Abusos sexuales. Fco, un juez poco imparcial




O'Malley
Por Sandro Magister
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La renuncia de la irlandesa Marie Collins a la Pontificia Comisión para la Protección de los Menores, ella que a los 13 años fue también víctima de abusos sexuales por parte de un sacerdote, han tomado a contrapié a los medios de comunicación, que dieron la noticia en forma desordenada y con juicios muy variados.
Están los que han culpado de todo, subidos a la ola de algunas declaraciones de la misma Collins, a las "vergonzosas" resistencias de la curia romana contra las propuestas de la Comisión y contra el papa Francisco que la constituyó.
Están los que han concentrado el fuego sobre la Congregación para la Doctrina de la Fe y sobre su prefecto, el cardenal Gerhard L. Müller, como primeros culpables del alboroto.
Pero están también – como el ultrabergogliano Alberto Melloni – los que se han arrojado precisamente contra Collins y contra algunas propuestas riesgosas de la Comisión, inevitablemente rechazadas por la curia, al considerar que tienen la culpa de poner deliberadamente en problemas al papa Francisco.
En realidad, inmediatamente hubo una voz insospechable que llamó a formular juicios más prudentes: la de Hans Zollner, el estimado jesuita alemán, presidente del Centre for Child Protection de la Pontificia Universidad Gregoriana, quien fue el creador de la Comisión y quien valorizó a la misma Collins, la cual le parece hoy demasiado "impaciente" respecto a un "cambio cultural" que necesariamente requiere tiempo y esfuerzo, no tanto en la curia sino en la misma Iglesia mundial.
También el cardenal Müller dijo lo suyo, explicando por qué no han podido ser aceptadas algunas propuestas de la Comisión, en particular la de instituir en la Congregación para la Doctrina de la Fe – ya dotada de un tribunal supremo sobre casos de pedofilia por parte de eclesiásticos – otro tribunal especial para los obispos implicados en casos similares.
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Pero hay un punto que prácticamente terminó por ser silenciado. Son las críticas que Marie Collins dirigió contra el papa Francisco en persona.
Sus críticas más afiladas se remontan a dos años atrás:
Cuando el 10 de enero del 2015 Francisco promovió a la diócesis de Osorno (Chile) al obispo Juan de la Cruz Barros Madrid, Collins y otros miembros de la Comisión protestaron enérgicamente.
Sobre el nuevo obispo, en efecto, pesaban las acusaciones circunstanciales de tres víctimas de abusos sexuales, que le imputaban haber sido cómplice del sacerdote Fernando Karadima, durante muchos años una celebridad de la Iglesia chilena, pero al final condenado a "oración y penitencia" por la Santa Sede por sus innumerables fechorías probadas.
El ingreso a la diócesis del nuevo obispo fue impugnado enérgicamente. Pero el 31 de marzo la Congregación vaticana para los Obispos hizo saber que "había estudiado atentamente la candidatura del prelado y no había encontrado razones objetivas que obstaculizaran el nombramiento".
En abril, Collins y otros miembros de la Comisión para la Protección de los Menores se dirigieron entonces a Roma para pedir al presidente de la Comisión, el cardenal Sean Patrick O'Malley (en la foto) que ejerciera presión sobre el Papa para que revocara el nombramiento.
Pero obtuvieron el efecto opuesto. Un mes después, en mayo, el papa Francisco habló, interpelado por un ex portavoz de la Conferencia Episcopal Chilena que se encontraba en la plaza de San Pedro. Y se la tomó con los acusadores del obispo, con expresiones más resentidas que nunca.
El video del encuentro se hizo público. Éstas fueron las palabras textuales del Papa:
"Es una Iglesia [la de Osorno] que perdió la libertad dejándose llenar la cabeza por políticos, juzgando a un obispo sin ninguna prueba después de veinte años de servicio. O sea, que piensen con la cabeza, no se dejen llevar por las narices de todos los zurdos que son los que armaron la cosa.
"Además, la única acusación que hubo contra ese obispo fue desacreditada por la corte judicial. O sea, por favor, eh… no pierdan la serenidad. [La diócesis de] Osorno sufre sí, por tonta, porque no abre su corazón a lo que Dios dice y se deja llevar por las macanas que dice toda esa gente. Yo soy el primero en juzgar y castigar a alguien que tiene acusaciones de ese tipo… Pero en este caso ni una prueba, al contrario… De corazón se lo digo. No se dejen llevar por las narices de estos que buscan lío no más, que buscan calumnias…".
Los "izquierdistas" – "zurdos" en la jerga argentina – que habían irritado particularmente al Papa incluían a los 51 diputados chilenos, en su mayor parte del Partido Socialista, de Michelle Bachelet, que habían firmado una petición contra el nombramiento de Barros como obispo de Osorno.
Ahora bien, cuando el video con las palabras de Francisco se hizo público, Marie Collins dijo que estaba "desanimada y triste" al ver cómo el Papa había tratado "las protestas de las valientes víctimas de Karadima".
Lo del obispo de Osorno no es el único caso en el que Jorge Mario Bergoglio ha reservado para sí la sentencia, anulando los procedimientos canónicos o pasando por encima de ellos.
En Italia ha suscitado revuelo el acto de "misericordia" con el cual él ha indultado a don Mauro Inzoli, destacado sacerdote del movimiento de Comunión y Liberación, reducido al estado laical en el 2012 por la Congregación para la Doctrina de la Fe, por haber abusado de numerosos jóvenes, pero que ha sido restituido al sacerdocio activo por Francisco en el 2014, con la recomendación de llevar una vida de penitencia y oración. En el fuero civil Inzoli fue condenado a 4 años y 9 meses de prisión.
Marie Collins ha protestado también contra indulgencias similares: "La misericordia es importante, pero también lo es la justicia. Si se muestra alguna debilidad en las sanciones, se envía el mensaje equivocado al abusador".