Card Sarah: las ambigüedades en la doctrina provocan desconcierto en los fieles


El libro más útil del cardenal Sarah, (uno de esos obispos africanos que abiertamente se opusieron a las propuestas de Kasper), Dios o nada, una conversación acerca de la fe, se publicó en medio de la vorágine de confusión que azotaba a la Iglesia en el 2015. La entrevista de 284 páginas  con el actual Prefecto de la Congregación para el Culto y la Disciplina Sacramental y antiguo superior del Concilio Pontificio Cor Unum, que supervisa en todo el mundo, además de ser una lectura sumamente amena es un tesoro de sabiduría, santidad  y enseñanzas diáfanas carentes de toda ambigüedad acerca de asuntos actuales relacionados con la fe. No esquiva ningún tema por controvertido que sea.
He aquí algunas citas para el provecho de los lectores de LifeSite. (Mejor aún, compre usted el libro.):
– Uno de los grandes problemas actuales reside en las ambigüedades o en las declaraciones personales acerca de aspectos doctrinales importantes que pueden conducir a opiniones equivocadas y peligrosas. Estos errores desorientan mucho a los fieles. A veces el clero y los teólogos ofrecen respuestas contradictorias a cuestiones muy importantes. Es imposible que al pueblo de Dios no le desconcierten comportamientos como estos. ¿Cómo van a estar seguros  los bautizados de lo que es bueno o malo? La confusión en torno a la auténtica dirección a seguir es la enfermedad más grave de nuestra época. 
– El espíritu ideológico es lo contrario del espíritu evangélico. Por eso los sacerdotes que optan por seguir o propagar ideas políticas equivocan necesariamente el camino, al sacralizar lo que no deben. La ideología está por naturaleza desconectada de la realidad y es necesariamente fuente de división pues puede traer consigo una adhesión duradera entre los hombres que, para bien o para mal, siempre están anclados en lo real.
Acerca de la ideología de género :
– Hoy [la Iglesia] debe hacer frente a la ideología de género, que Juan Pablo II no dudaba en calificar «nueva ideología del mal».  De hecho, el género, fruto de la reflexión de los estructuralistas americanos, es un hijo malformado del pensamiento marxista. En su último libro, Memoria e identidad, Juan Pablo II escribía: «Pienso, por ejemplo, en las fuertes presiones del Parlamento Europeo para que las uniones homosexuales sean reconocidas como una forma de familia, a la que correspondería incluso el derecho de adopción. Es lícito e incluso necesario preguntarse si no sigue operando ahí una nueva ideología del mal, quizá más sutil y encubierta, que intenta aprovechar los derechos del hombre contra el hombre y contra la familia».
La ideología de género transmite una burda mentira, ya que niega la realidad del ser humano como hombre y mujer. Los grupos de presión y los movimientos feministas lo promueven violentamente y se ha transformado rápidamente en una lucha contra el orden social y sus valores. Su objetivo no se detiene solo en la destrucción del sujeto: su principal interés es la destrucción del orden social. Se trata de sembrar la duda sobre la legitimidad de las normas sociales e introducir una sospecha en cuanto al modelo de la heterosexualidad; según [los proponentes de la teoría del] género, hay que eliminar la civilización cristiana y construir un nuevo mundo.
Steve Jalsevac, ADELANTE LA FE