El fruto de una bendición

 ¡Acoger la bendición! En el mes de enero los franciscanos visitan casa por casa para hacer descender sobre ellas la bendición de Dios. También es una ocasión para que las familias tengan un contacto personal con sus sacerdotes y hablen con ellos de Dios. La Gospa insiste sobre la necesidad de retomar el uso del agua bendita. Si uno no puede contar con la visita de un sacerdote, el padre o la madre de la familia puede rociar la casa y toda la propiedad con agua bendita y exorcizada mientras todos oran. La Virgen también pide que seamos portadores de bendición entre nosotros. Recibí este hermoso testimonio de una hermana alemana:

“En el pasado mes de septiembre mi madre necesitaba hacerse atender por un pedicuro. Busqué en la guía el que estuviera más cerca de casa. Acompañé a mi madre a la casa de esta mujer porque yo quería conocerla personalmente. El lugar nos pareció agradable e intercambiamos algunas palabras con la pedicura. Le dije que yo era consagrada, que estaba en misión en el exterior y que por ello no vivía en Alemania con mi madre. Al despedirnos le dije: “Hasta luego. Que el Señor la bendiga”, y la bendije con todo mi corazón. De regreso en casa, mi madre me dijo que había estado muy contenta con esa visita y que deseaba agradecer a esa señora.

Cuando volví a visitar a mi madre, el 21 de diciembre, fuimos nuevamente a ver a la pedicura y le llevé un pequeño regalo junto con mis felicitaciones navideñas. Ni bien me vio me acogió con gran alegría y me pidió que me sentara porque deseaba contarme algo: ‘Cuando usted vino en septiembre, me encontraba en una situación muy difícil. No podía pagar mi alquiler y me veía obligada a pedir ayuda en Caritas. De hecho, me encontraba al punto de quedar en la calle. ¡Estaba desesperada! Pero cuando usted me dijo: ‘Que el Señor la bendiga’, la angustia que experimentaba desapareció al instante. ¡Nadie en toda mi vida me había dirigido esas palabras! Aquella misma noche me sucedió algo (no le pregunté qué) que me permitió poder pagar el alquiler de mi departamento. Ahora estoy feliz y para agradecérselo, deseo hacerle una donación para su misión’.
Para mí, agregó la hermana, fue un gran estímulo para bendecir a las personas como nos lo enseña María en Medjugorje. Casi nunca vemos el efecto de la bendición que transmitimos (en alta voz o silenciosamente), pero gracias a este testimonio Jesús me invita a creer aún más en el poder de la bendición. Entonces, ayudemos a la Virgen. No desperdiciemos ocasión para bendecir a quienes encontremos en nuestro camino. (Ver PS 3)

Conozco bien a esta hermana. Vive en profunda unión con Cristo, cosa que seguramente ayudó para que la gracia fluyera. La bendición es un don del Cielo, algo divino que brota del corazón de Dios para alcanzar lo profundo de nuestra alma, sin pasar por nuestra inteligencia ni nuestros sentidos, zonas periféricas de nuestro ser. Es por eso que, salvo en casos excepcionales, no sentimos nada en el momento en que la recibimos; pero es como un misil de luz y de amor que Dios envía a un alma a través de quien bendice, para enriquecerla con una gracia particular. Cuanto más cerca esté de Dios el transmisor de la bendición, cuanto más transparente sea, más dejará pasar la gracia. ¡Si quien imparte la bendición es un sacerdote, a través suyo es Jesús mismo quien bendice! “Si los sacerdotes supieran lo que dan cuando bendicen, dijo la Virgen, ¡bendecirían sin cesar!”

Un día, filmamos un video en inglés sobre el ayuno con el padre Slavko, poco antes de su muerte. Pero justo después de la filmación, el aparato se descompuso y nos lamentábamos de la pérdida de nuestro trabajo. Entonces le pedimos al p. Slavko que bendijera la filmadora, lo que hizo con gran simplicidad. De inmediato comenzó nuevamente a funcionar… En este Jubileo de la Misericordia, multipliquemos las bendiciones.

Querida Gospa, ¡bendita eres entre las mujeres! Mientras dure este tiempo de gracia en el que Jesús te envía a nosotros, abrimos nuestros corazones en el momento de tu venida para que tu bendición maternal de paz se derrame sobre nosotros….

Sor Emmanuel +