Un año estudiando a Bergoglio

(Para quien no tenga muchas ganas de leer, que comience por el nº 5, realmente asusta).

Un año de Denzinger-Bergoglio: la síntesis bergogliana. (DenzingerBergoglio.com)

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Sí. Han pasado 365 días de aquel 10 de febrero de 2015 en que un grupo de sacerdotes diocesanos, sin haberlo previsto, decidió emprender esta iniciativa que, con las bendiciones de Dios y un dedicado trabajo día a día, compaginado con innumerables labores pastorales, ya ha conquistado un espacio dentro del mundo católico.
En este año de trabajo, siempre hemos tenido delante una perspectiva, un objetivo, que nos ha animado a enfrentar los obstáculos de un quehacer a todas luces ingrato, sea porque somos conscientes de que su enorme sustancia doctrinal no alcanza a una gran cantidad del hipersensibilizado público de nuestros días, sea porque son muchos –¡legión!– los que no comprenden nuestra posición ideológica por cerrazón o por bajeza de vistas y nos llueven palos por la izquierda y por la derecha. Sin embargo, constatamos que esta perspectiva ha evolucionado notablemente a lo largo de todos estos meses. En un primero momento, nos parecía que era menester alertar a nuestras propias ovejas sobre una serie de afirmaciones y gestos confusos y tendientes a aumentar la crisis de fe que atraviesa nuestra hora. Ya discernir si la fuente de estos asertos actuaba conscientemente, envenenada por una perversa o deficiente formación en la raíz, o simplemente movido por los desajustes de una personalidad un tanto particular, no estaba a nuestro alcance. Sin embargo, después de 128 estudios (y muchos otros en el tintero) este concepto inicial ha evolucionado… las cosas van quedando más claras y se van definiendo. Sin tener inicialmente esa intención, nuestra tarea nos ha revelado que detrás de tantas declaraciones en apariencia sin nexo alguno, existe… un sistema. Francisco se repite constantemente porque su substrato ideológico, oscuro para quien lo escucha, para él es muy concreto, claro y, por que no decirlo, limitado. No busquemos, por lo tanto, grandes horizontes en el pensamiento bergogliano… A bien decir, no hay nada nuevo que la Iglesia no haya estigmatizado de alguna manera.
En fin, como sencillos sacerdotes no nos cabe dictar sentencias, pero sí que podemos ofrecer subsidios doctrinales para que, quizá algún día, se puedan tomar medidas concretas. Tampoco pretendemos ser jueces. Los jueces son 169 y están ahí: El Antiguo y el Nuevo Testamento, 59 papas, 31 Padres de la Iglesia, 14 Concilios Ecuménicos, 14 Sínodos, 16 Congregaciones Romanas, 15 Doctores, los 8 principales textos fundamentales de la Iglesia y otros diversos autores católicos. Hasta el momento hemos citado centenas de documentos de más de 1260 obras, indicando todas sus fuentes. El total de obras consultadas supera los 2000 títulos, entre los cuales está el Denzinger (en sus diversas ediciones), todo el Magisterio Pontificio, Episcopal e de diversas Congregaciones Romanas, las principales fuentes de la Patrística; la Suma Teológica y un largo etcétera. También se incluyen documentos esclarecedores de otras religiones como extractos del Corán, obras de Lutero y de diversos autores anglicanos. Quien sabe si en el futuro habrá alguien que, como hizo genialmente San Pío X con el modernismo, sea capaz de presentar sistemáticamente la oscura doctrina bergogliana. Mientras tanto, sirva el presente artículo, en cuanto síntesis y resumen de todo lo publicado hasta el momento, como humilde contribución para esa obra que esperamos ver en el futuro. Recordamos que ya existe un pdf gratuíto para descarga aquí con los 100 primeros estudios. Para ver la lista completa (128) puede ser aquí.
El presente artículo quiere ser una síntesis de las principales doctrinas de Francisco, estudiadas y sistematizadas a lo largo de este primer año de existencia del Denzinger-Bergoglio. Como tal se trata apenas de un enunciado de sus doctrinas con una nota remisiva a un estudio más extenso. Dado el bulto de las afirmaciones estudiadas es necesario recurrir a una gran cantidad de notas. En las mismas el lector encontrará el estudio completo al que se hace alusión.

