Se prepara la falsa iglesia

Jesús a Marga, Madrid 

Hija mía: se prepara la falsa iglesia. Escúchame: Ahora muchos se volverán a Dios y acudirán a la Iglesia a encontrar consuelo. Pero en su lugar encontrarán la perdición, porque muchos párrocos han preparado ya la iglesia de Satanás. Sí, lo han hecho, y verán en éste el momento de resurgirla. Gentes desesperadas buscando razones, buscando consuelos y gestos de cariño, buscando apoyo… acudirán a la Iglesia, su Madre, ¡y en su lugar encontrarán a la Gran Ramera! Esta no es una madre, pues ha fornicado con todos.
 
La Madre Verdadera se ha ido. ¡La Madre! ¡La Madre! ¿Dónde está? Está oculta, por miedo, debajo de los sótanos, está aterrada… ¡salid a dar razón de vuestra esperanza! Se os necesita. Se os necesita mucho. ¡Salvad a mis hijos de perecer a manos de esa Furcia, que no busca más que su perdición! Mira sus manos manchadas de tanta perdición, ¡les mancha! ¡Les mancha! Mis hijos llenos de perdición.
 
Y los sacerdotes erigidos como diosecillos, diosecillos de barro. Mirad sus rostros de consuelo, mirad sus semblantes de alegría. «¡Por fin conseguimos lo propuesto!» piensan.
 
He aquí «lo propuesto»: Comulgar en la mano profanando el Cuerpo de Cristo. Suprimir la confesión, comulgando en pecado. Suprimir los Mandamientos del decálogo, sobre todo los que hablan de la fornicación, dejando nada más: «Amarás a tu prójimo», pero el prójimo serás tú.
 
Vosotros lo veréis horrorizados. Con la idea de que no podéis hacer nada. Tal será la fuerza de esta falsa iglesia. ¡Pero sí podréis! ¡Sí podréis! Venid con María, mi Madre, la Madre Verdadera. Cread la Iglesia sin Mancha, semejante a la Inmaculada. Estando con la Inmaculada y desde la Inmaculada. Absorbed para sí todos los pobres condenados, los que nadie quiere. Sólo esos serán salvos. Porque sobre los importantes estarán puestos los ojos de la Masonería, procurando captarlos para sí. Y tendrán demasiadas tentaciones, demasiadas tentaciones… y sucumbirán.
 
Aquí estoy, no me busquéis más, porque Soy Yo mismo el que os he salido al encuentro para deciros: ¡Venid a Mí! ¡Venid hoy a Mí así, como estéis! No me importa lo que habéis sido, venid hoy, ahora, a Mí, y vuestra dicha se tornará en gozo y en plenitud, al contemplar cómo el Amado se desvive por sus criaturas y las lleva al Camino de la santidad por Amor.
 
No me abandonéis. Dejad esas vaciedades y ese vivir en suma tristeza, y venid hoy a Mí así, como estéis.
Hoy ha sido el día que os habéis reencontrado Conmigo. No dejéis que sea un día más. Procurad que sea el día del comienzo de vuestra nueva vida, la Verdadera Vida en el Corazón de Jesús. Amén.