El pecado os hace desagradables a Mis ojos


Reparar por todos los pecados de la humanidad.
Enero 3/09 a Agustín del Divino Corazón
Jesús dice:

Hijo, sois generoso en haber respondido a mi llamado. Os necesitaba en este primer viernes de mes para que reparéis por todos los pecados de la humanidad.
El pecado deforma el corazón de las almas. El pecado coarta la libertad porque esclaviza. El pecado envilece, degrada. El pecado produce en las almas un olor nauseabundo porque gangrena el corazón. El pecado es ruina espiritual. El pecado se roba las Gracias Divinas. El pecado os hace desagradables ante mis ojos porque

transgredís mi Palabra, la ajustáis de acuerdo a vuestros criterios, la acomodáis a conveniencia vuestra. El pecado seguirá siendo pecado, lo deploraré siempre, jamás lo justificaré. 

El hombre ha sido engañado por satanás creando sus propias leyes, leyes contrarias con mis enseñanzas, leyes que nunca tendrán la aprobación del cielo porque chocan con la verdad del Evangelio, son polos opuestos a mis principios.

El pecado es un dardo ponzoñoso que satanás clava en el corazón de los hombres, corazón que se sale de la sana doctrina para contaminarse con filosofías llamativas y extrañas. El pecado os aleja del camino al cielo porque os cambia en vuestra manera de pensar y de actuar. Os hacéis como títeres manipulados por los secuaces del averno. El pecado os trae consigo la primera muerte. Recapacitad, volved a Mí. Os perdonaré, os justificaré, os concederé la gracia de empezar de nuevo, os abriré las puertas del cielo si cambiáis de vida, vida que vaya en armonía con el Libro Santo, vida que adornaré con mi luz para haceros radiantes.

Hijo, pongo en vuestro corazón mi intención: reparad, pues, porque son muchas las almas que hieren mi Divino Corazón con su pecado. Almas que se alejan de Mí para dar rienda suelta a sus instintos. Sufro porque muchos de mis hijos, de mis hermanos mueren en pecado mortal y reaccionan cuando ya es demasiado tarde.
En la eternidad pagarán por años sin fin sus desvaríos, sus yerros, sus desenfrenos.

Sufro porque el demonio les quita a las almas la vergüenza para pecar y se las devuelve para confesarse. Sufro porque el pecado es como una epidemia que es flagelo para toda la humanidad.


Sufro porque los hombres han tergiversado mis leyes, las han adaptado a sus intereses mezquinos.
Sufro porque los hombres andan como locos ávidos en devorarse los unos a los otros.

Sufro porque se ha perdido la noción de pecado, todo lo consideran normal. Los hombres son cómplices, son aliados con el príncipe de las tinieblas.
Sufro por la desidia a lo religioso y apetencia a lo mundano.


Hijo míos, mi Sagrado Corazón es un exceso de Amor; perdoné a María de Magdala y la hice mi fiel discípula. Perdoné a Leví, hombre que de recaudador de impuestos pasó a ser mi apóstol. Perdoné a Pablo, le renové su corazón de tal forma que de perseguidor pasó a ser perseguido por haber cambiado su antigua forma de pensar, por haber descubierto al verdadero Dios: Cristo vivo que salva, Cristo vivo que libera.

Decid al mundo entero que el pecado es ruptura con mi amistad, es pérdida definitiva a mis gracias, es caminar vertiginosa, directamente al cadalso.

Hijos míos: mi Sacratísimo Corazón es un exceso de amor que os perdona a todos. No me lastiméis más, me duele vuestra obstinación por el pecado, me duele vuestra indiferencia, me duele vuestra ceguera y sordera espiritual porque no tenéis ojos para Mí, habéis cerrado vuestros oídos a mis palabras.


Quiero lo mejor para vosotros, por eso os insisto tanto a un cambio, es urgente, hacedlo hoy mismo. Mi Divino Corazón se desangra de dolor; no esperéis a mañana, puede ser ésta vuestra última oportunidad. No Juguéis con el regalo más sagrado que doy a todos mis hijos: vuestra salvación.


Venid que os mostraré el gran abismo de misericordia que hay en mi Divino Corazón; os pertenece, sumergíos en Él y descubriréis la dicha verdadera.