Comunión Self Service en Italia

Los abusos litúrgicos no cesan. Desagraviemos por cada uno y pidamos para que los malos sacerdotes y obispos se conviertan.  

En el testimonio del padre Jose Maniyangat dice que uno de los pecados principales que condenan a las almas al Infierno es el sacrilegio, y a los obispos y curas, el guiar con falsas enseñanzas y malos ejemplos. Bien harían los modernistas en enterase de esto antes de que sea tarde.



Explica el sacerdote: 

(...)En el camino (al hospital), mi alma salio de mi cuerpo, y experimente la muerte. Inmediatamente me encontré con mi ángel de la guarda. Veía mi cuerpo, y la gente que me llevaba al hospital. Los oía llorar, y rezar por mí. En ese momento el ángel me dijo: ”voy a llevarte al cielo, el Señor quiere verte, y hablar contigo”. También me dijo que en el camino, me mostraría el infierno y el purgatorio.Primero, el ángel me llevó al infierno. Espantosa visión. Vi a satánas, los demonios, un fuego infernal -de cerca de 2.000 grados Fahrenheit-, gusanos que se arrastraban, gente que gritaba y peleaba, otros eran torturados por demonios.
El ángel me dijo que todos estos sufrimientos se debían a pecados mortales cometidos, sin arrepentimiento.

Entonces, comprendí que había siete grados de sufrimiento, según el número y la clase de pecados mortales cometidos en la vida terrenal. Las almas se veían feísimas, crueles y horribles. Fue una experiencia espantosa. Vi a gente que conocía, pero no puedo revelar la identidad. Los pecados por los que fueron condenados, principalmente fueron por el aborto, la homosexualidad, la eutanasia, el odio, el rencor y el sacrilegio.

El ángel me dijo que si se hubieran arrepentido habrían evitado el infierno, y hubieran ido al purgatorio. También entendí que algunas personas que se arrepienten de estos pecados, pueden ser purificados en la tierra a través del sufrimiento.

De esta manera pueden evitar el purgatorio, e ir derecho al cielo
.Me sorprendió ver en el infierno hasta a sacerdotes y obispos; algunos a quienes nunca esperaba ver. Muchos de ellos estaban allí por haber guiado con enseñanzas erróneas, y mal ejemplo a otros.

Después de la visita al infierno, mi ángel de la guarda me escolto al Purgatorio. Acá también, había siete grados de sufrimiento, y el fuego que no se extingue. Pero es mucho menos intenso que en el infierno, y no hay peleas ni luchas. El principal sufrimiento de estas almas es su separación de Dios. Algunos de los que están en el Purgatorio cometieron pecados mortales; pero antes de morir, se reconciliaron con Dios. Aun cuando estas almas sufren, gozan de paz, y saben que un día podrán ver cara a cara a Dios.
Tuve una oportunidad de comunicarme con las almas del purgatorio. Me pidieron que rezara por ellas, y que también digiera a la gente que rezara, para que ellas pudieran pronto ir al cielo. Cuando rezamos por estas almas, recibimos su agradecimiento por medio de sus oraciones, y una vez que las almas entran al cielo sus oraciones llegan a ser todavía más meritorias.

Es difícil para mí, poder describir la belleza de mi ángel de la guarda. Resplandece, y reluce. Él es mi constante compañero, y me ayuda en todos mis ministerios, especialmente el ministerio de sanación. Experimento su presencia en todas partes a donde voy, y agradezco su protección en mi vida diaria.