Reparad por los que roban mi Cuerpo Santísimo para profanarlo

A Agustín del Divino Corazón

Venid, almas reparadoras, que os necesito como cirio encendido.
Venid, almas reparadoras, que os quiero como pararrayos en este día. Os quiero a los pies de mi Sagrario, reparando, porque algunos hombres, inducidos por satanás, roban la Hostia Consagrada para profanar mi Cuerpo Santísimo. Roban la Hostia Consagrada para pisotear mi Divinidad presente en este manjar del Cielo.
Roban la Hostia Consagrada para martirizarme y ultrajarme en los ritos satánicos.
Roban la Hostia Consagrada para rebajarme a la nada.
Hijos carísimos: venid y sanad mis heridas. Mi Sangre Preciosa es desperdiciada; mi Sagrado Cuerpo es azotado, flagelado por las profanaciones a mi Misterio Eucarístico. Misterio de amor que es triturado, masacrado


Noviembre 29/09



Venid, hijos míos y reparad para que estas pobres almas tomen conciencia del sacrilegio que cometen conmigo; almas que deben acudir de inmediato al Sacramento de los Ríos de la Gracia, almas que deben buscar ser liberadas de las garras de satanás porque están en alto riesgo de condenación, almas que están inmersas en el mundo de las tinieblas; almas que se enfrentan al Dios Omnipotente, al Dios que todo lo puede; almas que, si no se convierten de corazón, padecerán sufrimientos acérrimos en la otra vida.

Postrad vuestro espíritu frente a mi Corazón Eucarístico y llorad, junto conmigo, por el trágico final de estas almas que se han vendido al príncipe de la oscuridad. 

Haced penitencias, mortificaciones para que estos corazones contumaces sientan la necesidad de volver a Mí. Elevad muchísimas plegarias al Cielo porque son muchos los profanadores de mi Augusto Sacramento. 

Reparad porque algunas de estas almas han muerto sin conocerme, sin pedirme perdón; han desperdiciado su vida, se han puesto la soga al cuello, ellas mismas; soga que las amarra a las puertas del averno, soga que las lanza al precipicio, al abismo del cual jamás saldrán, al cadalso en el que se padece los más abruptos sufrimientos por no haber llevado una vida cristiana: vida sin tacha, vida agradable a los ojos de Dios.