Francisco y Kirill, agente de la KGB

Denzinger Bergoglio.com

Francisco y los hermanos separados ortodoxos del KGB

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De nuestro corresponsal en Roma
La conocida agencia FIDES, órgano oficial de las Obras Misionales Pontificias, nos informa el pasado día 10 de febrero, que nuestros hermanos separados “ortodoxos” de la iglesia armenia en Constantinopla pasan por una gran aflicción: su Patriarca, Mesrob II, está sufriendo una demencia senil, todo indica que un alzhéimer galopante: “El Patriarca no es absolutamente capaz de ejercer su libre voluntad” dicen los médicos (FIDES). El “sínodo” está pensando elegir un co-patriarca. Pero aunque el “santo sínodo” la apruebe, para ser efectiva tal decisión necesita la autorización del Ministerio del Interior de… el gobierno musulmán de Turquía.
Quiénes son los “hermanos ortodoxos”
Cismaticos russos elegem patriarca de MoscouSon los avatares de nuestros “hermanos ortodoxos”. Armenios, ucranianos, rusos, rumanos, griegos, búlgaros, albaneses, checos, georgianos…
Surgieron, en su grande mayoría, del llamado Cisma de Oriente (1054), explosión de un proceso tres veces secular que fue separando a muchos cristianos orientales, en la vida, en la fe y en la obediencia, de la sumisión a la Cátedra de Pedro “cabeza visible de toda la Iglesia” de nuestro Señor Jesucristo, “perpetuo fundamento de la unidad de la fe” (Lumen Gentium, 18). Así cada iglesia “emancipada” tiene su “fe”, que es una libre interpretación de los primeros concilios de la Iglesia de Jesucristo. Algunos aceptan siete concilios, otros sólo tres, otros sólo dos… Lutero no aceptará ninguno: “Sola Scriptura” – Solo la Biblia! Cada uno con sus manías…
¿Hemos dicho “emancipados”? Falaz engaño. Los armenios no son tan independientes… pues dependen del Ministerio del Interior musulmán de Constantinopla para resolver sus problemas de “autocefalia”. Por cierto… es una de las características más habituales de todas las iglesias cismáticas orientales, el servilismo completo en relación al poder civil, sea cual fuere… hasta comunista o musulmán, como la historia nos muestra.
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Los ortodoxos rusos y la KGB
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Vladimir Gundiayev, hoy Patriarca Kirill, cuando era agente de la KGB, en representación de la Iglesia Ortodoxa Rusa en el Consejo Mundial de las Iglesias (CMI). 1971.
Es sabido que el actual Patriarca de Moscú, Kirill, trabajó para la KGB en los años 70 (Le Point), además de haber apreciado, durante una misión en Suiza, las pistas de esquí, las bebidas alcohólicas, los coches de lujo… en fin, con uno de ellos (un BMW) tuvo un sonado accidente, cuando conducía a un oficial de la KGB y su hijo por las hermosas laderas de los Alpes nevados. El referido artículo de la cuidadosa revista francesa “Le Point”, cita también las palabras de un investigador de los archivos de la temible KGB: “Nadie podía ser obispo sin pertenecer a la KGB”. El nombre de código de Kirill, en la KGB, era Mikhailov. Por cierto, que esto aparece incluso en su página en Wikipedia, al menos en francés. Pecados de juventud… No tanto. En 2012 no temía la cohabitación con una mujer, Lidia Leonova, que presentaba como “su hermana”. Algunos dicen era nacida de un cocinero de la sede del PC en Leningrado, que prestaba servicios a Kirill desde hacía 30 años… En fin, sea como fuere Kirill no renuncia a muchas costumbres poco franciscanas, como usar relojes de pulsera de 20.000 euros, retocados con Photoshop en las fotografías a fin de no causar escándalo a sus pobres (en todos los sentidos de la palabra, incluso el literal de pobreza material) ovejas ortodoxas (Le Monde des Religions).
