Dios es un “mal comerciante”

Ago 15_01 “Vuestro paso por la Tierra tiene una razón y misión muy grandes”.ImprimirE-Mail

Mensaje de la Santísima Virgen María a Javier Viesca, México.

Hijitos Míos, Mis pequeños, hoy os quiero recordar lo que ya Mi Hijo Jesucristo y Yo misma os hemos dicho muchas veces, que no estáis aquí en la Tierra por casualidad ó por obligación, vuestra estancia sobre la Tierra, vuestro paso por ésta Tierra, tiene para cada uno de vosotros una misión y una razón muy grandes, la de ser corredentores y este acto tan grande y de tanta responsabilidad se desarrolló como un acto vuestro en TOTAL LIBERTAD y de TOTAL DONACION a la voluntad de vuestro Dios.
Vuestro paso sobre la Tierra debe ser éso, sólo tránsito, sólo un momento, sólo el tiempo necesario para cumplir con la tarea que vosotros, con amor y libertad, aceptasteis de vuestro Dios. Él siempre respeta la libertad de las almas, nunca impone algo, porque si así lo hiciera, estaría actuando en contra de Sus Enseñanzas, por ello debéis estar seguros que vuestra donación fue libre y espontánea y vuestro Padre os lo agradece compartiéndoos, también, el título de corredentores, al ayudar a Su Hijo Jesucristo en la salvación de vuestros propios hermanos.
Yo, como Virgen y Madre, también comparto el título de Corredentora por haber sido escogida por la Santísima Trinidad para traer al Mundo a Mi Dios Salvador y que de Mí se encarnara, que tomara de Mi Carne Virginal, libre de todo mal, libre de toda culpa, libre de toda corrupción que el pecado causó a la Obra de Creación de Nuestro Padre Dios. Y por el hecho de que Mi Carne y todo Mi Ser se mantuvieron Puros y Virginales, fui elevada al Cielo en Cuerpo y Alma al llegar el final momento de Mi Misión sobre la Tierra.
Sí, Mi Misión sobre la Tierra terminó, pero Mi Misión como Madre de todos vosotros, no. Esta sigue y sigo viendo por la salvación de cada uno de vosotros. Si a Mi Hijo lo acompañé, durante toda Su Vida hasta el momento de Su Muerte, también a cada uno de vosotros os acompaño durante toda vuestra vida, Me queráis ó no, Me aceptéis ó no, Me busquéis ó no.
Mi Hijo, sobre la Cruz, Me dió la tarea de ver por todos vosotros, TODOS VOSOTROS, sin distinción de raza, credo, creencia, etc. Para todos vosotros bajó, para todos vosotros predicó, por todos vosotros sufrió y murió, para todos vosotros resucitó y para todos vosotros Soy Vuestra Madre porque así Él Me lo pidió.
Yo Soy la Madre de todo el género humano y una madre siempre buscará y velará por todos sus hijos, sean buenos ó malos, favorables a la Fé de vuestro Dios ó contrarios a ella y así como El os quiere a todos, Yo, como Madre, no puedo ser contraria al Amor y a los deseos de Mi Hijo. El Amor de Mi Dios está en Mi y éste Amor actúa perfectamente en Esta, Su Sierva Fiel.
Por favor, Mis pequeños, tratad de entender bien lo que vuestro Dios os concedió a cada uno de vosotros. Este paso, éste momento de la Eternidad que se os ha dado para servirLe en la salvación y Redención del género humano, se os pagará en forma tremenda. A vista de la Eternidad, el momento que tomará vuestra estancia sobre la Tierra es pequeñísimo, es casi imperceptible a ojos humanos, pero no para Nuestro Dios. Es vuestra donación libre y amorosa, es vuestro amor infinito por El, lo que a vuestro Dios le interesa.
El deseo de bajar libremente a servirLe en la salvación de vuestros hermanos y el deseo de traer Su Amor a la Tierra para poderla levantar del mal en el que se encuentra, vuestro Dios os lo paga por toda la Eternidad.
Sí, es un momento insignificante vuestra estancia sobre la Tierra y será pagado con un gozo extremo, con un gozo total para vuestra alma por toda la Eternidad. Si pensarais como comerciantes, como administradores de un bien, os daríais cuenta de que la proporción del pago que se os dará a la tarea que realizaréis, es infinitamente desproporcionada. Vuestro Dios os paga por vuestro trabajo sobre la Tierra en forma descomunal y ése pago irá, también, en proporción a lo que hagáis por El durante vuestro paso terreno; si mucho disteis, infinitamente más se os multiplicará en el Reino de los Cielos.
Vuestro Dios, Nuestro Padre, es un “mal comerciante”, que os paga muchísimo más de lo que vuestro trabajo vale, porque “vuestro trabajo” está lleno de pecados, de errores, de caídas, de traiciones, pero también, de valor, de Fé y de AMOR y por ése Amor y por ser vuestro Padre, El os dá ése premio descomunal. Esto es lo que a El le interesa más de vuestro paso sobre la Tierra: Cuánto amasteis y cuánto de Su Amor dejasteis en el corazón de vuestros hermanos.
Es el Amor el que va a producir el cambio sobre la Tierra y el que va a daros el premio eterno. No bajáis a la Tierra a apoderaros de ella ni a buscar sólo sus bienes, a tratar de poseer más. Bajáis a servir a vuestro Dios con los Bienes que El os concedió, responsabilizándoos de repartir lo que de El traéis del Cielo, como Su Amor, Sus Virtudes, Sus Bendiciones, Su Ejemplo y, sobre todo, el honor de haber sido escogidos para ser corredentores junto con Su Hijo y de ser ejemplo fiel de Sus Enseñanzas.
Pocos, muy pocos de vosotros os dais realmente cuenta de tal honor, el de ser siervos fieles de vuestro Dios, como Yo lo Soy. Sí, la tarea que El os pide se os pace difícil a ratos, pero El siempre está atento a vuestras necesidades, además de que Yo, vuestra Madre, constantemente estoy intercediendo por vosotros, para obtener de Nuestro Dios lo que necesitáis en todo momento. El nunca os pide más allá de lo que os pidió antes de que bajarais a servirLe. El os dotó de todo lo necesario para que pudiérais cumplir satisfactoriamente con vuestra misión y se os debe de hacer más fácil si os mantenéis en constante comunicación interior con Su Voluntad, pero éso es algo que pronto se os olvida y que desecháis de vosotros. No evitéis ni despreciéis la oración profunda, la oración interior, porque es la que os dá la comunicación segura y constante con vuestro Creador. Si os apartáis de la Gracia, de la pureza de vuestro corazón y de la oración, os sucede como a aquél que es dejado en medio de un bosque, en la total obscuridad, se pierde y sigue luces débiles que lo pueden llevar por caminos de peligro o de muerte.
¡Vuestra misión es grande, como vuestro premio lo será si la termináis triunfantes! Dejad que Yo os guíe como Madre vuestra que Soy,_para poder llevaros a feliz término de vuestra misión y así Me dejéis con una gran alegría, la de haberos ayudado a obtener una gran Gloria por toda_ la Eternidad.
Os amo infinitamente, Mis pequeños y os bendigo en Nombre de Nuestro Padre Dios, en Nombre de Mi Hijo Redentor, en Nombre de Mi Esposo-Amor y en Mi Nombre de Virgen y Madre de Mi Dios y vuestra.