Te hago partícipe de mi enorme tristeza

Creced en la penitencia y en la mortificación. A Agustín del Divino Corazón. 0ctubre 31/07 

Jesús dice: 

Mi pequeño Agustín: Cómo me complace descansar en vuestro pobre corazón, porque a pesar de encontrar tan sólo miserias, siento la calidez de vuestro amor.
Mirad, cómo mi Corazón está lacerado y tremendamente golpeado por el dolor, porque muchos hombres han cambiado al Dios verdadero por el príncipe de la oscuridad para darle la adoración, robándome la gloria que me pertenece. El mundo yace en densas tinieblas, porque el demonio los ha enceguecido, engañándolos con falsas seducciones para luego cobrarles su precio, llevarse consigo un sinnúmero de almas al lago eterno. 



Os hago partícipe de mi enorme tristeza porque son muchos los que taladran mis manos y mis pies, reviviendo los dolores de mi pasión y aún mayores a los que sufrí, al ofrecer víctimas humanas, en holocausto, al tirano infernal y
al profanar mi Divino Cuerpo en los cultos paganos (horas antes del mensaje experimenté una terrible agonía interior y unos fuertes deseos de llorar. Me dirigí al Santísimo Sacramento y en la oración vi a unos hombres que pisoteaban el Sagrado Cuerpo de Jesús y el asesinato y la violación de varios niños).

Qué duros de corazón y sanguinarios son los pensamientos de algunos de vosotros, hombres obnubilados por el pecado. Orad y reparad por estos inocentes que han caído en las garras de espíritus infernales. Ellos desconocen los terribles sufrimientos que les esperan en las penumbras de la otra vida.
Mi Divino Corazón es herido por estos execrables crímenes. Venid y consoladme tomando parte de mi sufrimiento y que vuestras lágrimas sean bálsamo sanador para mis heridas.

Creced en la penitencia y en la mortificación porque muchas almas piensan que estas nobles prácticas tan sólo formaban parte de la Iglesia primitiva. Ésta es la brecha que os conduce a la santidad. Reuníos, almas generosas, en 
vigilia de oración los primeros viernes de cada mes, para que con vuestra reparación, aportéis perlas valiosísimas en mi obra salvadora. Como pago a vuestro sacrificio os acompañaré y seré más misericordioso en el día de vuestro juicio.