Recordemos que también Putin “formó parte”, hasta 1991, de la KGB (no sabemos si es en “pasado real” o “pasado ficticio”). Por lo tanto fue compañero de armas de Kirill en las siniestras filas de los esbirros de Stalin, Lenin, Trostky y compañeros, llamados Tcheca (1917-1922), OGPU (1922-1934), NKVD (1934-1955), KGB (1955-1991), FSB…
Los “ortodoxos de la KGB” asesinan obispos católicos de rito oriental
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En estos días, a respecto de la propagandística entrevista de Francisco con Kirill, bajo la sombra (¿protectora o siniestra?) del dictador Fidel Castro, sale otra impresionante noticia de la sumisión de la “iglesia ortodoxa rusa” a la KGB. Estudiosos e historiadores no católicos, nacidos en la ortodoxia y en ella militantes, recuerdan que fue el propio Stalin quien, a través de la KGB (en fin, de su “abuelo”, el NKVD) encarceló a todos los obispos de la iglesia católica ucraniana de rito oriental, y mando a unos comparsas realizar un sínodo teatral por el cual “pedían” la sumisión al Patriarcado de Moscú (La Croix, 7 de marzo de 2016). Este ridículo y teatral “sínodo” fue causa de millares de víctimas católicas, por el solo “delito político” de no querer integrarse en la “iglesia ortodoxa rusa” y permanecer fieles a Roma. Además de millares de templos robados a los católicos y entregados a los “ortodoxos de la KGB”.
Con motivo de la visita a Ucrania en junio de 2001,  Juan Pablo II beatificó 25 de esos mártires de la fidelidad a Roma, que no quisieron romper sus vínculos con el Siervo de los siervos de Dios, el Romano Pontífice, para hacerse siervos de los siervos de la KGB, mediante la adhesión a los “ortodoxos rusos”, cuyo actual heredero es Kirill (Homilía, 27 de junio de 2001). En las biografías de esos mártires leemos que hubo quien fue “envenenado por el general de la Policía del Estado” soviético, como el obispo católico de rito ucraniano Théodore Georges Romzsa (abbaye-saint-benoit.ch). Otro, como el obispo Josaphat Kotsylovsky, católico de rito oriental “fue torturado hasta dejarlo sin capacidad de moverse ni de alimentarse” (preguntasantoral.es), y “muerto como mártir de la Fe en la prisión de Kiev” (abbaye-saint-benoit.ch). El obispo Grégoire Khomyshyn, católico ucraniano, “muere en las prisiones de la NKVD el 17 de enero de 1945” (alexandrina.balasar.free.fr). Y Symeon Lukach obispo clandestino de la iglesia católica fiel a Roma, no sierva de los “ortodoxos” de la KGB; y Basile Velychkovsky, ordenado obispo secretamente en Moscú, de esa misma iglesia católica que se rehúsa a doblegarse a los “ortodoxos” de la KGB. Y el obispo Ivan Slezyuk…
No nos consta que ningún “patriarca ortodoxo” haya pedido perdón por todos estos crímenes -reales y extensamente documentados- por el único delito de no abandonar la unión con Roma, y no querer integrarse en la “ortodoxia de la KGB”.
Esta estirpe de obispos católicos ucranianos orientales mártires tuvo como primer pastor un obispo mártir, San Josafat (1580-1623), cuyo cuerpo destrozado, pero milagrosamente encontrado a pesar de la saña de los “ortodoxos” que lo asesinaron, fue trasladado a Roma y reposa en la Basílica de San Pedro. (New Advent).
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Arzobispo Mayor de Kiev-Galitzia y toda Rusia y Primado de la Iglesia greco-católica ucraniana.
