Recuperar a muchos antes de que llegue el tiempo del cataclismo

21 de Diciembre, 2003 Dios Padre a Anne, una apóstol laica, Irlanda 


Hijos Míos de la luz: Mi alegría será plena cuando los acoja en casa para darles su recompensa. Siempre será Mi voluntad que regresen a Mí. Hijos, se sor- prenderán de lo bien que se sentirán en el cielo; sentirán como si estuvieran en su verdadero hogar por primera vez. Una vez que Me sigan y se conviertan en Mis servidores, sabrán de antemano que la tierra no les depara un verdadero hogar. 

Mis siervos deben estar preparados para servir en cualquier lugar donde Yo los llame; deben servir a cualquier persona que Yo requiera que le sirvan. Mis servi- dores han de ser llamados a cualquier hora para cumplir con lo que el Reino necesite. Lo mismo sucede en una familia, y ustedes son parte de Mi familia. Como miembros de la familia celestial, deben interesarse por el bienestar de los demás miembros, sus hermanos y hermanas. Hijos de la luz: consideren a todas y cada una de las almas de esta tierra como su hermano y hermana; su interés debe estar en cómo llevar con ustedes de regreso al hogar celestial, a cada alma que habita sobre la tierra. 


Dirán: ‘esto es demasiado, Padre.’ Bueno, querido pequeño, esa es Mi
meta, y por ser Mía, también debe ser tuya. Un buen hijo, un hijo obediente, siempre ve por los intereses de su Padre y eso es lo que Mis servidores deben hacer. 

Ahora bien, en vez de sentir que ésta es una labor temible o avasalladora, quiero que digan: ‘esta tarea será fácil de reali- zar porque Mi Padre se encargará de hacer todo el trabajo; todo lo que necesito es levantarme cada día con espíritu de buena voluntad para hacer las cosas. 

Si así lo hago, Mi Padre, junto con el Hijo y el Espíritu Santo, y todos los habitantes del cielo, obrarán a través de mí en una forma milagrosa y las almas serán salva- das: una palabra aquí, una sonrisa allá, un acto bondadoso; un acto de humildad cuando me tiente el orgullo; estos pequeños actos llevan a las almas de regreso a la familia celestial, por lo tanto, puedo llevarlos al cielo.’ 

Mis queridos pequeños: su Padre los está llamando con gran esperanza y amor. Escuchen mi voz este día en que la misericordia se extiende sobre su mundo. 

Los sacrificios de muchos de sus hermanos y hermanas obtuvieron este día de misericordia, cuando sólo se clamaba justicia. Yo, su Creador celestial, deseo que se valgan de este tiempo de gracia de la manera más plena posible. Vengan a Mí ahora; únanse a los santos, a los espíritus de los justos
en la tierra, y todos juntos, unidos, traeremos muchas almas de regreso a Mi corazón antes de que llegue el tiempo del cataclismo.