Qué hacer frente a la iglesia de Bergoglio

Ven, (...) 

Sustráete a lo que el mundo te ofrece y entrégate a Mí, a tu Dios eterno que vive para amarte en esta particular hora en la que tú y Yo nos encontramos frente a la ferocidad de un mundo que no comprende a Dios, y que tampoco se comprende a sí mismo, puesto que está volcado a la superficialidad y al pecado y por esto no puede verme, ni entender Mi designio sobre él.


Pero tú lo has comprendido y comprendes por qué en esta hora Yo sufro angustias de muerte, porque, una vez más, Yo soy azotado y entregado al enemigo, esto es, a través de los servidores de Satanás que han ocupado Mi Iglesia con el fin de destruirla por completo. Y Yo voy, cegado por las lágrimas de sangre que Me hacen derramar, a ser consumido por los sacrílegos cuerpos y almas que voluntariamente se han dejado engañar por los que deberían defenderme y, en cambio, Me entregan inmisericordemente en manos de los profanadores de Dios que son los que comulgan en pecado mortal.


Y Yo resisto cada asalto, una y otra vez, porque Yo soy el Manso que no Me rebelo contra los que Me odian. Y sin embargo, cuánto odio les espera de parte de Satanás cuando lleguen a su Reino. Allí pagarán como nunca imaginaron por cada sacrilegio, con dolores inauditos que aún no han sido descritos por palabra humana. Y todo, ¿por qué? porque los que pecan no quieren enmendarse. Pero si sólo fuera eso. Es también, que esos mismos que no Me aman porque no respetan Mis Mandamientos, quieren al mismo tiempo el derecho a comulgar. Como si existiera ese derecho.


Pero lo que sí está en el Cielo, es el derecho de Dios a ser respetado y amado por sus criaturas, aún por las más viles, porque Dios lo es todo, y todo y todos deben someterse Al que es.


Yo te digo estas cosas para que las difundas, puesto que hoy, el que rige Mi Iglesia, se ha puesto a subvertirla de manera que Mis enseñanzas sean confinadas al olvido mientras que son sustituidas por una ética agradable al hombre pues le permite hacer de su vida lo que quiere siguiendo en todo sus gustos.


Pero esta Iglesia, que no es la Mía porque ha abominado de Mí y de Mis leyes, caerá y cuando caiga el estrépito será grande puesto que arrastrará consigo a toda la perversión de la Tierra.

Y Yo te lo digo, no falta mucho para esto. 

Y me preguntas, ¿Qué podemos hacer nosotros, que no contamos nada para el mundo y sin embargo queremos apoyar Tu causa, es decir, a Tu Iglesia verdadera que aún no ha sido entregada a Satanás en toda su totalidad y queda como una pequeña parte, aislada de la contaminación de Bergoglio y los suyos?

Pues en primer lugar manteneros firmes en nuestros propósitos de no claudicar y para ello aferraos a vuestra Madre del Cielo.


En segundo lugar esparcid por doquier la buena doctrina -en aquellos puntos en los que el falso profeta la está contradiciendo- empleando para ello los contactos personales y las redes sociales...


En tercer lugar crecer en la intimidad con vuestro Dios que os comunica fortaleza para resistir los embates del enemigo, sobre todo la duda de si hacéis bien en enfrentar lo que sale de este pontificado infernal.  Y te voy a decir cómo, aunque tú ya lo sabes: más oración, más privarse de cosas lícitas por agradarme, más frecuencia de sacramentos: Misa diaria si se puede y confesión frecuente y no os olvidéis del Rosario. También, para los que aspiran a más, recomiendo la coronilla de la Divina Misericordia porque con ella liberáis a muchos de la esclavitud del demonio.


Por hoy nada más. Ámame a todas horas como Yo espero.


Soy tuyo de todo corazón


Yo, tu Jesús




Mensajes a un alma mística, febrero 2017