De esos obispos católicos mártires, el heredero legítimo es el actual Arzobispo Mayor de los Ucranianos, su Beatitud Sviatoslav Shevchuk. El cual no ha dejado de manifestar su extrañeza por la absoluta falta de memoria de Francisco que ha ido a encontrarse con el ex-agente de la KGB Kirill, y ha publicado un documento que, para decir poco, ha suscitado extrañeza incluso entre los “ortodoxos” (como hemos citado arriba), por haberse olvidado que Kirill es el heredero de los esbirros que mataron a esos 25 mártires beatificados, y tantos otros millares y centenas de millares da católicos orientales que no quisieron romper sus vínculos con la única y verdadera Iglesia de Jesucristo: en Ucrania, Bulgaria, Albania, Rumanía… y en tantos países del imperio soviético.
En Rumanía, por ejemplo, todos los obispos católicos de rito oriental (eran catorce) rehusaron la sumisión a los “ortodoxos de la KGB”, y la mitad (siete) murieron en las cárceles de la KGB local, llamada “Securitate”; como el obispo Szilárd Ignác Bogdánffy abandonado en una celda solitaria, sin alimentos y sin los medicamentos necesarios para la neumonía contraída en las infames cárceles de Aiud (RV, 2 de octubre de 2015). Y los obispos Vasile Aftenie, Valeriu Traian Ioan Sociu, Tit Liviu Chinezu arrojados a celdas solitarias sin comida ni bebida cuando cayeron enfermos, y muriendo en total aislamiento, de frio, de hambre, de enfermedad.
Los “ortodoxos de la KGB” se apropiaron, solo en Rumanía, de 2.588 iglesias de los católicos “unidos a Roma”, y hasta ahora apenas han devuelto 200 (Zenit). Del bispo mártir Ioan Suciu, cuyo cuerpo exánime “fue arrastrado tirándolo por los pies a lo largo de la escalera, y su cabeza iba golpeando en los escalones” (Ploscaru, Ioan, Catene e terrore, Bologna, EDB, 2013, p. 244) también no se acuerda Bergoglio o del obispo Anton Durcovici asesinado de hambre en una celda solitaria en la siniestra prisión de Sighetu Marmaţiei. De este, como de los obispos mártires Traian Frenţiu, o T. Laurian Chinezu, no se conoce el lugar donde fueron enterrados, pues sus cuerpos trasladados en los carros de basura, eran tirados en fosas comunes o en muladares.
El obispo Ion Ploscaru consiguió, tras 15 años, salir de las cárceles de la “Securitate”, y nos ha dejado preciosas memorias, comparables a los escritos de los Mártires de Cartago (Ploscaru, Ioan, Catene e terrore, Bologna, EDB, 2013). Entre sus muchos testimonios cuenta como en numerosos interrogatorios le hicieron la propuesta que “si se hubiese pasado a la iglesia ortodoxa habría sido liberado inmediatamente” (p. 164); por ejemplo en Jilava, por el oficial Gheorge Enoi, el cual ante la negativa del obispo fiel a Roma, le dijo “entonces quédate aquí, así sufrió también Jesús” (p. 165). Es decir los torturadores de la KGB-Securitate sabían que los “ortodoxos de la KGB” no constituían un peligro para el régimen tiránico, pero si eran dañinos a sus objetivos los obispos católicos, a los que llaman despreciativamente “uniatas”.
Los “ortodoxos de la KGB” actuales querrían continuar robando iglesias a los católicos y… ¿matando obispos?
Éstos son obviamente despreciados por los “ortodoxos de la KGB”; de ahí la indignación de algunos miembros del Patriarcado “ortodoxo de la KGB” de Moscú, por la declaración firmada jubilosamente por Bergoglio y el (ex) agente de la KGB Kirill, que algunos han considerado concesivas a los “uniatas”. El periódico “La Stampa” nos informa que la agencia oficial rusa “Interfax” publica un comunicado firmado por un tal obispo Hilarión, jefe de las Relaciones Exteriores del Patriarcado “ortodoxo de la KGB” de Moscú, en que olvidado de los bispos católicos mártires, de los robos de millares de iglesias, de las condenas a Siberia, se queja que en la década de 90 los “uniatas” deshicieron “tres diócesis ortodoxas” [de la KGB] y recuperaron “centenares de iglesias”, que ellos (ortodoxos de la KGB) habían anteriormente robado a los católicos.