1. Populismo

Lo que primero se destaca en la figura de Francisco es su simpatía por muchas figuras y movimientos pro-comunistas y socialistas, especialmente de los países sudamericanos. Recordemos como los promocionó a través de las diversas ediciones del “Encuentro Mundial de Movimientos Populares”[1] organizadas por el Pontificio Consejo Justicia y Paz aglutinando lo peorcito de los agitadores sociales de ese continente, su ostentosa amistad con diversos líderes socialistas bolivarianos[2], su idea socialista de igualdad[3] y su peculiar concepto de “propiedad privada”[4]. En la línea de los gestos, nadie puede olvidar el escándalo que supuso su actitud tolerante hacia el Cristo blasfemo-comunista que le ofreció Evo Morales, declarando que para él “no había sido una ofensa”[5], así como su idea de que los comunistas pueden enorgullecerse de haber llevado la bandera de los pobres de la misma manera que lo hace la Iglesia[6]. Tal vez la culminación de todas estas ideas haya sido la encíclica – si así se puede llamar a este alegato comuno-ambientalista– “Laudato si´”, criticada en todo el mundo por su alineación populista, más propia de un técnico de Naciones Unidas[7] y totalmente fuera del ámbito papal[8], para la cual Francisco quiso asesorarse con multitud de lideres eco-comunistas, completamente al margen de cualquier preocupación pastoral. Muy al contrario, en ellas se encuentran, de manera sorprendente y tenebrosa, propuestas referentes a una misteriosa “espiritualidad ecológica”[9] bastante distante de la verdadera religiosidad propia del católico. Eso sí, Francisco es incansable. E incansables son sus explicaciones. Siempre insiste en dos puntos fundamentales en su actuación política: la Doctrina Social de la Iglesia y el cuidado de los pobres.
En el primer caso ya demostramos que Francisco, cuando usa sus famosas muletillas –Propiedad Privada y el Libre Mercado, los pobres y la Doctrina Social de la Iglesia– no tiene claros los conceptos[10], sobre todo al invocar en auxilio de sus tesis la propia Doctrina Social de la Iglesia.
Un segundo punto fundamental que resume el objetivo final de Francisco en todo su quehacer: “Quiero una Iglesia pobre para los pobres”. Por tanto, no se trata de erradicar la pobreza haciendo que todos tengan lo digno, sino, como él mismo afirma, hacer de la opción por los pobres “una categoría teológica”[11], asumirla como un estado de vida. Y, para tal, no puede faltar una nota populista y demagógica en su visión salvífica de la fe. Para él, vivir la fe cristiana “significa servir al hombre, a todo el hombre y a todos los hombres, a partir de las periferias de la Historia”[12]. Misteriosas palabras, cuyo sentido más profundo es difícil de alcanzar, aunque se puede vislumbrar su contenido cuando este servicio lo considera desde una perspectiva de “fe revolucionaria”, inconformidad y de “lío”[13]. Y claro está, lucha de clases hasta con el propio Dios, o sea, lo inimaginable, pues cuestionarlo es hacer oración[14] para Francisco.

