Historias de la adoración perpetua


Apenas me sonaba de vista, y muy poco. Hace unos momentos ha pasado por el despacho digamos que María, qué importa el nombre. Es africana y tiene dificultades con el idioma. No pasa nada, la buena voluntad todo lo suple. Me ha entregado una ficha de inscripción para los turnos de la capilla de adoración perpetua. Va a velar ante el Santísimo desde las 23 h. del día 24 de diciembre hasta las 5 de la mañana del día de Navidad.
¿El motivo? Esta es su historia.
María llevaba tiempo sin trabajo y pasándolo muy mal. Harta de patearse calles y barrios buscando lo que fuera. Un día, paseando por el barrio, buscando cualquier cosa, se encontró de casualidad con la capilla de la adoración perpetua. Me dice que entró y rezó con todas sus fuerzas, y que ha regresado alguna vez suplicando ayuda al Señor para encontrar un trabajo.
Me dice que Dios ha escuchado sus ruegos y que ya está trabajando. Y que su acción de gracias es pasar con Él la noche de la Navidad.
No puedo escribir más, pero había que contarlo. Tengo un nudo en el alma. Qué grande es Dios.