Un alma jamás se extinguirá

El cielo y la tierra pasarán, pero un alma nunca se extinguirá. Yo, Espíritu Divino, os hablo.
 
Hijos De Dios que vivís tan enfangados en cosas materiales y perecederas y no alimentáis vuestra alma con palabras de vida eterna, sabed que pasaran todas las cosas que ahora contemplan vuestros ojos, pero vuestra alma que no la contempláis, que no veis pero que existe, esa nunca pasará y allí donde vosotros la hayáis dirigido en esta vida, -cielo o infierno- ella vivirá eternamente, eternamente, eternamente. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.

Esta sola reflexión debería bastaros para enmendar vuestras vidas, para libraros de los pecados que os encadenan, para pedir perdón a Dios y a cuantos guardáis rencores y odios. Esta sola reflexión debería ser para vosotros palanca de cambio e inicio de una vida en los mandamientos de Dios, pero lo dejáis para un día, y otro, y otro, y no os enmendáis a pesar de que Mi gracia os toca una y otra vez, aunque la ignoráis y la sofocáis con las cosas del mundo y dejáis paralizada vuestra conversión, por seguir por caminos torcidos y de perdición eterna. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.

Hijos de Eva, no seáis necios ni escojáis la perdición eterna. Comparad lo que es la duración de esta vida al lado de lo eterno. Comparad y valorad los trueques que hacéis cambiando eternidad por placeres pasajeros y pecaminosos que os llevan a la perdición. ¿Dónde está vuestra inteligencia? ¿Dónde vuestras reflexiones? ¿Dónde vuestra sabiduría? Os habéis vueltos tan necios que ya no sabéis ver más allá de lo material y efímero, y así, se pierden cada día cientos, y cientos, y cientos de almas, que como vosotros pensaron neciamente. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.

Y os hablo ¿para qué? Si no queréis enteraros, ni creer. Os digo ¡cambiad de vida!, ¡volved a Dios Todopoderoso y Sus mandamientos!, no os dejéis arrastrar por las corrientes del mundo y las artimañas del infierno con Satanás a la cabeza. ¡Volved a Dios Altísimo Padre y verdadero amante de vosotros!, porque cuando menos penséis puede ser tarde, pues habrá llegado vuestra hora de dar cuentas al Juez Eterno. Ahora podéis enmendaros y cambiar de camino, ahora podéis volver a Dios y como el hijo pródigo, humillaros y pedir perdón. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.

La paz de Dios Altísimo esté con todos aquellos que lean y ponen en práctica estos mensajes.

Del libro: "Dadme de beber"