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5 dubia… desde el confesionario
Leandro Bonnin –
En el marco del debate suscitado en los últimos meses a raíz de la publicación de Amoris Laetitiae, me ha llamado la atención la intervención de un cardenal español, a quien no conozco, por lo cual sólo me ceñiré a sus palabras.
En un artículo publicado en la revista Vida nueva, el cardenal Sebastián afirma que “si los que dudan dejan un rato los papeles y se ponen a confesar, entenderán mejor”
Me sorprendió este argumento, y me tomo el atrevimiento de reflexionar sobre él. Porque si bien el card. se refirió a sus hermanos, en el fondo, sus palabras nos alcanzan a todos los que compartimos su inquietud
En 2º lugar y esto es lo más importante que debo decir, la falta de claridad en la enseñanza provoca desconcierto y división especialmente en el ámbito de la confesión. ¡Cuántas veces, como sacerdote, he tenido que echar luz a la conciencia de un fiel que me decía “me confesé con tal sacerdote, y me dijo esto” o “ el padre fulano me dio permiso para tal cosa”! La situación actual, descrita con tanta precisión en este mismo portal por mejores plumas, hace que ese tipo de reacciones no sean ya fruto de la ocurrencia de algún confesor de laxa conciencia (como hasta ahora), sino de un estado eclesial deliberadamente provocado o permitido.
Así, un fiel que vive en Argentina, cruzando un calle o un río (que separan una diócesis de otra) puede escuchar de dos confesores afirmaciones contradictorias, ambos amparados en las disposiciones de su obispo, y ambos diciendo que eso enseña la Amoris Laetitiae. Los fieles nos dicen algunas veces: “pero padre, ¡pónganse de acuerdo! Al final, es cada maestrito con su librito” Me parece ver en ese “discernimiento” que ya no reconoce principios universales (“abstractos” les dicen ahora) una refinadísima forma de clericalismo. Las consecuencias de esto no hace falta describirlas, pero sólo me permito insinuar que por ese camino, en este tema –y pronto en otros- se desdibuja completamente la catolicidad. Al igual que nuestros hermanos evangélicos, de pastor en pastor, cambiará la doctrina y la moral.
Por eso, con todo el respeto a su trayectoria y sin juzgar de ningún modo sus intenciones, me permito decirle:
Eminencia, sentado en mi confesionario, y con todos los papeles leídos y aprendidos, yo también espero la respuesta del Santo Padre.
Leandro Bonnin, sacerdote