¿Por qué el clero antepone erradicar la pobreza a salvar almas?

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Francisco con el abortista Ban Ki Moon
Según explica el vaticanista Andrés Beltrano Álvarez para las páginas de Vatican Insider, la encíclica ya está terminada y se encuentra en fase de traducción. Verá la luz en junio, pero las críticas ya arrecian, especialmente animadas después de la conferencia Proteger la tierra, ennoblecer la humanidad. Las dimensiones morales de los cambios climáticos y el desarrollo sostenible. Organizada por la Pontificia Academia de las Ciencias el 28 de abril, contó con la presencia del secretario general de las Naciones Unidas, Ban ki-Moon abortista y partidario drástico de la planificación familiar y de Jeffrey Sachs, director del Earth Institute de la Universidad de Columbia promotor acérrimo del control de población.
Las reacciones fueron inmediatas. “El secretario general de la ONU y Jeffrey Sachs pasaron gran parte de la última década oponiéndose a la Iglesia Católica y promoviendo el aborto y el control demográfico en todo el mundo. No obstante, fueron agasajados por el Papa en el Vaticano y sus principales asesores porque también son promotores de uno de los grandes engaños políticos de todos los tiempos, el denominado ‘cambio climático’. Qué triste día”, comentó el boletín Friday Fax (10.05.2015), de la organización C-Fam.


Blog Panorama Católico:
El Card. Rodríguez Maradiaga trata de desviar el punto a la cuestión “ética”, pero asume que existe un “calentamiento global” producido por la industrialización.  Es decir, parte de un dato científico-técnico cuanto menos dudoso porque muchos científicos tienen serias dudas sobre las causas de este aumento relativo de las temperaturas.

Aunque existiera un aumento de la temperatura causado por prácticas industriales inadecuadas, el problema “ético” no radica en el uso o no de tales o cuales combustibles, lo cual es un tema completamente ajeno al Magisterio, sino en la racionalidad de las conductas. Este sí es un tema propio del Magisterio de la Iglesia. No se trata avalar un nuevo decálogo ecologista con mandamientos tales como “no talarás árboles”, “no usarás combustibles fósiles”, “no instalarás fábricas”, ni toda la “doctrina” que sigue esta ideología con ballenas y osos panda incluidos. Se trata de que no se debe actuar de un modo irracional.

Pero la racionalidad supone un principio desde el cual se razona. Si ese principio es que los animales son más importantes que los hombres, o que los árboles deben permanecer plantados aunque no haya tierra de cultivo para producir alimentos, lo irracional y desviado es el principio mismo.

Por eso, la invitación a estas personas cuya ideología consiste en rendir un culto pagano a “la naturaleza” y sacrificar a ella las vidas de los que hay que abortar o impedir que nazcan para que no coman ni “contaminen” (algo, según su “científica” visión, necesario) significa avalar, al menos como autoridades en la materia a quienes razonan de un modo completamente desviado. Ningún árbol ni bosque vale más que las personas. Y lo que la Iglesia busca salvar son las almas,  no las ballenas.

Resulta, además, contradictorio que quienes se proponen “erradicar la pobreza”, y en esto lamentablemente también el clero, con el papa mismo a la cabeza y otros papas antes que él se han sumado al ideologismo moderno, digo, si hay que “erradicar la pobreza” mal puede hacerse limitando la industria y sobre todo impidiendo que nuevas tierras cultivables se incorporen a la producción. Porque sin alimentos no se puede “erradicar” la pobreza.

Pero he escrito “erradicar” entre comillas, porque el concepto mismo es antievangélico y va contra la esencia misma de la doctrina cristiana. “A los pobres siempre los tendréis con vosotros” (Mt. XXVI, 11). (*) Y lo mismo puede decirse de las enfermedades, las miserias morales, la muerte, los infortunios, las desigualdades… Siempre estarán entre nosotros porque esta tierra es un “Valle de Lágrimas”, y en ella estamos para merecer el cielo.

