De visita en Medjugorje, un joven muere y regresa a la vida



Un joven, llamado Daniel, viajó a Medjugorje con su mamá, su papá y un buen amigo para el Festival de la Juventud que tuvo lugar del 31 de julio al 6 de agosto de 2010. Durante uno de los días de su peregrinación, hacia finales de la semana del festival, ellos decidieron viajar a la hermosa cascada de Kravice, localizada a diez kilómetros de Medjugorje, cerca del poblado de Mostar en Bosnia Hercegovina.

No eran los únicos [que estaban ahí] de peregrinación. Más de 50,000 jóvenes y más de 500 sacerdotes llegaron de todas partes del mundo para asistir al popular festival. Durante un largo encuentro a medio día, uno de los sacerdotes franciscanos de Medjugorje hizo un breve anuncio, pidiendo a todos que oraran por un joven llamado Daniel. Después hubo un silencio. No se dijo nada más. El sacerdote no compartió los detalles. Nadie sabía entonces por qué estaban orando por él.

Lo que la gente no sabía era que Daniel había estado nadando en las aguas de la cascada de Kravice y acababa de ahogarse. Había pasado siete minutos completos bajo el agua, cuando su amigo se percató que había desaparecido. Lleno de pánico, el amigo buceó bajo el agua, encontró a Daniel, lo sacó a la superficie y jaló su cuerpo sin vida hasta la orilla. El padre de Daniel, un médico, trató en vano de resucitarlo.

Recogieron el pesado cuerpo inerme de Daniel y lo llevaron en automóvil a la ciudad de Mostar, donde estaba el hospital más cercano, a una hora de camino. Pero la apariencia de Daniel era cadavérica. Sus pulmones estaban llenos de agua y cualquier ser humano que no ha recibido oxígeno durante veinte minutos o más, sufrirá inevitablemente un daño cerebral.

En el hospital, el personal médico bombeó el agua de sus pulmones e intentó todo lo posible para reanimarlo. Pero sus esfuerzos fueron en vano. Después de poco tiempo, el hospital lo declaró oficialmente muerto. Los padres de Daniel y su amigo se derrumbaron en el lugar, abrumados por el dolor y la impresión. [Pero] a la mañana siguiente, Daniel comenzó a moverse. Él dijo a su mamá: “La verdad no te conozco, ¿pero podrías orar a Jesús conmigo?” Más tarde ese día, recobró totalmente la memoria y preguntó si podrían asignarle una cama más grande, porque no podía estirar sus piernas.

Un gozo y una gratitud indescriptibles brotaron desde la cama de hospital de Daniel, llegando hasta Medjugorje. Y para subrayar las bendiciones que provienen de la caridad, el padre de Daniel había pagado la peregrinación del chico que rescató a su hijo del agua.

En Medjugorje, los milagros abundan y éste es quizá el más grande hasta ahora. Por intercesión de María de Medjugorje y las oraciones de los fieles peregrinos, Jesús resucitó a uno de entre los muertos, tal como lo hizo cuando recorrió esta tierra hace 2000 años.