gran Juicio, la muerte y el infierno serán lanzados en el lago de fuego y esa será la segunda muerte.”