Lo que hace Jesús por ti desde el sagrario

                               


La Beata Dina Belanger fue muy devota  del Stmo. Sacramento. Antes de su adoración, Jesús le mostraba multitudes de almas al borde del precipicio del infierno. Y después de su hora santa, veía a esas almas en las manos de Dios. Jesús le enseñaba así el inmenso poder salvador de una hora santa.

Hoy hay un drama peor que el de los pobres y los excluidos. es el drama de Jesús Abandonado en el Sagrario. Incomprensiblemente, durante tantas horas, días, meses y años, Jesús vivo, en la Eucaristía, está solo y esto es causa de muchos males en el mundo y en la Iglesia porque si fuéramos más los que visitáramos al Señor... habría menos soledad, menos familias rotas, y menos corazones heridos. 
Tenemos la ilógica conducta de dedicar muchas horas a la semana a la TV o las redes sociales, a cuidar nuestro cuerpo, a las amistades... y en cambio nos dedicamos poco o nada a estar con Jesús en el Sagrario.

Jesús sufre el abandono en los Sagrarios, ¡claro que sufre la frialdad, el olvido, la tibieza de aquellos por quienes lo ha dado todo y sólo recibe a cambio ingratitud y desprecios!. 

Pero principalmente Jesús sufre porque sabe que nosotros lo necesitamos, porque lejos del Sagrario nuestras barcas amenazan con hundirse, porque nos ve tantas veces profundamente solos y vacíos, aún rodeados de mucha gente e inmersos en una frenética actividad.

Sufre porque nos ve «afligidos y agobiados» y Él está ahí esperándonos, y nosotros buscamos reposo en otros corazones y no en el Suyo.

Jesús en el Sagrario, es como un escultor. Está activo y casi ansioso de que la dura piedra se ponga delante de Él para comenzar la obra, porque allí la vida se renueva y el corazón se restaura. Allí encontramos las fuerzas para perdonar y volver a empezar, hallamos paz y esperanza para seguir cargando la Cruz.

En el Sagrario Jesús es capaz de llenar tus soledades de su Presencia. De consolarte y fortalecerte para que puedas llevar a otros su consuelo y fortaleza. De sacarte los pesos que llevas cada día, o de llevarlos junto con vos.

Jesús Abandonado es el lugar donde puedes «abandonarte», sabiendo que nunca te dejará caer. Abandónate en Jesús Abandonado.Tal vez me preguntes: ¿y qué tengo que hacer cuando voy al Sagrario?
Podría responderte: «Nada. El que hace es Él». Estar delante de Él es ya comenzar a ser diferentes. Porque así como quien se pone delante del Sol, sin hacer nada, recibe sus rayos y en ellos la luz y el calor, así sucede también con este Sol que nace de lo alto.

Con una condición: que no te cubras, que no interpongas entre Él y tú nada de nada. Tienes que ir con el alma descubierta, y abrir de par en par el corazón, para que su poder entre hasta lo más íntimo de tu intimidad. 

Hay algo de Jesús en el Sagrario que impresiona: su silencio. Es la Palabra eterna, es la Sabiduría del Padre, encierra el Sentido del Universo y calla. O, mejor dicho, habla de un modo tan sutil y delicado, que sólo quienes se disponen, pueden escuchar.

¡Cuánto tenemos para aprender del silencio de Jesús en el Sagrario! ¡Cómo hemos llenado de palabras huecas nuestras vidas! Hasta parece que hemos perdido la capacidad de hacer silencio. 

Y si todavía te cuesta comprender qué hacer ante Jesús, cómo adorarlo y reverenciarlo, el cuerpo viene en tu ayuda. Porque no rezamos sólo con el alma: también nuestra dimensión material adora y alaba.

Y ningún gesto expresa tan profundamente la adoración como el arrodillarse. Ya al hacerlo, te sientes más cerca de Él. Porque arrodillarse te revela tu verdad de creatura. Arrodillarse significa aceptar que Él lo es todo, Él es el que Es. Y que nosotros no somos nada, pero somos infinitamente amados por Él, que se nos ha dado del todo para que hagamos de Él nuestro todo. 
                                                                                                                                         

Por Leandro Bonnin, sacerdote