Por eso adelanto la Purificación (Dios Padre)

 Dios Padre a Javier Viesca, México 


Sobre: ¡Me hacéis sufrir tanto, Mis pequeños!, por vuestro desamor, por vuestras traiciones, por vuestra falta de Sabiduría, por eso he de adelantar esta Purificación, para terminar este tiempo de gran maldad de satanás y empezar una nueva oportunidad para las almas buenas, para las almas que han buscado santidad en la perfección de sus actos.

Hijitos Míos, qué difícil se os hace hacer vida de amor. Si estuvierais más conscientes de vuestro Juicio y de la vida eterna, que puede ser para Bien o para mal, de vuestra alma, pondríais un poco más de cuidado en cómo lleváis vuestra vida en la Tierra.

Vida de amor, es una vida de ejemplo, Mis pequeños. Se os dio el don de la vida para ser ejemplo ante vuestros hermanos. El Pecado afectó todo lo creado, todo el Universo fue afectado por el Pecado Original y vuestra misión es reparar, es mejorar todo lo que la maldad destruyó.

Estad conscientes de esto que os voy a decir: Yo, vuestro Dios, el Perfecto, vuestro Padre, os doy el don de la vida para que bajéis a la Tierra a que compartáis el Bien que viene de Mí. El Bien está en vuestra alma, vuestra alma está impregnada de Mi Esencia Divina, que es el Amor, vuestra misión en la Tierra es simple: es amar.

Bajáis a la Tierra y, ¿cuántos de vosotros, realmente bajáis a amar? Hay dos opciones, amar u odiar. Hacer crecer vuestra alma o destruirla con la maldad de satanás. Vuestra función es la más sencilla, es una función Divina, una tarea Divina que os va a dar inmensidad de gozo y de regalos cuando regreséis al Reino de los Cielos, pero, durante vuestra vida en la Tierra, si estáis llevando a cabo vuestra misión correctamente, que es amando a vuestros hermanos y mejorando todo aquello que está caído en el pecado, para llevarlo nuevamente a la Gracia, ya desde vuestra vida en la Tierra vais recibiendo Mis Cuidados, Mis Bendiciones, Mis Gracias, Mi Vida espiritual a través de Mi Santo Espíritu.

El estar Conmigo, Mis pequeños, os va a asegurar una vida de muchos cuidados, ciertamente, también de ataques de satanás, porque él sabe cuándo Yo estoy cuidando y consintiendo a las almas que están tomando su misión correctamente, con amor y, sobre todo, con cariño, pero siempre seréis cuidados por Mí si estáis haciendo lo correcto. Tenéis todo cuando estáis Conmigo y os vuelvo a preguntar ¿cuántos de vosotros, realmente, estáis haciendo lo correcto, que es amando, transmitiendo amor, reparando todo aquello que está afectado por el pecado, otra vez a niveles de Amor? Pocas, muy pocas almas tratan de llevar a cabo esta tarea, que es la que os enseñó Mi Hijo: amar, reparar, unir en el amor, perdonar, saber perdonar al que ha hecho el mal.

Mis pequeños, el Amor lo es todo, es Mi Esencia, Mi Esencia Divina; fuisteis creados en Mi Esencia Divina y vuestra finalidad eterna, es vivir en Mi Esencia Divina. Son tantas y tantas las almas que se condenan porque no quieren amar. Despreciáis el dolor, despreciáis la maldad, la atacáis, pero en buena parte, toda vuestra vida, la compartís con satanás.

Me duele mucho, Mis pequeños, hablaros de esto. Me pertenecéis, pero vosotros escogéis libremente vivir con el enemigo o, desgraciadamente, morir también con él, para condenaros eternamente.

¡Me hacéis sufrir tanto, Mis pequeños!, por vuestro desamor, por vuestras traiciones, por vuestra falta de Sabiduría, por eso he de adelantar esta Purificación, para terminar este tiempo de gran maldad de satanás y empezar una nueva oportunidad para las almas buenas, para las almas que han buscado santidad en la perfección de sus actos. Es una oportunidad que le daré a las almas escogidas de este tiempo, para que levanten a una buena cantidad de almas del Universo entero. Ellas saben reparar, saben amarMe, saben agradecerMe, saben humillarse, saben darse como Mi Hijo se dio en obediencia para salvaros.

Este será un tiempo de Amor, de mucho Amor, en el que estas almas escogidas estarán ante Mí, como lo están los Santos Ángeles en el Reino de los Cielos, totalmente a Mi servicio, con un deseo grande de agradarMe, de amarMe, de servirMe. Soy vuestro Rey, Soy vuestro Dios, Soy vuestro Padre, ¿acaso no Me merezco lo mejor, cuando Yo os he dado lo mejor que cada uno de vosotros tenéis?
Gracias, Mis pequeños.