Basta ya de proclamar estúpidamente “nunca más”. Las cosas seguirán siendo como han sido desde el pecado de Adán y Eva. Y con la ayuda de la gracia y la vida virtuosa podremos hacer que el mundo sea un anticipo del cielo allí donde los corazones de los hombres tengan su tesoro en el Cielo.

¿Por qué el clero oficialmente ha asumido que debe trabajar para “promover la erradicación de la pobreza” cuando su deber es promover la salvación de las almas? ¿Por qué ha asumido esta convicción materialista de que el paraíso está o debe estar en la tierra, como piensan los liberales o los marxistas? Sin duda está relacionado con el triunfo del progresismo neomodernista en el Concilio Vaticano II y sus consecuencias. Si no se entiende esto, todo se vuelve incomprensible.

La Iglesia siempre ha sido adalid de la Caridad, que obliga entre muchas cosas a la asistencia para el alivio de la pobreza, la enfermedad, el sufrimiento moral, la injusticia, etc. Un alivio que siempre es pasajero, efímero, como la vida humana misma.

Se alivia a los pobres, a los enfermos por amor a Dios, por misericordia, pero no se los debe engañar diciéndoles que en un futuro no habrá ya pobreza. Ni se debe engañar a los que no viven en la pobreza invitándolos a abrazar como ideal cristiano “la lucha para erradicar la pobreza”, ni de modo pacífico ni mucho menos violento, porque es algo que Dios mismo nos ha revelado no sucederá.

El “alivio” del sufrimiento es obra de misericordia material, cuyo objeto es disponer las almas a la Fe, al amor a Dios, a la aceptación de su santa voluntad, la cual se manifiesta con misteriosos designios como la enfermedad o la muerte prematuras, la ruina injusta, la opresión, la guerra. Cosas malas que Dios permite porque el mundo está bajo las consecuencias del pecado original. Y porque Él tiene un designio para cada alma, cuya salvación depende de abrazar la voluntad de Dios. “Si alguno quiere seguirme, renúnciese a sí mismo, tome la cruz y venga tras de Mí” (Mt. XVI, 24).

Por eso no hay nada más antievangélico que la agenda mundialista, con su falsa misericordia y sus promesas también falsas de paz universal, eliminación de los sufrimientos, etc. Y sus métodos según los cuales para que algunos seres humanos vivan confortablemente hay que hacer desaparecer a muchos otros (aborto, esterilización, etc.)

La presencia de estos personajes siniestros y el compromiso oficial de la iglesia neomodernista en esta agenda mundialista es un apostasía de los ideales evangélicos, es tirar a la basura las enseñanzas de Cristo, lo que la propia Iglesia ha conservado y trasmitido desde Pedro hasta hace pocos años.

Diga lo que diga la nueva “encíclica” sobre la ecología y el desarrollo sustentable será ya un horror, salvo que condene estas ideologías que hoy parece promover. El espíritu del Evangelio es poner la esperanza en el Cielo y obrar el bien en la tierra para merecerlo. Tanto los particulares, como las instituciones y los Estados. Si se quiere algún alivio de los males que nos aquejan, eso es lo que se debe predicar, y no las ilusiones del hombre, más bien sus locuras.

Dios nos ampare y nos guíe a allí donde la Iglesia aún es fiel a sí misma.

(*) El pasaje completo es muy interesante: los discípulos se quejan de que se ha derramado un precioso ungüento sobre los pies de Jesús. “Para qué este desperdicio? Se podía vender por MUCHO DINERO y darlo a los pobres. Más Jesús notándolo les dijo: ”¿Por qué molestáis a esta mujer? Ha hecho una buena obra conmigo, porque a los pobres los tendréis siempre con vosotros, pero a mí no me tenéis siempre”.

A propósito de la doctrina del sufrimiento humano permitido por Dios, ver también Haz bien, pero mirando a quien...