María: sin humildad no se puede alcanzar el Cielo

DEL DÍA 1 DE ENERO DE 1983, SANTA MARÍA MADRE DE DIOS,

EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID) 


LA VIRGEN:

Hija mía, soy vuestra Madre, os traigo la paz a la Tierra; pero los hombres, 
hacen la guerra. Soy Madre de todos los habitantes de la 
Tierra.   Vengo,   hija   mía,   llena   de   dolor,   pero   también   vengo   llena   de misericordia  y  de  amor  para  todos  mis  hijos.  Yo  derramo  gracias 
para toda la Humanidad, pero esta Humanidad, me corresponde con toda clase de pecados, de crímenes y de burlas, hija mía.
Quiero,  que todos se salven; por eso mi Hijo bajó a la Tierra, para 
que  se  mofaran  de  Él  y  le  diesen  muerte  de  cruz,  para  que  pudierais 
conseguir el Cielo, hijos míos. 

Pero, para conseguir el Cielo, hay que cumplir con  las  reglas  que  el  Padre  Eterno  ha  puesto  para  toda  la Humanidad;  y  muchos no
queréis  cumplir  esas  reglas;  os  vais  al camino  del  pecado  y  de  la  perdición  de  vuestra  alma.  Yo  os  quiero  a  todos, 
hijos míos, pero os quiero muy pequeños, muy pequeños, para que luego os 
pueda llevar muy alto a las moradas de mis escogidos.

Pensad que existen los Infiernos, también pensad que existen 
los Cielos, y que cada uno recibirá según sus obras. ¡Cuántos hijos 
han  venido  heridos  de  su  alma  y  se  han  marchado  curados  con  mi  gracia, hijos míos!

Mira como está mi Corazón, hija mía; quita una sola espina de un 
alma  consagrada...  No  toques  más  no  toques  más,  estas  espinas son de mis almas consagradas. Hija mía, los dejé como pastores de mi  Iglesia  y  ¿qué  han  hecho  de  mi  Iglesia?  Casa  de  ladrones  y  de  pecado. 

Quiero,  hijos  míos,  que  en  este  lugar  se  levante  una  capilla  en  honor  a  mi nombre  y  que  se  reúnan  todos  aquéllos  que  quieran  ser  apóstoles  de  los últimos tiempos, que vengan a meditar, para la salvación del mundo.

Escribe  un  nombre en  el Libro  de la  Vida...
(Luz  Amparo  escribe en el aire de derecha a izquierda)
Ya hay otra alma más en el Libro, hija mía, nunca se borrarán estas firmas.

Haced oración, hijos míos, haced sacrificios; os quiero a todos con todo mi 
Corazón.
Quiero que  meditéis  la  Pasión  de mi  Hijo;  está muy  olvidada 


Os  quiero  a  todos,  pero  quiero  que  os  hagáis  pequeños,  muy  pequeños, 
hija  mía,  para  que  vuestra  Madre  os  pueda  rescatar  de  las  asechanzas  del enemigo.

Bebe otras gotas del cáliz del dolor... Hija mía, qué amargo está 
el cáliz; así está mi Corazón. Esta amargura diariamente la siente mi Corazón por todos mis hijos sin distinción de razas

Hijos míos, no mezcléis la política en mis  rosarios;  las  políticas  no  sirven  al  hombre  nada  más  que  para  su  propia condenación.

También  pido que hagáis  sacrificio  por  esas  almas  consagradas, 
¡los quiero tanto!... y qué mal nos corresponden, hija mía. También deseo la 
paz, no busquéis la guerra, quiero que sembréis la paz por todo el 
mundo.  Humildad,  hijos  míos,  humildad  es  lo  que  pido,  sin  humildad  no  se puede  alcanzar  el  Cielo.  Siempre buscamos  almas  humildes  incultas, para que los poderosos..., para confundir...
(Palabras ininteligibles en 
esta última frase)

Hija  mía,  ofrécete  como  víctima  para  expiación  de  todos  los  pecados  del 
mundo.
Os  bendigo,  hijos  míos,  en  el  nombre  del  Padre,  y  del  Hijo,  y  del  Espíritu Santo.
Adiós, hija