¿Qué dijo Benedicto sobre la Comunión en la boca?

En la monición preparatoria, luego de pedir que se evitaran los aplausos, las pancartas y los gestos incorrectos durante la santa Misa, se difundió por los altavoces lo siguiente:

“En este Domingo de la Santísima Trinidad, nuestra Iglesia diocesana está unida al Sucesor de san Pedro para la celebración de la Santa Misa, fuente y culmen de la nueva vida en Cristo. Queremos vivir este momento en comunión con la Iglesia Universal presidida en la caridad por su Santidad el Papa Benedicto XVI.
Por esta razón, llamamos ahora la atención sobre el modo en que ha de recibirse la santa Comunión… Los fieles que, habiéndose confesado, estén en estado de gracia y que, por lo tanto, son los únicos que pueden recibir el Santísimo Cuerpo del Señor, se acercarán al ministro que esté próximo.
La Comunión, según la ley universal vigente, será distribuida sólo y exclusivamente sobre la lengua de los fieles; al fin de evitar profanaciones pero, sobre todo, para que se aprenda a tener una cada vez mayor y más alta consideración al Santo Misterio de la Presencia Real de Nuestro Señor Jesucristo. Por lo tanto, a nadie le será permitido recibir la Comunión en la mano.
Después de haber hecho la debida reverencia, adoraremos la Hostia que será apoyada sobre nuestra lengua.
Los que no estén impedidos por razones de salud o de espacio, pueden incluso recibirla de rodillas”.
Al principio, se menciona “el estar en comunión con el Papa” lo que motiva las directivas dadas respecto de la forma de administrar el Sacramento. Es decir, es el Santo Padre el que está liderando este movimiento litúrgico de restauración que, según ya ha dicho el Cardenal Koch, debería concluir algún día, con un único Rito Romano, cómo ha ocurrido por centurias hasta 1969.
Nótese también que la fundamentación jurídica de la medida que comentamos, está dada por “la Ley universal vigente”, pues nunca ha sido ELIMINADA la prohibición de comulgar en la mano, ratificada por el Papa Pablo VI en la Instrucción Memoriale Domini (1969) que dice:
“Así, pues, teniendo en cuenta las advertencias y los consejos de aquellos a quienes “el Espíritu Santo ha puesto como obispos para regir” las Iglesias, en razón de la gravedad del asunto y la fuerza de los argumentos aducidos, al Sumo Pontífice no le ha parecido oportuno mudar el modo hace mucho tiempo recibido de administrar a los fieles la Sagrada Comunión. En consecuencia la Sede Apostólica exhorta vehementemente a los obispos, sacerdotes y fieles a que se sometan diligentemente a la ley ya vigente y otra vez confirmada, tomando en consideración el juicio dado por la mayor parte del Episcopado católico, la forma empleada por el rito actual de la Sagrada liturgia y también el bien común de la misma Iglesia.