Grandes gracias asociadas a las Horas de la Pasión (L Piccarreta)


Del Valor y del Provecho del Ejercicio de estas Horas de la Pasión, dictadas por Jesús a Luisa Piccarreta
Cómo rezarlas:
Lo que Jesús le ha dicho en relación al ejercicio de las Horas de la Pasión dicatadas a L Piccarreta:

Vol. 7, 9 de noviembre de 1906 
« Hija mía, quien está siempre rumiando mi pasión, y siente dolor y me compadece, me agrada tanto que me siento como retribuido por todo lo que sufrí en el curso de mi pasión; el alma, rumiándola siempre, llega a formar un alimento continuo que contiene diferentes condimentos y sabores que producen en ella diferentes efectos.
Así que, si durante mi pasión me dieron sogas y cadenas para atarme, el alma me desata y me da la libertad. Ellos me despreciaron, me escupieron y me deshonraron, ella me aprecia, me limpia los salivazos y me honra. Ellos me desnudaron y me flagelaron, ella me cura y me viste. Ellos me coronaron de espinas, tratándome como Rey de burla, me amargaron la boca con hiel y me crucificaron; el alma, rumiando todas mis penas, me corona de gloria y me honra como su Rey, me llena la boca de dulzura, dándome el alimento más exquisito, como es el recordarse de mis mismas obras, y me desclava de la cruz y me hace resucitar en su corazón, y cada vez que lo hace le doy como recompensa una nueva vida de gracia; de manera que ella es mi alimento y yo me hago su alimento continuo. Así pues, lo que más me gusta es que el alma rumie continuamente mi pasión.»

Vol. 11, 10 de abril de 1913
Esta mañana mi amable Jesús vino y abrazándome en su corazón me dijo:
« Hija mía, quien siempre piensa en mi pasión forma en su corazón un manantial, y entre más piensa, tanto más este manantial se agranda, y así como las aguas que surgen son aguas comunes a todos, así este manantial de mi pasión que se forma en el corazón sirve para bien del alma, para gloria mía y para el bien de las criaturas. »
Y yo: « Dime, mi bien, ¿qué cosa darás en recompensa a los que hagan las Horas de la Pasión como tú me has enseñado. »
Y él: « Hija mía, estas Horas no las veré como cosas vuestras, sino como cosas hechas por mí, y les daré mis mismos méritos, como si yo estuviera sufriendo en acto mi pasión, y así les haré obtener los mismos efectos, según la disposición de las almas; esto en la tierra, y por lo cual, mayor bien no podría darles; después, en el cielo, a estas almas las pondré frente a mí, flechándolas con flechas de amor y de felicidad, por cuantas veces hayan hecho las Horas de mi Pasión, y ellos también me flecharán. ¡Qué dulce encanto será esto para todos los bienaventurados! »

Vol. 11, 6 de septiembre de 1913
Estaba pensando en las Horas de la Pasión que he escrito y que no teniendo ninguna indulgencia, quien las hace nada gana, mientras que hay tantas oraciones enriquecidas con tantas indulgencias. Mientras pensaba en esto, mi siempre amable Jesús, con toda bondad, me dijo:
« Hija mía, con las oraciones que tienen indulgencias se gana cualquier cosa; en cambio, las Horas de mi Pasión, que son mis mismas oraciones, mis reparaciones, y son todo amor, han salido precisamente del fondo de mi Corazón. ¿Acaso haz olvidado cuántas veces me he unido a ti para hacerlas juntos, y he transformado los flagelos en gracias sobre toda la tierra? Por lo tanto, es tal y tanta mi complacencia, que en vez de indulgencia le doy un montón de amor, que contiene precio incalculable de infinito valor; y además, cuando las cosas se hacen por puro amor, mi amor encuentra el desahogo, y no es indiferente que la criatura dé consuelo y desahogo al amor del Creador. »