2. Eclesiología bergogliana

Puestas todas estas doctrinas, ¿qué falta? O mejor podríamos decir, a partir de ahí ¿hay algo que no se pueda esperar de Francisco? En el Denzinger-Bergoglio se encuentran decenas –para no hablar de centenas– de afirmaciones sorprendentes. Algunas, sin duda, no pasan de expresiones demagógicas. Sin embargo, en todas ellas encontramos subyacentes verdaderas doctrinas que justifican su estudio en profundidad. ¿Qué imagina el lector que oculta la expresión “oler a pueblo y calle” como condición para ser un buen teólogo?[15] ¿Y aquella famosa “cuando tengo delante a un clerical me vuelvo anticlerical de golpe”?[16] ¿Y esta qué parece tan inocente: “nadie se salva solo, como individuo aislado”?[17] En ellas no se puede dejar de discernir un fanatismo populista metido en todo y a pretexto de cualquier cosa. Basta entrar en las notas para comprobarlo. Y es que el tema “olor” y “pueblo” raya lo obsesivo en el subconsciente de Bergoglio, ya sea cuando discierne la voluntad de Dios en el clamor del pueblo y el olor de los hombres[18] o cuando lo erige en criterio para ser apto para el obispado.[19] Por eso mismo, muchas cosas deben salir de la esfera clerical, como la dirección espiritual que para Francisco “es un carisma de laicos”.[20] Para él, la Iglesia está viciada con el “hábito pecaminoso” de ser autorreferencial;[21] hay que acabar con el concepto de preeminencia papal[22] y con la idea de curia romana forjada por siglos de sabiduría eclesial, pues ella sería la “lepra del papado”.[23] En ese sentido es muy evidente la ojeriza que Francisco tiene por todo lo curial, llegando al colmo de quitarle importancia a las amonestaciones de la Congregación para la Doctrina de la Fe.[24] Francisco quiere una Iglesia democrática… Aunque nos preguntamos si no es más o menos… ya que no queda muy claro que Francisco renuncie fácilmente al poder ni a los medios de coerción que, tácitamente, parece criticar. Muchos aquí podrían hablar de los misericordiosos efectos de las “bastonadas” pontificias contra aquellos que siquiera muestran algo de renuencia al nuevo estilo de Iglesia promovido por él. Y de aquí surge el concepto de “sinodalidad” especial de Francisco, según el cual hay que estar en sintonía con él para practicarlo en su integridad[25](una vez más, curiosa sinodalidad la que propina bastonadas al que osa expresar opiniones contrarias). Oficialmente, se puede decir que con la fundación del famoso G9, Francisco marcó “el inicio de una Iglesia horizontal”[26] , que para él se esbozó en el Concilio Vaticano II[27]. ¿Será el comienzo del camino del “abajarse”, que él desea para la Iglesia?[28]. Y como señal de “abajamiento”… el comienzo de la larga serie de pedidos de perdón como el incomprensible mea culpa a los aborígenes de América por haberles llevado la fe de Jesucristo[29]. Y otros tantos que seguro veremos por delante… como ya hizo con protestantes, árabes y judíos. ¿Llegará a pedir perdón a la ONU por los desechos de basura que producen los católicos? Todo es posible con Francisco…

