Dadme todo el amor que no recibo de las criaturas

A Agustín del Divino Corazón, Manizales, Colombia


Jesús dice:


Hijo mío: no dudéis jamás de mi presencia en la Sagrada Hostia. Pensé en vosotros, por eso decidí quedarme hasta la consumación de siglos oculto en la Sagrada Eucaristía. De mi Corazón Eucarístico desprendo saetas de amor, saetas que chocan en el corazón de muchas almas porque no creen en Mí, piensan que soy un símbolo; almas que llenan sus corazones de salvado y desprecian este manjar del cielo, almas que no sienten nada frente a Mí porque su corazón de mármol es duro a mis flechazos de amor.


Reparad por sus desvíos de amor, porque al Dios Amor lo tratan con desdén.
Reparad por las almas que no caminan por mis sendas. Venid alma adoradora de mi misterio de amor y dadme todo el amor que no recibo de las criaturas, permanezco solitario sin quien me visite ni me adore, dejadme descargar en vuestro corazón mi dolor, porque mis hijos menosprecian el viático que los lleva al cielo.


El veros arrodillado o postrado frente a Mí, dilato mi Corazón de amor, mis latidos se unen con los vuestros porque he encontrado almas adoradoras, almas enamoradas de mi real presencia, almas que son la atracción de mi Eucarístico Corazón.

El veros, en mi Tabernáculo de amor, mi Corazón es sanado porque vuestra adoración es un ungüento que cicatriza mis heridas, heridas producidas por el desamor de los hombres.

Sosegad vuestro corazón, aquietad vuestro espíritu, desechad vuestros pensamientos ligeros, y desbocaos de amor por Mí.

Por haber pensado en vosotros estoy aquí, atrapado de amor por toda la humanidad, estoy aquí esperándoos ya que quiero obrar prodigios en vuestro corazón; no os resistáis a mis llamados, ceded porque ha llegado el momento de daros nueva vida, ha llegado el momento de transformaros en un ángel en la tierra, ángel que ha de pensar sólo en Mí, ángel que ha de vivir sólo para Mí, ángel que sabrá hacer de su corazón incensario de amor y de todo su ser, lámpara del Amor Divino, lámpara que arda las veinticuatro horas del día amando, adorando y reparando. Lámpara que arrope a toda la humanidad con sus destellos de luz. Lámpara en que su fuego suba como


incienso ante la presencia de mi Padre.

Hoy, hijo mío, os llamo a la contemplación y a la adoración, adoración que es un himno continuo de amor, himno que no os cansará, no os aburrirá porque son mis palabras, palabras que quiero escuchar de vuestros labios y de vuestro corazón. Palabras que son oración, oración que antecede el reinado de mi Sagrado Corazón, oración que es himno de ángeles recitados en la tierra.


Orad, pues, con vuestra mente y con vuestro corazón para que alivianéis mi dolor y mitiguéis mi soledad, porque muy pocas almas frecuentan mi Tabernáculo, muy pocas almas reciben de mis Gracias.