¡Si supierais lo que se ve en el Cielo!

NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO A AGUSTÌN DEL DIVINO CORAZÒN 

Febrero 1/10 
Jesús:

Hijos míos: Si supierais lo que se ve en el Cielo. Si supierais la paz que se experimenta allí frente a mi presencia. Si pudieseis ver la majestuosidad del paisaje, de los jardines, de las cascadas, de los manantiales que hay allí.
Si pudierais ver, escuchar, sentir el canto armonioso y perfecto de los Santos Ángeles: pediríais hoy mismo os llevase conmigo.
Si pudierais escuchar el palpitar de mi Corazón: me pediríais recostar vuestras cabezas en mi pecho así como lo hizo Juan que escuchó el palpitar de mi Corazón y supo descansar en Mí, supo recrearse y anonadarse conmigo. 
Hay tanto goce, tanta dicha en el Cielo. Por eso, hijos amados: sed santos, vivid mi Palabra, aceptad el sufrimiento, las pruebas, la cruz que os espera. 
Orad, orad y reparad porque muchas veces hay entierros suntuosos, multitudinarios de jerarcas de la Iglesia, despedidas solemnes, predicaciones elocuentes y retóricas; y mientras hay desfiles fúnebres pomposos: estas pobres almas son devoradas por las legiones de demonios en los infiernos. 
Reparad, mis pequeños, reparad. Orad, orad mis hijos amados. Es la Iglesia fiel, es el pequeño resto que recibirá corona de gloria. Pronto, pronto la Iglesia atravesará por una crisis más aguda, más profunda pero tendrá que pasar por la purificación y el sufrimiento para llegar a su máximo esplendor.
Adoradme, mis hijos amados. Recreaos conmigo, ya que no recibo adoración ni gloria en los conventos. Ya que no recibo adoración ni gloria en muchos de los seminarios, en muchas de las casas religiosas.
Adoradme vosotros, mis hijos amados, adoradme.