A Francisco no le gustan los seminarios.

A Francisco no le gustan los seminarios. Porque forman sacerdotes "rígidos" e incapaces de "discernimiento"

En pocos días, un aluvión de reprimendas. De éstas se trasluce la irritación del Papa por las críticas a "Amoris laetitia", fruto también ellas, a su juicio, de una mentalidad legalista y decadente

por Sandro Magister



ROMA, 16 de diciembre de 2016 – En este cuarto otoño de su pontificado, Jorge Mario Bergoglio está mostrando una preocupación especial por los seminarios, es decir, por la formación de los nuevos sacerdotes.

El 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada [Concepción de María], la Congregación vaticana para el Clero ha publicado una nueva "Ratio fundamentalis" de 90 páginas para los seminarios de todo el mundo, que en realidad se diferencia poco de las anteriores instrucciones emanadas en el 2005 y, por ejemplo, repite también la prohibición de admitir al seminario y a las órdenes sagradas "a quienes practican la homosexualidad, presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas o apoyan la llamada cultura gay":

> Il dono della vocazione presbiterale

Esta reconfirmación de la prohibición ha suscitado la previsible protesta de los que se esperaban del papa Francisco una "apertura", conforme a su célebre frase "¿Quién soy yo para juzgar?". Y el jesuita Thomas Reese, ex director de "America", fue el más locuaz en la reivindicación de la no-discriminación de los sacerdotes gays, que según dice serían "entre el 20 y el 60 por ciento" de todo el clero católico:

> Yes, there are lots of good gay priests

Pero es difícil pensar que la confirmación de la prohibición se le haya escapado al Papa, quien tiene uno de sus más obsecuentes ejecutores justamente en el cardenal Beniamino Stella, prefecto de la Congregación para el Clero. Y también para Bergoglio una cosa es la teoría, otra la práctica, vista la cantidad de prelados homosexuales en el círculo de sus más estrechos colaboradores y confidentes.

Más que la publicación de la "Ratio", el verdadero indicador de por qué los seminarios están tan cerca del corazón del Papa está dado por los discursos que ha dedicado últimamente al tema.

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Ante todo, se debe tener en cuenta lo que Francisco dijo el pasado 24 de octubre al encontrarse con los jesuitas reunidos para elegir su nuevo prepósito general, en la transcripción publicada en "La Civiltà Cattolica" del 10 de diciembre:

"El discernimiento, la capacidad de discernir, es el elemento clave. Y estoy notando justamente la carencia del discernimiento en la formación de los sacerdotes. En efecto, corremos el riesgo de habituarnos al 'blanco o negro' y a lo que es legal. En principio, estamos bastante cerrados al discernimiento. Una cosa es clara: hoy, en una cierta cantidad de seminarios ha vuelto a instaurarse una rigidez que no es cercana a un discernimiento de las situaciones. Es algo peligroso, porque puede conducir a una concepción de la moral que tiene un sentido casuístico. […]

"Yo y los de mi generación – quizás no los más jóvenes, pero mi generación y alguna de las posteriores – hemos sido educados en una escolástica decadente. Con un manual estudiábamos la teología y también la filosofía.  […] Fue esa escolástica decadente la que provocó la actitud casuística. Y es curioso: los que enseñaban la materia 'Sacramento de la penitencia', en la Facultad de Teología, habitualmente – pero no en todas partes – eran profesores de moral sacramental. Todo el ámbito moral se reducía al 'se puede', 'no se puede', 'hasta aquí sí y hasta aquí no'. […]  Era una moral muy ajena al discernimiento. […] Creo que Bernard Häring fue el primero que comenzó a buscar una nueva vía para hacer reflorecer la teología moral. Obviamente, en nuestros días la teología moral ha hecho muchos progresos en sus reflexiones y en su madurez; ahora no es más casuística".

Como es fácil advertir, la polémica de Bergoglio contra la "rigidez" que él ve enseñada también hoy en los seminarios se entrecruza con la muy importante y grave controversia que divide hoy a la Iglesia en la interpretación y aplicación de "Amoris laetitia", sobre la cuestión clave de la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar.

Basta ver la coincidencia también terminológica entre lo que el Papa dijo en esta conversación con los jesuitas y la no-respuesta telegráfica dada por él en la entrevista publicada en "Avvenire" el 18 de noviembre a las cinco "dubia" hechas públicas por cuatro cardenales precisamente respecto a la exhortación post-sinodal:

"Algunos siguen sin comprender, o blanco o negro, aunque es en el fluir de la vida que se debe discernir".

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En segundo lugar, el "discernimiento" es palabra clave también de los lineamientos para los seminarios publicados el 8 de diciembre.

Lo ha subrayado el cardenal Stella en "L'Osservatore Romano" del mismo día, en una entrevista de presentación de la "Ratio":

"El discernimiento es un don que los pastores dejen ejercitar en sí mismos y, más todavía, en los ambientes pastorales, para acompañar y leer en profundidad sobre todo las situaciones existenciales más complejas, por las cuales muchas veces las personas confiadas a nosotros están marcadas, apesumbradas y heridas".

Y para despejar toda duda que sea ésta la mayor preocupación del Papa, Stella prosiguió citando una frase justamente de las palabras dichas por Francisco a los jesuitas:

"Una cosa es clara: hoy, en una cierta cantidad de seminarios ha vuelto a instaurarse una rigidez que no es cercana a un discernimiento de las situaciones".

