3 meses de prisión por abofetear a su hijo

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Esto marcha: un padre ha sido condenado a tres meses de prisión por abofetear a su hijo de 13 años. Está claro, se trata de inadmisible violencia doméstica y debe ser severamente castigado, dado que vivimos en la era de la estafa feminista sobre violencia doméstica.
Ojo al dato: el adolescente de marras llega a casa a la hora que le viene en gana, un día sí y otro también. No hace ni pajorero caso y se enfrenta a su padre, hasta que su loado progenitor tiene que arrearle un sopapo. Inadmisible: yo le habría arreado dos, así me cayeran seis meses. Al progenitor, tras denuncia filial, le han caído tres.

Es cierto que ni el bien, ni la verdad, ni la belleza, se enseñan a bofetadas pero también lo es que la educación en libertad no existe, pues, como recordaba Chesterton, si le das a elegir al adolescente cómo quieres ser educado responderá que no quiere ser educado en modo alguno (y si es un niño no sabrá qué responder). Lo que pretende un adolescente, por ejemplo, es hacer lo que le viene en gana. Y así, educar es coaccionar. Por supuesto que sí. Debes hacer esto. Puedes aceptar que debes hacerlo libremente pero, si no lo haces, se te obligará a hacerlo o a aprenderlo.

Mujeres y discentes apelan a la evitable violencia física pero siempre esconden la violencia psíquica de la injuria, la humillación, el menosprecio, etc. Es decir, la violencia que practican las mujeres y los adolescentes con envidiable soltura. Las primeras porque constituyen su mejor arma -la lengua- frente al varón; los segundos porque no se aguantan a sí mismos.

Por lo demás, es otra intromisión del Estado en la familia, que es el comienzo de toda dictadura. Ahora con pena de cárcel. No me extraña que muchos hombres traten de alejarse de esos dos colectivos: mujeres y niños y adolescentes. Y no me extraña que muchos padres, y madres, abdiquen de su obligación de educar. Y estoque es grave.
Y no olviden otra cosa muy importante: si las relaciones familiares se deben basar, al igual que el comercio o el mundo laboral en la mera contraprestación, ¿por qué el ciudadano hijo debe vivir de gorra del ciudadano padre?

Hispanidad.com