Testimonio de John Elson

 John se confiesa “muy aficionado a la consagración (de San Luis María Grignon de Monfort) a Jesús por María. Es una consagración total. Donde uno se ofrece a la Virgen, y no solo se ofrece, sino que uno quiere ser un esclavo de María”.
John explica que así como “Jesús vivió en el seno de María durante nueve meses, nosotros vivimos en este mundo, que es como un seno materno”. Y en este seno materno, “la devoción a María nos permite recibir – a través de sus manos – el mejor alimento espiritual, y lo recibimos con tal que queramos acercarnos a Ella, y le digamos que queremos comulgar”.
Para John Elson, la devoción a María – si es verdadera – nos conduce a una vivencia más plena de los Sacramentos: “Acercarse a María es querer los Sacramentos. Los Sacramentos son como un bufet espiritual que Ella da a los niños de este mundo, los niños dentro de su propio seno”. Es lo que la Iglesia siempre ha creído y cree. La devoción a María nos lleva a una entrega de nuestra voluntad a Dios. Así lo explica John: “Acercarse a María es decir sí, cuando uno diría no (…). Es recibir, meditar, escuchar a Jesús en momentos de adoración, y no pensar que somos nosotros los que llevamos el control de nuestra vida, porque es importante dejar que Jesús controle nuestro coche – digamos – y dejar que María nos alimente”.

Profundizando en la doctrina de San Luis María Grignon de Monfort sobre esa forma perfecta de devoción que es la esclavitud mariana, John Elson explica que en este tipo de esclavitud encontramos la verdadera libertad. No la libertad que nos aleja de Dios “saliendo de la casa del Padre como hizo el hijo pródigo”, ni la “esclavitud” del hermano mayor, atado a su resentimiento.Ser esclavo de María, dice John Elson, “es quedarnos felizmente en la casa del Padre. No necesitando un cordero, no necesitando una fiesta porque, como decía el Padre en esta parábola: Todo lo mío es tuyo”. Los esclavos de María, paradójicamente son “más libres que una persona que quiere liberarse de Dios”.
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