Cómo transformar nuestros actos pasados, en divinos

De la obra de Luisa Picarreta http://www.luisapiccarreta.org/es/biografia/biografia-parte-2/escritos2/

Cómo“transformar” LOS ACTOS HUMANOS DEL PROPIO  PASADO,  EN  ACTOS  DIVINOS:  


Dice Jesús:

“Hija mía, cuando la criatura llama en sus actos, a mi Voluntad, para vivir en Ella, 
mi Voluntad inunda la criatura y su acto con su fuerza creadora, renovando su vida 
divina. 

Supón que la llame mientras está obrando; mira lo que hace mi Querer:   
pone en acto todas las veces que la criatura ha obrado, reúne esos actos como si 
fueran un solo acto y, empleando su fuerza creadora, transforma en divino todo lo 
que la criatura ha hecho y está haciendo, lo sella con la santidad de sus obras y le da 
nuevo mérito y gloria, como si hubiera hecho todo de nuevo por amor suyo. Si ama, 
llama a vida todas las veces que ha amado y las hace un solo amor; si sufre, llama a 
vida cuantas veces ha sufrido, las reune, les pone el sello de penas divinas y les da 
el nuevo mérito de todas las veces que ha amado y sufrido. 

Es decir, que todo lo que ha hecho y repite, todo vuelve a estar en acto, reunido todo junto, 
para recibir nueva santidad, gracia, frescor, amor y nuevo mérito.  
En mi Voluntad no hay actos separados ni divididos, sino suma unidad; todo se ha 
de sentir que es mío. 
Con esta sola diferencia, que en la criatura está nuestro acto creador y creciente, 
mientras que nuestro Ser Supremo no está sujeto a crecer ni a disminuir. 

Es tanta nuestra plenitud, inmensidad e infinidad que, para desahogar nuestro amor, 
sentimos la necesidad de dar y de amar a las criaturas y de ser amados, pero 
sin que disminuyamos en nada. Por eso estamos atentísimos, estamos 
como en guardia, para ver cuando quiere hacer vida en nuestro Querer, para tener 
ocasión de amarla aún más y enriquecerla con nuestro amor, para que nos ame.  

Podemos decir que la cubrimos con nuestro Ser Divino, la acostumbramos a estar 
con Nosotros, para gozar de ella y darle de lo nuestro, y cuando ella, sacudida por la 
fiebre de nuestro amor, de nuestro aliento ardiente que continuamente le dice «te 
amo, te amo, oh hija», hace suyo nuestro eco y nos repite «te amo, te amo, Vida de 
mi vida, Amor de mi amor, Padre mío, Creador mío, todo mío, te amo», entonces nos 
hace sentir una fiesta y nos da las puras alegrías que queremos, porque le hemos 
dado la vida. 


Por eso queremos que esté en nuestra Voluntad, para tenerla como la queremos, 
para darle lo que queremos darle y para recibir lo que queremos de ella. 
Fuera de nuestro «Fiat», nuestro amor queda bloqueado por ella; hay tanta sepa-
ración entre ella y Nosotros, que ella llega a sentirse lejos de Nosotros y a tenernos a 
Nosotros lejos de ella, y llega incluso a temernos y a tener miedo de Nosotros. 
¡Voluntad humana, dónde arroja la criatura que tanto amo!”

(Vol. 34, 23.05.1937) 
Al decir que transformaen divino todo lo que (la criatura) ha hecho y está haciendo”,
 significa que sus propios actos de su pasado no eran divinos, sino sólo humanos.
 Y esto es motivo de inmensa alegría: poder rehacer el propio pasado de un modo 
divino, es mucho más que anular cualquier deuda de purgatorio
Por eso conviene tomar toda la vida de Ntro. Señor para cubrir, para sustituir 
de un modo divino, digno de El, nuestra vida

Cuando se trata de los actos de las otras criaturas podemos –si de veras vivimos en 
la Divina Voluntad– sustituirlos con actos divinos, pero no podemos convertirlos en 
actos divinos, porque fueron hechos por otras voluntades, mientras que en el caso de 
nuestros propios actos pasados, sí que podemos hacerlo, porque fueron hechos por 
la misma voluntad que ahora llama a la Voluntad Divina a que los transforme. 

En el capítulo del Vol. 30 antes citado, el Señor ha dicho: 
“El recuerdo llama las obras del pasado y las hace como presentes”

 En nuestra condición de peregrinos en este mundo podemos llamar el pasado 
mediante el recuerdo y la intención. Pero en la realidad objetiva el pasado y el
 futuro no existen: todo está presente. Hacer presentes las obras del pasado es 
lo que dijo Jesús: 

“Todo escriba que ha llegado a ser discípulo del Reino de los Cielos es semejante
 al Dueño de casa, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas”
(Mt 13,52 de nuestro «Fiat», n
uestro amor queda
bloqueado por ella; hay tanta sepa-
ración entre ella y Nosotro

s, que ella llega a sentirse lejos de Nosotros y a tenernos a
Nosotros lejos de ella, y
llega incluso a temernos y a tener miedo de Nosotros.
¡Voluntad humana, dóúde arroja
la criatu

ra que tanto amo!”
(Vol. 34, 23.05.1937)
Al decir que
transforma
en divino todo lo que
(la criatura)
ha hecho y está
haciendo”,
significa que sus propios actos de s
u pasado
no
eran divinos, sino sólo
humanos. Y ésto es motivo de
inmensa alegría: poder rehacer
el propio pasado de un
modo divino
, es mucho más que anular cu
alquier deuda de purgatorio
. Por eso
conviene tomar toda la vi
da de Ntro. Señor para
cubrir,
para
sustituir
de un modo
divino, digno de El, nuestra vida.
Cuando se trata de los actos de las otras cr
iaturas podemos –si de veras vivimos en
la Divina Voluntad– sustituirlos con actos
divinos, pero no
podemos convertirlos en
actos divinos, porque fueron hechos por


otras
voluntades, mientras que en el caso de
nuestros propios actos pasados, sí que pode
mos hacerlo, porque fueron hechos por
la
misma voluntad
que ahora llama a la Voluntad
Divina a que los transforme.
En el capítulo del Vol. 30 


ante
s citad
o, el S
eñor h
a dicho:
“El recuerdo llama las
obras del pasado y las
hace como pres
entes”
.tra condición de peregrinos en
este mundo podemos llamar el pasa
d
o

mediante el recuerdo y la
intención. Pero en la
realidad objetiva el pasado y el
futuro no existen: todo es
tá presente. Hacer presentes
las obras del pasado es
lo que dijo Jesús:
“Todo escriba que ha lleg
ado a ser discípulo
del R
eino d e los Cielos es semejante al Du
eño de casa, que saca de su tesoro cosas
nueva s y cosas antiguas”
(Mt 13,52