La Navidad, este año, será algo especial




Hoy, en el supermercado, me he decantado por un producto cuya carátula plasmaba un belén navideño. Sí, la Navidad significa el nacimiento del Hijo de Dios que se ha encarnado para acercarnos un signo de la misericordia divina. Y este año acontece en el Año de la Misericordia decretado por Francisco. Ésta no debe entenderse como el perdón automático de pecados y faltas más o menos graves, sino como la proximidad de un Dios que ha hecho suyos esos pecados, clavando el decreto que nos condenaba en el madero de la cruz, y que, a cambio, sólo nos pide hacer nuestra parte: arrepentirnos de ellos y confesarlos ante un sacerdote haciendo un propósito de enmendarnos de nuestros malos comportamientos.

En un mundo que condena pecados que no son pecado y absuelve los que sí lo son, se necesita hablar claro de qué conducta hemos de seguir en caso de que queramos acceder al Cielo y librarnos de un Infierno de eterno tormento. La respuesta se encuentra en los 10 Mandamientos, actualizados por la Iglesia, de modo que los nuevos pecados como la anticoncepción, la fecundación in vitro, la pornografía y otros escándalos que llegan a millones en pocos segundos gracias a internet, los abortos masivos, eutanasias, vientres de alquiler etc…sean comprendidos como tales y no como avances de la ciencia o de la cultura. 

Pero si de una cosa podemos estar seguros es de que Dios no cambia y lo que era moralmente malo hace 2000 años, ahora también lo es. 

Acometamos durante esta Navidad una limpieza espiritual volviendo a la práctica religiosa  al menos por unos días, para darle la oportunidad al Dios que nos ama, de hablarnos al oído en busca de respuestas, respuestas a la pregunta del por qué nos hemos alejado de Él después de haber dado su vida por nosotros y de seguirnos muy de cerca por el camino de la vida.

L J