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Pero todavía más explícito y agrio ha sido el Papa al dirigirse a los seminaristas y a los superiores del seminario mayor de Roma, en la homilía de la Misa del 9 de diciembre en la capilla de Casa Santa Marta:

> Preti autentici

Se dijo que la relación entre Francisco, que es el obispo de Roma, y su seminario no ha sido nunca feliz.

Con Juan Pablo II y Benedicto XVI se había consolidado la tradición que el Papa se dirigiera al menos una vez al año para dictar una meditación a los seminaristas, en la fiesta de la Virgen de la Confianza.

Pero Bergoglio, apenas elegido Papa, interrumpió esta tradición y canceló las visitas. Una sola vez concedió a los seminaristas romanos un fugaz saludo, al término de la ordenación a obispo, en San Juan de Letrán, del nuevo auxiliar de la diócesis, Angelo De Donatis, el 9 de noviembre del 2015. Y se dispuso a entrar a saludarlos él solo, dejando bruscamente fuera de la puerta tanto al cardenal vicario que lo acompañaba, Agostino Vallini, como al rector y a los otros superiores, que se aprestaban a rendirle los honores de rigor.

Francisco no explicó jamás en público los motivos de su aversión. Y ni siquiera quiso destacar la invitación dirigida por él a los seminaristas y a los superiores del seminario mayor – pero sin la presencia del cardenal vicario y de los obispos auxiliares – para asistir a su Misa en Santa Marta el 9 de diciembre pasado.

Pero en la homilía hizo surgir todas sus preocupaciones respecto a la actual formación del clero, sin importarle que las vertía sobre los desventurados presentes, tratados como si fuesen ellos los culpables.

He aquí algunos pasajes, tomados del informe oficial de "L'Osservatore Romano":

"Para hacerse importantes, los sacerdotes emprenden el camino de la rigidez: muchas veces, alejados de la gente, no saben qué es el dolor humano; perdonan lo que aprendieron en su casa, con el trabajo del papá, de la mamá, del abuelo, de la abuela, de los hermanos". Al perder "estas cosas son rígidos, esos rígidos que cargan sobre los fieles muchas cosas que ellos no llevan".

"La rigidez" significa "látigo en la mano con el pueblo de Dios: esto no se puede, esto no se puede". Y "mucha gente que se acerca buscando un poco de consolación, un poco de comprensión, se aleja a causa de esta rigidez". Pero "la rigidez no se puede mantener mucho tiempo, totalmente". Además, "fundamentalmente es esquizoide: usted terminará por parecer rígido pero por dentro será un desastre".

Y "con la rigidez" está también "la mundanidad". En este sentido, "un sacerdote mundano, rígido, es un sacerdote insatisfecho porque ha tomado el camino equivocado". Justamente "a propósito de la rigidez y la mundanidad" Francisco quiso hacer referencia a un episodio, "acontecido hace tiempo: se acercó a mí un anciano monseñor de la curia que trabaja, un hombre normal, un hombre bueno, enamorado de Jesús, y me contó que había ido a Euroclero a comprarse un par de camisas y vio delante del espejo a un joven – él pensaba que no tenía más de veinticinco años, que o bien era un sacerdote joven o que estaba a punto de ser sacerdote –, frente al espejo, con una capa, grande, larga, con terciopelo, la cadena de plata, y se miraba. Después tomó el [sombrero con forma de] 'saturno', se lo puso y se miraba: un rígido mundano". Y "ese sacerdote – es sabio ese monseñor, muy sabio – logró superar el dolor con un golpe de sano humorismo y agregó: '¡Y luego se dice que la Iglesia no permite el sacerdocio a las mujeres!'". Es así "que el oficio que desempeña el sacerdote cuando se convierte en funcionario termina en el ridículo, siempre".

Curiosamente, del breve video difundido por el Centro Televisivo Vaticano resulta que ninguno de los seminaristas romanos presentes en la Misa vestía la sotana, un vestido "de mujer" que a Bergoglio no le gusta:

> Casa Santa Marta, Santa Messa del 9 dicembre 2016

Pero por el contrario aparecen todos con sotana los numerosos seminaristas del Pontificio Seminario regional pugliese "Pio XI", recibidos por el Papa el día después en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, junto a sus obispos:

> Udienza Pontificio Seminario Regionale Pugliese "Pio XI", 10 dicembre 2016

Para esta audiencia los funcionarios papales habían preparado un discurso escrito, pero que Francisco no leyó sino que lo sustituyó con uno de sus discursos improvisados.

Un discurso muy cálido, totalmente pronunciado en sentido positivo, sin una pizca de esa amargura que exudó en la homilía con sus seminaristas de Roma, y coronado por un festivo amontonamiento de seminaristas en torno al Papa (ver foto).

He aquí la transcripción íntegra:

> Grazie tante…

Queda como un misterio el por qué de este doble registro, negativo con los seminaristas de Roma y positivo con los de Puglia.

Así como queda por explicar la dramática carestía de vocaciones al sacerdocio que sufrió la diócesis de Buenos Aires, en los quince años de Bergoglio como arzobispo:

> La crisis de vocaciones impacta en la Iglesia

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Traducción en español de José Arturo Quarracino, Temperley, Buenos Aires, Argentina.

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