“¿Es que Obama no conoce un católico normal?”

Elizabeth Scalia
Esta pregunta se repite con regularidad, expresada como un mantra, en las redes sociales y, si uno “muerde el anzuelo” y le da el click al enlace que se ofrece, puede leer un artículo de Thomas D. Williams que forma parte de una interesante colección sobre los católicos rebeldes que serán presentados personalmente a Papa Francisco, por medio del Presidente Americano: “En una sorprendente manifestación de falta de decoro político”, escribe Williams, “Obama ha invitado a una serie de individuos que públicamente rechazan la enseñanza católica, incluyendo a una religiosa pro-abortista, una mujer transexual y el primer obispo episcopaliano que se ha declarado gay abiertamente, además de, al menos, dos activistas gays católicos”.
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 Invitar a los que se rebelan contra la doctrina de la Iglesia, es el propósito de esta intencionada, planificada y deliberada acción.
Estas acciones teatrales son solo un juego. Obama maliciosamente provoca la controversia, y el mundo se pregunta si el Papa sabrá vadear la situación.
Francisco no la evitará, saludará a todo el que le presenten con perfecta educación y calidez, porque el Papa es el más indicado para ver, en la persona que tiene delante, a la criatura amada por Dios que necesita tanto de respeto como de misericordia.
Pero el juego no consiste en desafiar al Papa, lo que pretende es mantener viva la cultura del enfrentamiento y de las divisiones políticas; se trata de manipular a la derecha enfadada porque el Papa no se plante delante de los invitados gritando: “¡Arrepentíos!”; se trata de provocar que la izquierda enfadada deje de llorar, “Vergüenza, ¡mirad como los odiosos cristianos se empujan unos a otros!” mientras la prensa se revolucione entonando que Francisco: “es uno de nosotros, uno de nosotros”.
Este artículo de opinión no trata sobre las personas que Obama presentará al Papa. Francisco quiere encontrarse con todos, como siempre, y él sabe cómo hacerlo, una y otra vez. El artículo trata sobre el movimiento cínico de Obama para explotar a Pedro y agitar de nuevo la guerra de culturas.
Esta manipulación es un juego predecible (y realmente cansino). Es sorprendente como algunas personas todavía se divierten con esta situación o se ríen de ella, lo que, en verdad, es la mejor respuesta a estos directores de escena y decepcionantes ilusionistas.
No piques de nuevo en el anzuelo: cuando Papa Francisco se comporte con los invitados de Obama con la misma calidez e interés que Cristo, recuerda que esta actitud es siempre la primera acción necesaria de todo buen misionero, y que, cuando el Papa eleve una oración por todos los presentes, quizás la luz de Cristo llegue a todos y su paz prevalezca.