3. Innovaciones sorprendentes

Claro está que esta visión bergogliana de la sociedad y de la Iglesia habría de tener graves consecuencias sobre el dogma católico. Basta decir que Francisco hace suya la idea modernista de la “propia construcción de la fe”[30], así como expresa claramente otro concepto -tan característico de la suma de las herejías- al objetar contra los que buscan “claridad y seguridad doctrinal” en su pensamiento[31]. Sin tapujos afirma que nunca se puede hablar de “verdad absoluta”[32] y que “Dios es el espíritu del mundo y cada uno puede interpretarlo a su manera”[33].
Pero si fuese sólo esto… ni la figura santísima de nuestro Salvador escapa de la implacable interpretación de Francisco que no vacila en socavar los fundamentos más profundos de la fe y de la piedad católicas al presentar un Jesucristo irreal, modelado según aquellas que para él serían las conveniencias del momento. Así, sin rubor, llega a proclamar la imperfección de Jesucristo en su escapada al Templo afirmando que por esa “aventura probablemente también Jesús tuvo que pedir perdón a sus padres”[34], que vino al mundo para “aprender a ser hombre”[35], y claro está, que Jesús nunca se encolerizaba con nada[36] y que en todo era misericordia[37]. Lo curioso en todo esto es que Francisco solo admite la cólera con los que no aceptan su sistema de pensamiento. Pero hay más. Con tristeza tenemos que mencionar una de sus afirmaciones que más han contundido la fe popular: “No es verdad que Jesús multiplicó los panes y los peces”[38]. Este estudio ha sido uno de los mas difundidos del Denzinger-Bergoglio y en él demostramos la oposición de Francisco con todo el Magisterio precedente y la Tradición de la Iglesia. Y para colmo, más aspectos que chocaron a la pobre feligresía: su idea luterana de “Pan de Vida”[39] y su peculiar concepto de que sin los pobres –¡¡de nuevo!!– el mensaje de Jesucristo es incomprensible[40].
Pero si Francisco tiene una idea tan personal de Jesucristo cabe preguntarse qué idea tendrá del propio Dios. Aquí entramos en un terreno lúgubre y que seguramente causará espanto a nuestros lectores. Muchos podrán pensar que se trata de pensamientos sin consecuencia, propios de un porteño (habitantes de la provincia de Buenos Aires, Argentina), con su singular idiosincrasia. Ojalá sea eso… porque de otra manera hay que reconocer que estamos delante de algo inadmisible en cualquier persona que quiera profesar la fe católica. ¿Cómo interpretar sus dudas sobre la omnipotencia de Dios?[41] ¿Qué pensar cuando defiende la teoría de la inmanencia divina en todas las cosas?[42] ¿Qué imaginar cuando afirma no existir un “Dios católico”[43] y que católicos y musulmanes rezarían al mismo Ser?[44] ¿Cuál sería la explicación a su idea de que católicos, judíos y musulmanes dan gloria al mismo Dios[45] o cuando pide a los no creyentes “buenas ondas” en lugar de oración?[46] Solo esto ya bastaría para justificar infinidad de inquietudes sobre Francisco… pero lo más inquietante es que esto es apenas el comienzo.

4. Un Papa para todas las conciencias

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A estas alturas del campeonato, lector, si eres un católico como Dios manda deberás estar mareado. Es casi imposible un tal cantidad de deformaciones de nuestra religión. Pero quizás tus sentimientos sean diversos y nos estés odiando por haber perturbado tu conciencia. Todo esto es una gran calumnia, dirás en tu interior. Pero la verdad es muy diferente. Como ya nos conoces, sabes que no inventamos nada y nuestros estudios están fundamentados en la doctrina del Magisterio inalterable de la Santa Iglesia. Sabes que examinamos bien todas las afirmaciones de Francisco en fuentes oficiales y dentro de su total integridad. Y que de nada sirve lo que quizá estas pensando: “son afirmaciones sacadas del contexto”. Ten un poco de honestidad intelectual y compruébalo por ti mismo. Basta ver las notas (necesariamente muchas) de este artículo para ver el origen de cada afirmación de Francisco y su estudio correspondiente. Ha sido un estudio cada tres días a lo largo del año…
¿Pero cómo juzgar, dirás, al mismo que se declaró incapaz de juzgar hasta los propios gays?[47] ¿Cómo no ver en Francisco alguien tan humilde que hasta renuncia a su condición de mediador entre Dios y los hombres?[48] La verdad… Francisco ha ido demasiado lejos. Y después de tres años los católicos no pueden dejar de ver que “el rey está desnudo”… Lo sentimos por ti, admirador de Francisco. Y justo ahora que tu problema de la eternidad estaba tan fácil. Ahora que te prometieron que todo el mundo se salva[49], que la condenación eterna está fuera del camino de la Iglesia[50] , que Dios no condena nunca[51] y que el Juez -el mismo que invocamos en el Credo- ya no nos juzgará[52]. Y si a pesar de todo esto morías impenitente, Francisco te garantizó que tu alma no será castigada. Para Francisco, el castigo es la aniquilación del alma y nada más[53]. ¿Exageración? ¿Calumnia? Deja de hacer juicios temerarios y consulta las notas al final…

