Francisco incoa, mediante los jesuitas, el sacerdocio femenino




Todo lo publicado en la revista La Civiltà Cattolica pasa por el control previo de la Santa Sede. Además hay una estrechísima amistad entre Bergoglio y su director, el jesuita Antonio Spadaro. 
Francisco declaró recientemente: "Vuestra revista está a menudo en mi escritorio. Habéis acompañado fielmente (…) (mis) encíclicas y exhortaciones apostólicas, dando de ellas una interpretación fiel”. De aquí se infiere que la vía libre a la comunión de los divorciados ”recasados”, apoyada por dicha revista, antes de publicarse la exhortación "Amoris laetitia", era y es "una interpretación fiel" del pensamiento del Papa.

Hace unos días el vice-director de La Civiltà, Giancarlo Pani, escribió con la propuesta de cambiar la doctrina católica sobre el sacerdocio, abriendo la puerta a la ordenación de mujeres. 

Sin embargo, San Juan Pablo II afirmó:
“Con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, (…), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia” (Ordinatio Sacerdotalis)
También la Congregación para la Doctrina de la Fe declaró poco después: “la Iglesia no tiene facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres” y que esa verdad, “exige un asentimiento definitivo”, está “basada en la Palabra de Dios escrita y constantemente conservada y aplicada en la Tradición de la Iglesia desde el principio”, “se ha de entender como perteneciente al depósito de la fe” y “ha sido propuesta infaliblemente por el Magisterio ordinario y universal” (28 octubre 1995).

Aquí aparece una contraposición irreconciliable con Bergoglio, como la ha habido con Amoris L, pues éste no sigue las directrices que hasta ahora han prevalecido en la Iglesia, sino que las corrompe, introduciendo las tesis modernistas para adecuarlas a la Tradición. 
Si se aprueba el sacerdocio femenino, en contra de la voluntad de Dios, se habrá perdido el poder de consagrar, ya que la transubstanciación de la Misa no será válida. Este paso supondría la destrucción del Santo Sacrifico en los lugares en los que este acceso a la mujer se permita. 

La mujer no debe acercarse al Altar a sustituir al Hombre que es Dios, pues al prestar su ser femenino para una obra no sólo masculina sino del Dios-Hombre, -y por tanto humanamente masculina y divina al mismo tiempo-, se daría una perversión al separar las dos naturalezas presentes en Jesucristo: la humana y la divina. Y así nadie puede sustituir a Cristo-Hombre sino un varón, pues el ser sexuado (del varón sacerdote) que alcanza tanto lo corpóreo como lo espiritual, lo toma Cristo que vive en él y lo toma para aunarlo totalmente a sí, en el momento del milagro de cambiar el vino en su Sangre y el pan en su Cuerpo, así como en el momento de perdonar los pecados en el sacramento de la Confesión ya que es el mismo Hombre-Dios quien los perdona actuando en la persona del sacerdote para cumplir el sacramento.

Los modernistas han tomado asiento en la Iglesia desde la cúpula y no la dejarán hasta que cumplan su propósito de dar al traste con Ella dejándola irreconocible y vacía de lo sobrenatural, y por tanto de Dios. Que los buenos católicos sepan que se debe resistir a Francisco cuando habla por boca de sus emisarios, más cercanos al diablo que a Dios, si no quieren corromperse también con la cabeza de una Iglesia que no es ciertamente la Iglesia de Cristo


Pili Montalbán