Los musulmanes deben matar a los infieles para ir al Cielo

Por Rick Mathes. Capellán de Prisiones EE.UU.

Asistí a una clase de entrenamiento requerida para mantener mi estatus de seguridad en el Departamento de Prisiones del Estado. Durante la reunión hubo una presentación realizada por tres disertantes que explicaron sus creencias. Uno era católico, otro protestante y el tercero era musulmán. A mí me interesaba sobre todo lo que el imán islámico diría. El imán hizo una completa y notable presentación de las bases del Islam, incluyendo la proyección de vídeos.

Después de las presentaciones, se concedió un tiempo para preguntas y respuestas. Cuando llegó mi turno pregunté al imán:

– “Por favor, corríjame si me equivoco. Entiendo que la mayoría de imanes y clérigos del Islam han declarado la Yihad (la Guerra Santa) contra los “infieles del mundo”, de modo que matando a un infiel, algo que para todos los musulmanes es una orden, les queda asegurado un lugar en el Cielo. Si es así… ¿podría usted darme una definición de “infiel”? ”.

El imán no discutió mis palabras. Se limitó a contestar con seguridad:

– “Son los no creyentes”.

Entonces le dije:

– “Permítame asegurarme que le he entendido correctamente. A TODOS los seguidores de ALÁ, les ha sido ordenado matar -para poder ir al Cielo- a TODO aquél que no es de su fe. ¿Es eso correcto?”.

Entonces la expresión de su cara cambió desde una expresión de autoridad, a la cara de un chico al que se le ha pillado con la mano en la lata de galletas. Avergonzado, contestó:

– “Así es. ”

Añadí:

– “Pues bien, entonces tengo un verdadero problema tratando de imaginar al Papa ordenando a TODOS los católicos matar a TODOS los que profesan la fe islámica que ustedes profesan...”.

El imán no sabía qué decir.

Continué:

– “También tengo un problema con ser su amigo, desde el momento en que usted y sus colegas ordenan a sus pupilos que me maten. Dígame, ¿preferiría usted a su ALÁ, que le ordena matarme para así ir al Cielo, o a mi Jesús que me ordena amarlo para que yo vaya al Cielo y que quiere que usted me acompañe? ”.

Se podía oír la caída de un alfiler cuando el imán inclinó avergonzado su cabeza.