5. Terribles confusiones

Para Francisco en relación a las leyes de la Iglesia hay que pensar así: No se debe soñar con una doctrina monolítica[54] y cuando la Iglesia quiere adueñarse de las conciencias actúa como los fariseos[55]. Para él, la conciencia es libre[56].
¿Qué es la piedad para Francisco? Pregunta realmente difícil. Si ya consideraba el ayuno eucarístico como una dictadura de la Iglesia[57] no debemos extrañar que considere retrógrado la devoción de los ramilletes espirituales[58] o incluso que critique el ascetismo, el silencio y la penitencia como meros desvíos[59]. Pero no apenas en su exterioridad Francisco ve de forma diferente la devoción popular. Para él, por ejemplo, la esencia de la Primera Comunión es entrar en comunión con otras confesiones cristianas no católicas[60] y la oración siempre será algo abstracto pues jamás se puede saber cómo y dónde encontrar a Dios[61] con total seguridad[62]. ¿Y los asuntos más profundos de la vida espiritual? ¿Cómo ve Francisco el sufrimiento, por ejemplo? Sorprendentemente, ante este aspecto de la existencia humana tan propio de nuestra fe y del “valle de lágrimas”, Francisco dice que hay desafiar a Dios con un “¿por qué?”, pues ante el sufrimiento no hay explicaciones[63].
Pero todavía hay mucho más. ¿Qué es la gracia de Dios que recibimos en el bautismo? Para Francisco es muy simples: es una “luz” existente en el alma por lo que el hombre nunca puede saber si es tocado o no por ella.[64]. ¿Y será que con el bautismo somos hijos de Dios? Para Francisco hay conformes. Según él afirma, los ateos o miembros de cualquier religión también son hijos de Dios[65]. Eso se debe a que Dios está en la vida de cualquier persona[66] y hasta “el más blasfemo” es amado por Dios[67]. Esto suscita una gran inquietud y no es para menos. ¿De qué sirve entonces la Iglesia Católica? El gran mensaje de Francisco es muy claro y afirma que cualquier ateo puede hacer el bien[68]. En resumen, ¿eres de los que evitas el pecado? ¿Ya oíste decir que “el lugar privilegiado para el encuentro con Jesucristo son los propios pecados?”. Pues no es Lutero y sí Francisco quien afirma eso[69].
Pero bueno, dirás que al menos hay que reconocer que Francisco es muy mariano. Y te respondemos que para quién consigue deformar la idea de Dios y de Jesucristo, no lo tendrá especialmente difícil con la Virgen Inmaculada y afirmará sin tapujos que la pobre fue “engañada por el ángel San Gabriel”.[70] Pero nadie piense que aquí Francisco llegó al límite. No. Desde el Denzinger-Bergoglio podemos asegurar que la fuente de Bergoglio es inagotable. Y si un día puede defender que el Oficio Divino es una oración judía[71]después nos sorprende con la fórmula de la felicidad perfecta (vive y deja vivir)[72], con la equiparación de la catequesis al yoga zen[73] o con la afirmación de que la pena de muerte es contraria a la justicia y misericordia divinas[74].

6. Destrucción de la familia

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Pero está claro que todo este ideario de Francisco se refleja sobre todo en su peculiar concepción de familia. Basta recordar todo el caso que nos montó con el Sínodo. Para él, familia es un concepto cultural[75], y considera la posibilidad de que pueda existir “ruptura del vínculo matrimonial”[76]. Tampoco rechaza los matrimonios de segunda unión[77] y declaró que no le gusta que la llamen de unión “irregular”[78]. Por eso mismo ve como normal que los jóvenes de hoy prefieran vivir juntos sin casarse[79] y afirma claramente que la Iglesia no tiene recetas para resolver estos problemas[80]. Eso sí, para Francisco hay una cosa muy clara: “para ser buen católico no hace falta tener hijos como conejos”[81]. ¿Y qué consecuencias prácticas tiene esto para Francisco? Muy simple: Francisco alimenta la misma idea que después niega, de querer volver a abrir las puertas de los sacramentos para estas personas divorciadas en segunda unión,[82] y empieza recordando que la exclusión a los sacramentos de ellos no es un castigo pues afirma que los sacramentos deben ser vistos como un remedio y no como un premio[83]. Según él, la Iglesia nunca puede cerrar ninguna puerta, incluso la de los sacramentos[84], pues a final de cuentas, el Señor “perdona siempre, jamás condena”[85].
¿Qué pensar de la idea de pecado que tiene Francisco? Para él, el pecado no es tanto una ofensa a Dios[86] sino un motivo de gloria[87]. Para Francisco el concepto de pecado es relativo pues quien dicta lo que es bien o el mal es la conciencia de cada uno[88]. Y encima afirma (¡hablando para religiosos!) que si uno no peca no es verdaderamente hombre[89].

