Sacerdotes: debéis prevenir las Comuniones sacrílegas

6th January 2002, to Valentina Papagna, Sydney


En la iglesia de San Rafael.

Nuestro Señor Jesús se lamentó durante la Santa Comunión, “Hija mía, la gente aquí y en todas partes Me recibe llena de pecados no confesados. Ni siquiera me piden que tenga piedad de ellos antes de la Santa Eucaristía. 

Vienen como su fuera un hábito, ni siquiera se examinan la conciencia o temen cuánto Me ofenden. Estoy tan triste. Por favor, habla con los sacerdotes y diles que enseñen a la gente a venir a mí puros y confesados de antemano y a que no vivan en pecado mortal. Yo perdono, cuando me lo piden, porque soy un Dios misericordioso.

"Hoy es la fiesta de los Reyes Magos. Fue profetizado desde antes de que Yo viniera a vosotros y naciera a este mundo. Ellos debieron encontrar al verdadero Rey y traerle regalos: oro, incienso y mirra y presentarlos ante Mí. Me honraron y se inclinaron ante Mí. Mi hija, fueron dirigidos por la estrella brillante para rendir homenaje al Niño santo, pero también fueron con un corazón humilde y puro a verme y adorarme. Nada ha cambiado desde entonces. Quiero que todos mis hijos me alaben y me adoren y vengan con un corazón verdaderamente contrito y sincero cuando me reciban en la Eucaristía ".

“Dadme gracias  hijos míos, por tan gran regalo. Os nutro con mi propio cuerpo. Si sólo supierais, entendierais y vierais, me amaríais más, y estarías arrepentidos de vuestros pecados".

******************************


Dice San Alfonso M Ligorio que en los anales (archivos manuscritos) de los Padres Capuchinos se refiere de uno que era tenido por persona de virtud, pero, se confesaba mal. Habiendo enfermado de gravedad, fue advertido para confesarse, e hizo llamar a cierto Padre, al cual dijo desde luego : - Padre mío : Decid que me he confesado, mas yo no quiero confesarme.- ¿Y por qué?, replicó admirado el Padre, -Porque estoy condenado – respondió el enfermo – pues no habiéndome nunca confesado enteramente de mis pecado, Dios, en castigo me priva ahora de poderme confesar bien. 

Dicho esto comenzó a dar terribles aullidos y a despedazarse la lengua, diciendo : -“¡Maldita lengua, que no quisiste confesar los pecados cuando podías!”. Y así, haciéndose pedazos la lengua y aullando horriblemente, entregó el alma al demonio, y su cadáver quedó negro como un carbón y se oyó un rumor espantoso, acompañado de un hedor intolerable.

Este es un terrible ejemplo de un hombre que hacía malas confesiones, y después, cuando quiso confesarse debidamente, no pudo; porque bien lo expresa el mismo Dios cuando dice: Me buscaréis y no me hallaréis, y moriréis en vuestro pecado.