2 El verdadero Maestro de oración es el Espíritu Santo, al
que se debe acudir si se quiere progresar en ella. También hay
que acudir a la Virgen María, insigne maestra de oración, en
cuanto que ella fue, a la vez, la mejor y más fiel oyente de la
Palabra y la más generosa y amante en la respuesta —Hágase
en mí según tu palabra—; además la meditó como nadie en su
corazón —María conservaba estas cosas en su corazón—, y fue
la que estuvo más cerca de su Hijo y del Espíritu de su Hijo.
3 La oración surge de la necesidad que Dios ha querido sentir de hablar con nosotros y de la que nosotros sentimos de hablar con Dios. Hablar es una forma de comunicarse, pero en este caso se trata de una comunicación que es, sobre todo, efusión de amor hacia el amado.
P Alfonso Gálvez
3 La oración surge de la necesidad que Dios ha querido sentir de hablar con nosotros y de la que nosotros sentimos de hablar con Dios. Hablar es una forma de comunicarse, pero en este caso se trata de una comunicación que es, sobre todo, efusión de amor hacia el amado.
4 En realidad la oración es una forma peculiar de hacer
consciente, y de intensificar, la vida de intimidad entre Dios
y el hombre. Es el amor divino–humano hecho intimidad consciente para el hombre. Por supuesto, sin comunicación
entre los que se aman no puede haber amor, lo cual vale
también para lo que ocurre entre Dios y el hombre.
5 En la Trinidad, el Padre se dice a sí mismo lo que es en una
sola Palabra, a la cual ama en un Amor que se identifica con
la respuesta con que es correspondido y que es el Espíritu
Santo. Pues bien, la oración es la prolongación ad extra, en
el hombre, del diálogo trinitario. En ella se actualiza, de un
modo singular, el hecho de que el hombre haya sido admiti-
do, como participante, al diálogo de amor, eterno e inefable,
que tiene lugar en el seno de la Trinidad.
P Alfonso Gálvez