7. La nueva moral

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Vayamos, pues, al grano. Francisco quiere sustituir el incienso por el “olor de oveja”. Es justamente en la pastoralidad que él quiere mostrarse como único en dos mil años de historia de la Iglesia. Y como no podía faltar, en la base de su acción pastoral se encuentran principalmente los pobres, que para Francisco son el propio “Cristo sufriente”[90] , la propia “carne de Cristo” y una nueva “categoría teológica”[91]. Francisco declaró sentirse feliz si llegase al punto de vender todas las iglesias para dar comida a los pobres[92] pues para él la caridad material es una señal de amor más profunda que el mismo estudio de los teólogos[93]. Por eso para él los peores males de nuestra sociedad son el desempleo, la pobreza y la corrupción[94]–síntesis bastante demagógica– y la ecuación para formar la juventud es digna del presidente de una ONG aconfesional: educación, deporte y cultura[95]. Por todo esto no debe extrañarnos que afirme que no es necesario insistir en los temas morales como aborto, homosexualidad o anticonceptivos, pues ser machacón en estos temas acabaría por cansar a las personas[96], tanto más que no se debe reprochar quién actúa de manera ilícita en temas morales condenados por la Iglesia[97]. En el fondo de toda esta actuación “pastoral” de Francisco se vislumbra el deseo de cambiar dentro de la Iglesia el modo de relacionarse con Dios y con los demás[98], insistiendo en las enigmáticas “periferias existenciales”, no condenando nunca a nadie y estando dispuesto a “ensuciarse las manos”[99]. No extraña que siempre el satisfacer las necesidades materiales deber estar por encima de lo demás: preocuparse sobre todo de quitar el hambre y educar, sin importar la religión[100]. Francisco insiste usque ad nauseam con la idea de que no se debe hacer nunca ningún tipo de lo que él llama “tontería del proselitismo”[101]. Él comparte la idea de muchos que, desde los años 60, insisten con que la Iglesia debe volver a sus orígenes, pobre y pequeña, como la levadura que fermenta la masa[102]… una masa fermentada que, sin embargo, tiene que abajarse. Curiosa contradicción.

8. Puentes en vez de muros

Los cimientos de esta nueva filosofía bergogliana se encuentran en aquello que Francisco denomina como la “cultura del encuentro”. ¿Qué sería exactamente esto? Es simplemente abrazar a los demás sin ningún tipo de opinión previa[103], renunciando a cualquier principio o axioma que pudiese confundir al otro. Según Francisco, durante siglos la Iglesia ha construido muros y ahora ha llegado el momento de extender puentes, sin excluir a nadie, sea ateo, divorciados de segunda unión o socialista[104]. Una Iglesia cerrada (como cualquier comunidad[105]), para Francisco, es una Iglesia enferma[106], por lo que, concluimos nosotros, gracias a él la Iglesia saldrá de una enfermedad que le ha costado más de dos mil años de supuesta inacción.
¿No es esta la misión para un nuevo “Mesías”?
Francisco quiere establecer la idea de que el Evangelio no se puede difundir sin dulzura[107]. En definitiva, el encuentro es volver a releer el Evangelio pero desde el mundo actual[108] y será el comienzo del camino hacia la paz para toda la Humanidad[109].
¿Se puede imaginar una misión mesiánica más sorprendente?

