El Castigo según Garabandal

EL CASTIGO
Nos cuenta Conchita en uno de sus escritos.
“El castigo está condicionado a que la humanidad haga caso o no de los mensajes de la Virgen y al milagro. En caso de que suceda, yo sé en qué va a consistir, porque yo he visto el castigo; si puedo asegurar que si viene es peor que si estuviéramos envueltos en fuego; peor que si tuviéramos lumbre por arriba y lumbre por abajo. No sé el tiempo que pasará para que Dios lo envíe, después de hecho el milagro”.
El castigo de Garabandal nos recuerda a aquellos que habla la Sagrada Escritura en sus páginas: es la revelación al hombre de su condición de pecador, de la relación estrecha entre pecado y castigo y de un Dios que juzga y salva; pues el Castigo no es otra cosa que una sanación medicinal que busca restablecer el camino recto. Para unos será un callejón sin salida y su condenación eterna; para otros, la invitación a “volver” a Dios.
La Santísima Virgen en Garabandal no viene a “predecir” un castigo; vine a darnos los medios para evitarlo: “no quiero vuestra condenación”, dirá la Virgen en su mensaje. Pero, si rehusamos a obedecer la llamada de Dios a la conversión, si mantenemos nuestra voluntad de rechazo, se nos cerrará la remisión y la cólera de Dios caerá sobre nosotros… y esto será el castigo anunciado.
El castigo fue anunciado por las niñas en el primer mensaje el 18 de octubre, de 1961. Las niñas relataron que el castigo, según pudieron “verlo” la noche del 19 y 20 de junio, de 1962:
“Era similar a ríos transformados en sangre, fuego que baja del cielo y cosas peores; gran calor, sed abrasadora y el agua que se evaporará; todos los hombres presos de la desesperación buscando matarse unos a otros, pero al faltar las fuerzas, caerán: unos en las llamas y otros lanzándose al mar, pero el agua parecerá hervir y activar las llamas”.