Vuestra conversión ha sido imperfecta


Diciembre 6/08 a Agustín del Divino Corazón

María Santísima dice:


Hijos amados de mi Inmaculado Corazón, para poder ganaros una morada en el cielo, debéis vivir cabalmente la Tabla de Salvación, los diez Mandamientos de la Ley de Dios. No seáis como los corazones arrogantes que dicen: yo no robo, yo no mato; corazones llenos de hediondez, corazones llenos de salvado, alimento que se les da a los cerdos; abajad vuestras cabezas y reconoced que todo ser humano por naturaleza es pecador, es débil.
Reconoced que en vuestra vida habéis ofendido muchísimas veces al Dios Infinito, al Dios de Bondad, al Dios de Misericordia; reconoced que muchísimas veces le habéis prometido nobles propósitos, propósitos santos y que le falláis, que olvidáis el pacto de amor firmado en el cielo.


Reconoced, hijos amados, que vuestra conversión ha sido imperfecta, que os falta trabajar más en aniquilar, en destruir vuestros vicios, vuestras faltas, vuestras imperfecciones. Comprended que muchísimas veces habéis creído que la santidad es exclusiva sólo para los sacerdotes y los consagrados. ¡Qué equivocados estabais! La santidad es para todas las almas, almas que son creadas a imagen y semejanza de Dios. Aspirad a la santidad para que podáis entrar en el Reino de los cielos. Los diez Mandamientos son la tabla de salvación. Son diez mandamientos que debéis cumplir.
Hijos amados: muchas almas caen en las profundidades del averno porque les falta más entereza, les falta más valentía para vencer sus pasiones, para vencer su vida 
concupiscente, su vida lasciva. Los pecados de la carne son los pecados que más ofenden al Corazón Sagrado de mi Hijo Jesús y por ende al Corazón Divino del Padre Eterno. Luchad en vuestras tentaciones, vencedlas a fuerza de oración, vencedlas a fuerza de ayuno, vencedlas a fuerza de penitencia, vencedlas a fuerza de vuestras renuncias propias, renuncias que os dan fuerza y dominio de vuestra voluntad. No divaguéis más en los mares de duda en que naufragáis.

Hijos míos, reconoced que estáis en el final de los tiempos y que Dios os está dando una última oportunidad. Por eso Él permite, Él elige profetas verdaderos que os anuncian de su próxima llegada; pero no tengáis miedo, el enemigo es tan sutil, hijos míos, os quita la vergüenza para pecar y os la devuelve para confesaros.

Hijos míos, evitad a toda costa ofender el Corazón Sagrado de mi Hijo Jesús; evitad el pecado, evitad caer en la tentación. Aparentemente el mundo os da alegría, aparentemente el mundo os ofrece un proyecto de felicidad.

Qué equivocados están muchos de mis hijos cuando se sumergen en un mundo trivial, en un mundo caduco, en un mundo pasajero; creen, muchas almas de la tierra, que por tener dinero ya han encontrado la verdadera felicidad. ¡Qué equivocadas están! La verdadera felicidad y la máxima riqueza consisten en poseer a mi Hijo Jesús. Mi Hijo Jesús se da plenamente a un corazón puro, a un corazón regenerado, a un corazón lavado en los Ríos de la Gracia. Ríos que barren con vuestra suciedad, ríos que barren con vuestra basura producto del pecado.

Hijos míos, no desechéis éstas, mis palabras. Os quiero salvar. Soy la Puerta del Cielo. Entrad por ella para que os

salvéis con mi Hijo Jesús y seáis juzgados con amor. No tengáis miedo a mis palabras. Sólo os quiero formar, os quiero educar en la escuela Maternal de mi Inmaculado Corazón.
Os amo, hijitos amados y os bendigo:

Ö Ö Ö. Amén.