Agentes-da-KGB-Patriarca-de-Moscou-Kirill-Mikhailov-e-PutinEstas consideraciones quizá sirvan para que algunos reconsideren su benévola visión hacia las políticas de Putin, considerándolo una especie de paladín de la tradición y de la civilización cristiana occidental, y hacia la iglesia cismática rusa. Y es curioso que hasta en eso Francisco se erige como “Papa de la confusión”. Porque choca que, justamente en unión con este tipo de gente sea de las pocas ocasiones que durante su pontificado haya defendido en un documento posiciones en las que tantas veces le hemos visto no sólo omiso, sino inclusive escandaloso…
Un artículo de The Remnant publicaba recientemente un artículo titulado “Francisco y la asesina de bebés”, refiriéndose a los elogios de Bergoglio a Ana Bonino. También nosotros hablamos sobre el tema  aquí. Hoy se podría decir “Francisco y el asesino de obispos”, bajo la foto del encuentro con Kirill en La Habana.
Para Kirill, los ortodoxos de la KGB son la única iglesia de Cristo
No se trata solamente de un problema de robos y asesinatos, hay detrás una profunda divergencia doctrinal entre los “ortodoxos de la KGB” y la Iglesia Católica querida por Cristo.
El profesor Lubonir Zar, especialista en teología ortodoxa rusa, y profesor ordinario en la Pontificia Universidad Lateranense –la universidad del Papa, en Roma–, publicó hace menos de un año un interesante artículo en la revista de la universidad, bajo el título “El camino ecuménico abierto por Unitatis Redintegratio, entre dificultades y esperanzas: un dialogo con la ortodoxia” («Lateranum n. 2/2015», maggio-agosto 2015) comentado por Sandro Magister en reciente artículo (Chiesa).
En el seminario de Moscú se enseña que la iglesia católica “se ha separado de la comunión con la iglesia ortodoxa, la verdadera iglesia de Jesucristo”. Así, los católicos deberíamos doblegarnos ante los “ortodoxos de la KGB” renunciando a nuestros dogmas, como la Inmaculada Concepción de María, su gloriosa Asunción al Cielo, la Infalibilidad pontificia o la procesión del Espíritu Santo que proclamamos en la Profesión de Fe: “Creo en el Espíritu Santo que procede del Padre y del Hijo…”
Esta ideología “ortodoxa de la KGB” está en absoluta e irreconciliable oposición a la doctrina católica, como repetida por el Vaticano II (Lumen Gentium, 8), y reafirmada y glosada por el célebre documento Dominus Iesus , pues “los fieles están obligados a profesar que existe una continuidad histórica —radicada en la sucesión apostólica— entre la Iglesia fundada por Cristo y la Iglesia católica: « Esta es la única Iglesia de Cristo […] que nuestro Salvador confió después de su resurrección a Pedro para que la apacentara (Jn 24,17), confiándole a él y a los demás Apóstoles su difusión y gobierno (cf. Mt 28,18ss.), y la erigió para siempre como « columna y fundamento de la verdad » (1 Tm 3,15). Esta Iglesia, constituida y ordenada en este mundo como una sociedad, subsiste [subsistit in] en la Iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los Obispos en comunión con él » (Lumen Gentium, 8)”.
Posiciones doctrinales irreconciliables mientras no haya por parte de los “ortodoxos de la KGB” un reconocimiento de sus errores y asesinatos, robos y latrocinios, un doblar las rodillas ante lo que lo que antes odiaron. Pero su jefe dobla las rodillas ante otros, que no la Iglesia de Jesucristo.