9. Ecumenismo

Una de las primeras declaraciones de Francisco como obispo de Roma fue “la firme voluntad de proseguir el camino del diálogo ecuménico” (Sala Clementina, 20 de marzo de 2013) y lo impuso desde el comienzo como algo que está en la base de un mutuo beneficio “en el cual ambas partes encuentran purificación y enriquecimiento”[110] . Al lado de la doctrina del “encuentro” que acabamos de comentar, el ecumenismo será el signo del una nueva época dentro de la Iglesia, la era de Francisco. Sus gestos, sus actitudes delante de cualquier confesión tendrán la señal de su reconocimiento y admiración, sea pidiendo oraciones[111] o bendiciones[112] que él reconoce por entero como válidas y hasta valiosas. Y sin duda alguna, el ecumenismo ha sido el ámbito que Francisco ha suscitado más perplejidades por lo explícito de su doctrina contraria al Magisterio de la Iglesia católica. Para mejor comprensión de la materia vamos a dividir la misma en tres puntos principales.
a. Ecumenismo con las iglesias cristianas
Francisco parte de la imagen de un “poliedro” para expresar su idea del conjunto de todas las religiones cristianas que se escindieron de la Iglesia católica. Huelga decir que el tal “poliedro”, en boca de Francisco, se nos presenta como algo de contenido esotérico y de tufillo New Age. Esa figura forma una unidad en que cada lado es distinto y necesario para su existencia. En la teología ecuménica de Francisco, la división entre las diversas iglesias protestantes es un “escándalo” que no puede continuar[113]. Escándalo este en el que la Iglesia tendría mucha culpa por no haber aceptado la individualidad de cada lado. No se trata por tanto de buscar la unidad en la catolicidad. Para Francisco cada cual debe conservar su “originalidad”. Así se obtiene el poliedro perfecto. Nada se disuelve y todo se integra. Es la confluencia de todas las parcialidades. Según Francisco, esto sería el deseo del Espíritu Santo pues la uniformidad, en su parecer, “no es católica”. Por tanto, en relación a las confesiones cristianas el objetivo no sería buscar el “pensar del mismo modo, ni mucho menos perder la identidad”. [114] ¿Quién no recuerda el concepto de “ecumenismo de sangre” tan repetido por Francisco en diversas circunstancias? Es la misma doctrina basada en la idea del “martirio”[115]. Pero para realizar tamaña empresa, los teólogos tiene muy poco que opinar. Para Francisco será obra del Espíritu Santo y no de la teología[116], ya que para él las diferencias entre católicos y protestantes, son meramente de “interpretación”[117]. Basta recordar el regalo de un cáliz católico que ofreció a un pastor luterano mientras afirmaba esa aberración dogmática. Y si ya en Buenos Aires Francisco trabajó y rezó con los protestantes para conseguir su aceptación entre el pueblo fiel[118], años más tarde, como obispo de Roma, llegó al extremo de referirse como “estimada hermana” a una pseudo obispa luterana y colocándose como “hermano en la fe”[119]. Pero es siempre la misma secuencia: mientras es invariablemente pródigo en halagos hacia los “hermanos separados”, desde marzo de 2013 los católicos que queremos seguir la verdadera religión somos tratados con una dureza y frialdad dolorosísima. Ecumenismo de puentes, ecumenismo del “encuentro”, ecumenismo de abrazos, sonrisas y concesiones. Sí, con todos, menos con los católicos.
b. Ecumenismo con Judaísmo e Islamismo
