Vi a 2 hermanas que iban a entrar en el Infierno (sta Faustina)

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(16) Una vez vi. a un siervo de Dios en el peligro del pecado grave que iba a ser
cometido un momento después.  Empecé a pedir a Dios que me cargara con todos los tormentos del infierno, todos los sufrimientos que quisiera, pero que liberase a ese sacerdote y lo alejara del peligro de cometer el pecado.  Jesús escuchó mi súplica y en un momento sentí en la cabeza la corona de espinas.  Las espinas de la corona penetraron hasta mi cerebro.  Esto duró tres horas.  El siervo de Dios fue liberado de aquel pecado y Dios fortaleció su alma con una gracia especial.
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+ En un momento, el día de la Navidad, siento que me envuelve la omnipotencia, la presencia de Dios.  Otra vez evito dentro de mí el encuentro con el Señor.  Pedí a la Madre Superiora el permiso de ir a “Józefinek” [47], [para] visitar a las hermanas.

La Madre Superiora nos dió el permiso y una vez terminado el almuerzo,
empezamos a prepararnos.  Las hermanas ya me estaban esperando en la puerta.

Fui corriendo a la celda a buscar la capita, en el umbral vi. al Señor Jesús quien me dijo estas palabras:  
Ve, pero Yo Me tomo tu corazón.  
De pronto sentí que no tenía corazón el pecho.  Como las hermanas me llamaron la atención de que debía darme prisa porque ya era tarde, en seguida me fui con ellas.  Pero un gran descontento empezó a molestarme.  Una añoranza penetró mi alma, sin embargo, nadie, excepto Dios, sabía lo que había pasado en mi alma.

Tras pasar apenas un momento en “Józefinek”, dije a las hermanas:  Volvamos a
casa.  Las hermanas pidieron un pequeño descanso, sin embargo mi espíritu no
llegaba a calmarse.  Les expliqué que teníamos que volver a casa antes de que
oscureciera y había un buen trecho de camino por hacer, y regresamos a casa en seguida.  Cuando la Madre Superiora nos encontró en el pasillo, me preguntó:

¿No han salido todavía o ya están de vuelta?  Contesté que ya habíamos regresado porque no quería volver de noche.  Me quité la capita e inmediatamente fui a la capilla.  En cuanto entré, Jesús me dijo: Ve
 a decir a la Madre Superiora que no has vuelto para estar en casa antes del anochecer, sino porque te he quitado el corazón.  

Aunque me costó mucho, fui (17) a ver a la Madre Superiora y le expliqué sinceramente el motivo por el cual había vuelto tan pronto y pedí perdón
al Señor por todo lo que no le agrada.  En aquel momento Jesús inundó mi alma de gran alegría.  Entendí que no hay satisfacción fuera de Dios.

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Una vez vi a dos hermanas que iban a entrar en el infierno.  Un dolor inexpresable me rasgó el alma; pedí a Dios por ellas, y Jesús me dijo: Ve
a decir a la Madre Superiora que estas dos hermanas están en ocasión de cometer un pecado grave
Al día siguiente se lo dije a la Superiora.  Una de ellas ya se había
arrepentido y se encontraba en estado de fervor y la otra aun estaba [en] un gran combate.