Mi Ángel de la Guarda me dijo que lo siguiera. En un momento me encontré en un
lugar nebuloso, lleno de fuego y había allí una multitud de almas sufrientes. Estas
almas estaban orando con gran fervor, pero sin eficacia para ellas mismas, solo
nosotros podemos ayudarlas. Las llamas que las quemaban, a mi no me tocaban.
Mi Ángel de la Guarda no me abandonó ni por un solo momento. Pregunté a estas
almas ¿Cuál era su mayor tormento? Y me contestaron unánimemente que su
mayor tormento era la añoranza de Dios, Vi a la Madre de Dios que visitaba a las
almas en el Purgatorio, Las almas llaman a Maria “La Estrella del Mar”. Ella les
trae alivio. Deseaba hablar más con ellas, sin embargo mi Ángel de la Guarda me
hizo seña de salir. Salimos de esa cárcel de sufrimiento. [Oí una voz interior que
me dijo:
Mi misericordia no lo desea, pero la justicia lo exige.