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Además de mostrar su gran humildad, sea en las portadas de las principales revistas del mundo o recibiendo grandes personalidades de la farándula, a Francisco le gusta quedar bien con todos. En relación al Islam siempre quiso enseñarnos que no debíamos desconfiar de la buena voluntad de los seguidores de esa religión. Quiere, a cualquier precio, evitar prevenciones contra los seguidores de Mahoma, asegurando que el Islam es una religión de amistad y el Corán “es un libro profético de paz”[120]. Es verdad que el panorama político internacional, con la creciente constatación de la violencia por parte de islamitas, le deja las cosas muy complicadas. Pero sus aventurillas con Mahoma le llevan a realizar declaraciones de amor que dejan estupefacto a cualquier alma bautizada. Sorprende la liviandad con que afirma que católicos y musulmanes “comparten la misma fe”[121], que el Islam conserva parte de las enseñanzas cristianas, que Jesucristo y María son objeto de profunda veneración por los musulmanes[122], que con la Biblia o con el Corán se adora al mismo Dios[123] y que el Ramadán es fuente de frutos espirituales y las oraciones de los musulmanes dan gloria “al Altísimo”[124]. Creemos que ningún Gran Mutfi sería capaz de defender tales enseñanzas…
Sin embargo, es en relación al Judaísmo que Francisco es más contundente y claro. No debe sorprendernos que nada más ser elegido por los cardenales, el mismo día 13 de marzo, escribiese a Riccardo Di Segnil, Rabino Jefe de Roma: “El día de mi elección como Obispo de Roma y pastor de la Iglesia Universal le saludo cordialmente. […] Confiando en la protección del Altísimo espero vivamente poder contribuir al progreso experimentado en las relaciones entre judíos y católicos a partir del Concilio Vaticano II, con un espíritu de colaboración renovada y al servicio de un mundo que cada vez esté más en armonía con la voluntad del Creador”(VIS). En estas palabras sale a relucir la constante de Francisco en sus relaciones ecuménicas con los judíos: ignorar al único Redentor y Salvador. En nuestra lista de estudios existe uno realmente contundente y claro cuanto a la heterodoxia de Francisco al defender la idea condenada de que la Antigua Alianza está vigente y que el judaísmo es un camino válido de salvación[125].
c. Ecumenismo con no cristianos
Pero Francisco va más lejos. Él no estará tranquilo hasta abarcar el mundo entero, y cuando lo haya conseguido, quizá se le quede pequeño. Por eso es el “Papa de los sin papa”. Y es que para él “cada uno tiene el derecho de seguir la religión que crea verdadera”[126] y defiende como un beneficio la laicidad[127]. Los seguidores de cualquier religión del mundo deben de estar satisfechos con Francisco, pues según él “la acción divina en los no cristianos tiende a producir signos, ritos, expresiones sagradas que a su vez acercan a otros a una experiencia comunitaria de camino hacia Dios”[128]. Por eso que expresó su deseo de impulsar y profundizar la búsqueda de todo aquello que hay en común entre todas las religiones[129]. ¿Alguien puede dudar que tal ideario parece el lanzamiento de candidatura para dirigir la tan buscada religión universal? He aquí que, en el empeño ecuménico de Francisco, sin duda prioritario en sus metas, se va esbozando una extraña misión de aires mesiánicos, en la que Francisco adquiere los trazos del líder mundial y absoluto de una pan-religión, amalgama no sólo de todo tipo de creencias, sino ideologías, modos de vida, etc. ¿La veremos realizada? El tiempo… y Dios… dirán.
Terminamos con esta reflexión de futuro el artículo que resume un año del Denzinger-Bergoglio. Como dijimos al comienzo no es nuestro objetivo dictar sentencias. Confiamos, eso sí, que alguien actué. Y lo haga cuánto antes. ¿En qué situación estará nuestra pobre religión dentro de otro año? Si es por el mismo camino mejor ni pensarlo… pero con la ayuda de Dios el Denzinger-Bergoglio seguirá su labor de elucidar las conciencias y recordando nuestro sagrado Magisterio. A nuestros amigos de siempre agradecemos de corazón todo el apoyo que nos han brindado para llevar a cabo esta labor. A los diversos sacerdotes que han querido sumarse en esta empresa, con las traducciones al inglés y obtención de documentos, nuestro fraternal abrazo. A quienes no concuerdan con nuestra posición y quieren combatirnos les perdonamos sin rencor y les decimos que sean comprensivos y entiendan que el único responsable por el Denzinger-Bergoglio es el mismo Francisco: “¡Hagan lío!”
Bendiciones.

Notas