Destinados a hacer grandes cosas en el Bien

Mensaje de Dios Padre a Javier Viesca, México 


 Es bueno, Mis pequeños, que vosotros Me consideréis en todo momento de vuestra existencia. Yo Soy el que Soy, Yo Soy vuestro Dios, Yo Soy vuestro Creador, toda Mi Creación debiera venir y agradecerMe el don de la vida que os he concedido.

Vuestra Creación no es casual, Mis pequeños, vosotros existís en Mi Pensamiento, os he creado por Amor y os he creado para llevar a cabo una misión.

Todos vosotros existís por Mí y para Mí y para un Bien, que eso es lo más importante que entendáis, fuisteis creados para un Bien, cuando vosotros os salís de estos Designios, estáis echando a perder Mi Obra Creadora.

Cuando vosotros ponéis todo vuestro empeño en considerar vuestra misión, como lo primero en vuestra vida, para darMe gusto a Mí, vuestro Creador, entonces estáis llevando, realmente, vuestra creación a un grado alto de perfección.

Todo tiene un “por qué” en la existencia humana, fuisteis creados de la nada y sois ahora, alguien dentro del tiempo.

Fuisteis destinados, por Mi Amor, para hacer grandes cosas dentro del Bien en el que fuisteis creados; éste sólo pensamiento, os debiera alegrar inmensamente. Ser creados  para producir un Bien y Yo Soy el Bien Supremo, fuisteis creados para servirMe, para ayudarMe, si se pudiera decir así, porque, como os amo, quiero compartir, también, con vosotros Mi Creación, la Redención de Mi Hijo, el Advenimiento del Reino, el gozo de un Nuevo Cielo, las Nuevas Tierras, la Nueva Creación, todo lo bello que tengo preparado para Mis hijos, para Mis verdaderos hijos.

Cuando vivís en el Bien, y produciendo Bondad a vuestro alrededor, pertenecéis a Mi Reino. Esa es la finalidad para la que fuisteis creados, producir un Bien, en los diferentes ámbitos de vuestra vida, y ofrecérMelos a Mí, vuestro Creador.

Cuando vosotros hacéis un Bien y os apropiáis del mérito, realmente no estáis llevando a cabo bien vuestra misión, se os olvida que sois instrumentos e instrumentos de Mi Amor. Si vosotros os quedáis con el crédito, estáis rompiendo ése Amor que debe fluir de Mí hacia las almas y tiene que venir de regreso de las almas hacia Mí.

No detengáis ése movimiento Divino, que es el Amor, lo que sale de Mí, tiene que regresar a Mí aumentado por vuestro querer.

No podéis hacer una existencia propia, debéis crecer a como Yo os pida y os vaya llevando según la iluminación de Mi Voluntad que, cada uno de vosotros, tengáis. Ése es el gozo grande de las almas, cuando realmente Me aman y se anonadan ante Mi Presencia, el poder ofrecerMe el Amor que Yo pongo en vuestro ser, y que vosotros Me lo entreguéis aumentado haciéndoMe conocer, con esto, que pusisteis en acción el Amor que obtuvisteis y lo engrandecisteis con vuestros actos.


Ése es el verdadero querer del hombre para Conmigo, fructificar el Amor que recibís de Mí y entregarMe ése Amor con frutos. Yo Me congratulo con las almas que han sabido hacer crecer Mi Amor en su corazón.

Estas son realmente las Enseñanzas que os dio Mi Hijo, el Sembrador que siembra y espera que haya frutos abundantes. Vosotros sois la semilla que es sembrada, vosotros recibís Mi Amor, pero los frutos dependerán de vosotros, de la tierra en la que habitáis. La tierra representa vuestro medio ambiente, vuestro entorno, si vivís en un ambiente hostil y malo, difícilmente daréis frutos buenos, y mientras vuestro entorno sea más lleno de amor, vuestros frutos serán mejores. Ciertamente, hay almas que, a pesar de vivir en un entorno negativo, dan frutos y ciertamente, son almas excepcionales.

DadMe, Mis pequeños, el amor que Yo pongo en vuestro corazón, pero dádMelo con vuestro corazón aumentado por vuestras obras, eso es lo que espero de cada alma.

Mi Amor tiene un nombre y Yo quiero recibir de vosotros amor que tenga vuestro nombre, así seréis reconocidos en el Reino de los Cielos, y las almas lo sabrán en el Reino de los Cielos, ahí se les distingue a las almas que más amaron, que más amor produjeron.

DadMe todo lo que podáis Mi pequeños, porque Yo Me di en totalidad, a través de Mi Hijo. No os imagináis, Mis pequeños, cómo pago, Yo, las delicadezas de vuestro corazón.

Vivid para Mí, como Yo he vivido para vosotros.
Gracias, Mis pequeños.