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-La exhortación apostólica de Francisco , Amoris Laetitia, su última palabra respecto a los dos sínodos sobre la familia, muestra un conocimiento profundamente notable sobre las luchas de las familias, sus alegrías, sus tristezas y sus triunfos. Gran parte del documento de más 250 páginas puede ser leído con interés por los matrimonios (,,,) en especial sobre cómo tener una unión feliz y duradera.
Esa misma perspicacia sin embargo, desaparece cuando Francisco evalúa la Iglesia moderna. La exhortación evidencia que el Papa está mal informado sobre la vida interior de las parroquias. Mientras ofrece información muy detallada sobre las realidades de la vida familiar, el Papa expone lo que parece mera fantasía al sugerir que, cuando se refieren al matrimonio, los pastores a menudo lo hacen con "una insistencia casi exclusiva en el deber de la procreación," eclipsando el amor, la ayuda mutua y la unidad.
Sin embargo, como podrían atestiguar las innumerables parejas católicas asistentes a clases de preparación para el matrimonio en los últimos 40 años, sucede lo contrario. El deber de la procreación apenas se menciona. Nunca imaginaríamos que la procreación es el fin primario del matrimonio como la Iglesia nos enseña.
Como el columnista del New York Times, Ross Douthat, mencionó en una conferencia, el otro día: "La idea de que existe una iglesia de futuro glorioso esperando nacer, siempre y cuando nos deshagamos del catolicismo de los 50s, que el Papa parece percibir en todas partes, es una locura!, es una locura. Ahí no es donde el catolicismo en Occidente está en este momento. "
En otro ejemplo de la exhortación, Francisco afirma que la Iglesia no ha facilitado una apertura a la gracia y simplemente está exponiendo cuestiones "doctrinales, bioéticas y morales", como si eso fuera a "proporcionar suficiente apoyo a las familias, al fortalecimiento del vínculo matrimonial dando sentido a la vida marital. (...)
Es una reminiscencia del primer año de su papado cuando Francisco sugirió que el clero católico se centraba demasiado en "el aborto, el matrimonio homosexual y el uso de métodos anticonceptivos", haciendo que muchos se preguntaran, al igual que lo hizo el obispo de Santa Rosa, Robert Vasa, que dónde estaban exactamente esos predicadores obsesionados en estos temas, ya que la inmensa mayoría de pastores nunca hablaban de ellos. Esta sugerencia de Francisco contrasta fuertemente con la amonestación de San Juan Pablo II para proponer esas mismas verdades con "constancia y valentía" (Evangelium Vitae 82).
"También les resulta difícil hacer espacio para la conciencia de los fieles", dice el Papa en Amoris Laetitia ", quienes muy a menudo responden de la mejor manera posible al Evangelio en medio de sus limitaciones, y son capaces de llevar a cabo su propio discernimiento en situaciones complejas".
En la exhortación A L, el Papa repite la severa advertencia que hizo en 2013 en su Evangelio de la alegría: que los sacerdotes no deben usar el confesionario como" una cámara de tortura "o dar la sagrada comunión como" un premio para los perfectos ".
Si tal forma de catolicismo existió alguna vez entre la mayoría de los sacerdotes, ya murió hace tiempo. Si todavía hay algunos de esos sacerdotes vivos hoy en día, son la minoría más ínfima. El péndulo se ha movido ahora al extremo opuesto, pues la gran mayoría sacerdotes no dicen casi nada acerca del deber de la procreación en el matrimonio, al contrario, sufrimos un virtual silencio desde los púlpitos sobre el aborto, la anticoncepción y la homosexualidad.
¿Cuál fue la última vez que viste a un sacerdote negar la Santa Comunión a alguien por no ser perfecto? Si hubieras oído algo semejante, sería tan extraño que habría salido en las noticias nacionales.
Por el amor de Dios, ¿qué parte de la década del catolicismo de los 50 puede permanecer viva si a los católicos promotores del aborto como Nancy Pelosi y Joe Biden no se les niega la Comunión sino que además son invitados a dar charlas en el Vaticano!?
Esa misma perspicacia sin embargo, desaparece cuando Francisco evalúa la Iglesia moderna. La exhortación evidencia que el Papa está mal informado sobre la vida interior de las parroquias. Mientras ofrece información muy detallada sobre las realidades de la vida familiar, el Papa expone lo que parece mera fantasía al sugerir que, cuando se refieren al matrimonio, los pastores a menudo lo hacen con "una insistencia casi exclusiva en el deber de la procreación," eclipsando el amor, la ayuda mutua y la unidad.
Sin embargo, como podrían atestiguar las innumerables parejas católicas asistentes a clases de preparación para el matrimonio en los últimos 40 años, sucede lo contrario. El deber de la procreación apenas se menciona. Nunca imaginaríamos que la procreación es el fin primario del matrimonio como la Iglesia nos enseña.
Como el columnista del New York Times, Ross Douthat, mencionó en una conferencia, el otro día: "La idea de que existe una iglesia de futuro glorioso esperando nacer, siempre y cuando nos deshagamos del catolicismo de los 50s, que el Papa parece percibir en todas partes, es una locura!, es una locura. Ahí no es donde el catolicismo en Occidente está en este momento. "
En otro ejemplo de la exhortación, Francisco afirma que la Iglesia no ha facilitado una apertura a la gracia y simplemente está exponiendo cuestiones "doctrinales, bioéticas y morales", como si eso fuera a "proporcionar suficiente apoyo a las familias, al fortalecimiento del vínculo matrimonial dando sentido a la vida marital. (...)
Es una reminiscencia del primer año de su papado cuando Francisco sugirió que el clero católico se centraba demasiado en "el aborto, el matrimonio homosexual y el uso de métodos anticonceptivos", haciendo que muchos se preguntaran, al igual que lo hizo el obispo de Santa Rosa, Robert Vasa, que dónde estaban exactamente esos predicadores obsesionados en estos temas, ya que la inmensa mayoría de pastores nunca hablaban de ellos. Esta sugerencia de Francisco contrasta fuertemente con la amonestación de San Juan Pablo II para proponer esas mismas verdades con "constancia y valentía" (Evangelium Vitae 82).
"También les resulta difícil hacer espacio para la conciencia de los fieles", dice el Papa en Amoris Laetitia ", quienes muy a menudo responden de la mejor manera posible al Evangelio en medio de sus limitaciones, y son capaces de llevar a cabo su propio discernimiento en situaciones complejas".
En la exhortación A L, el Papa repite la severa advertencia que hizo en 2013 en su Evangelio de la alegría: que los sacerdotes no deben usar el confesionario como" una cámara de tortura "o dar la sagrada comunión como" un premio para los perfectos ".
Si tal forma de catolicismo existió alguna vez entre la mayoría de los sacerdotes, ya murió hace tiempo. Si todavía hay algunos de esos sacerdotes vivos hoy en día, son la minoría más ínfima. El péndulo se ha movido ahora al extremo opuesto, pues la gran mayoría sacerdotes no dicen casi nada acerca del deber de la procreación en el matrimonio, al contrario, sufrimos un virtual silencio desde los púlpitos sobre el aborto, la anticoncepción y la homosexualidad.
¿Cuál fue la última vez que viste a un sacerdote negar la Santa Comunión a alguien por no ser perfecto? Si hubieras oído algo semejante, sería tan extraño que habría salido en las noticias nacionales.
Por el amor de Dios, ¿qué parte de la década del catolicismo de los 50 puede permanecer viva si a los católicos promotores del aborto como Nancy Pelosi y Joe Biden no se les niega la Comunión sino que además son invitados a dar charlas en el Vaticano!?